¿AHORA SE ADOCTRINA CON LOS LIBROS DE TEXTO?




Recientemente los editores de libros de texto acusaron a los gobiernos autonómicos de generar un caos organizativo por los “matices curriculares” de cada comunidad. Concretamente los acusaron de presionar a las editoriales para que los manuales “digan lo que ellos quieren y no lo que la ciencia dice”. Como ejemplos señalaron la poca importancia que se da a los ríos en los manuales de la Comunidad Autónoma de Canarias o que no se hable de los Reyes Católicos en Cataluña. Implícitamente estaban denunciando que se estaba adoctrinando a los alumnos a través de los libros de texto. También se quejaban de que como consecuencia de esta situación, el volumen de títulos ha pasado de 23.409 en el curso 2008-2009 a los 51.530 en este 2019-2020.
Resulta evidente que las quejas de los libreros se refieren no tanto al posible adoctrinamiento que se esté realizando a través de los textos, como al coste económico que les supone editar un número tan elevado de títulos y consiguientemente, la pérdida de beneficios. No obstante, la presencia de este debate en los medios de comunicación ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión sobre el adoctrinamiento que las autonomías realizan a través de los libros de texto.
En esta entrada pretendo analizar el adoctrinamiento que efectivamente se ha hecho a través de los libros de texto, especialmente los de historia de España y no sólo ahora y en las comunidades autónomas, sino que se viene realizando desde el siglo XIX y en el conjunto del Estado.
Las historias de España
En el año 2017 los profesores José Álvarez Junco y Gregorio de la Fuente Monge publicaron el libro El relato nacional. Historia de la historia de España. En el prólogo indican que “El propósito de estas páginas es proporcionar una especie de «historia de la historia de España»… un ensayo sobre la evolución de la visión del pasado en relación con este territorio y grupo humano conocidos hoy como «españoles»”. A lo largo de sus veinte capítulos, los autores realizan una exhaustiva descripción de las obras de historia de España que se han venido produciendo desde la antigüedad hasta nuestros días. Además de las obras y sus autores, se comentan los objetivos que se perseguían en cada caso así como el momento político en que fueron escritas. En cada época se ha impuesto sobre todas las demás una particular visión de los hechos históricos con los que las clases dirigentes han pretendido legitimar su poder sobre la sociedad.
Evidentemente para que esta legitimación del poder sea efectiva, es necesario que sea asumida por la población y el mejor medio para imponer esa visión histórica es la escuela y la principal herramienta utilizada han sido los libros de texto. Este adoctrinamiento de niños y adultos a través de los textos de historia se hizo especialmente visible durante la dictadura de Primo de Rivera y el franquismo, pero ha sido constante a lo largo de nuestra historia.
Josep Fontana en su obra Historia: Análisis del pasado y proyecto social escribe “Desde sus comienzos, en sus manifestaciones más primarias y elementales, la historia ha tenido siempre una función social —generalmente la de legitimar el orden establecido—, aunque haya tendido a enmascararla, presentándose con la apariencia de una narración objetiva de acontecimientos concretos”.
De la Ley Moyano (1857) a la Segunda República
Desde mediados del siglo XIX se realizó una efectiva enseñanza nacionalista a
través de la escuela. Los libros de texto quedaban regulados a través del artículo 86 de la Ley General de Educación, más conocida como ley Moyano, que establecía un sistema de listas de libros de texto que se renovarían cada tres años. Con la implantación de las escuelas graduadas a partir de 1901 aparece la Enciclopedia, como modelo de manual, con un solo volumen para cada grado. Primo de Rivera eliminó el sistema de listas y estableció un texto único para toda la nación, pero el sistema de listas fue de nuevo recogido por el gobierno republicano.
Los manuales escolares abordaban la historia de España como una continuidad desde los orígenes hasta la actualidad. España existía antes que los españoles y la nación se presentaba como una realidad permanente por la que iban pasando distintas civilizaciones. Las esencias del pueblo español, destacando la lucha por la independencia y el rechazo a lo extranjero, se fueron gestando desde la Antigüedad, época gloriosa en la que destacaron emperadores “españoles” como Trajano y Adriano, que llevaron al Imperio Romano a su máximo esplendor. Pero el momento cumbre en la formación del pueblo español era la Edad Media. Un pueblo español que, inmediatamente, era asociado al cristianismo y que inició una gesta gloriosa que lo llevó a su máxima plenitud: la Reconquista. La Edad Moderna se iniciaba con el reinado de los Reyes Católicos, artífices de la unidad política y religiosa de España e iniciadores del gran Imperio español tras el descubrimiento y evangelización de América. Tras la decadencia de los últimos Austrias, responsables del comienzo de la pérdida del Imperio en el que nunca se ponía el sol, los Borbones vinieron para regenerar y modernizar la nación. De la época contemporánea destacaba el tema dedicado a la Guerra de la Independencia contra el invasor francés.
Durante la dictadura de Primo de Rivera se estableció un férreo control sobre los contenidos de la enseñanza, incluyendo la sanción y suspensión de empleo y sueldo a los maestros y profesores que expusieran lo que consideraba doctrinas antisociales o contra la unidad de la Patria. Para garantizar aún más el control de los contenidos de la enseñanza, se establecía un libro de texto único para la segunda enseñanza y se fijaban las sanciones que se impondrían a los maestros nacionales que prescriban, abandonen o entorpezcan la enseñanza en su escuela del idioma oficial, en aquellas regiones en que se conserva otra lengua nativa. Por lo demás, el temario y el contenido del libro de texto de historia, difería poco del que contenían los textos que se venían utilizando.
Durante la Segunda República la escuela se convirtió en un arma ideológica de primer orden para la República. En un discurso pronunciado por Manuel Azaña en 1935 afirmaba lo siguiente:
 “La escuela es el escudo de la República y el campo de siembra de los
republicanos de hoy y demócratas de mañana”. Pese a todos los cambios introducidos en materia educativa, la República siguió profundizando en esta labor nacionalizadora de la escuela. No obstante se produjo una revisión de contenidos de los manuales para que estos recogieran los ideales y la nueva orientación educativa republicana. El manual de historia que puede servir como ejemplo del contenido del libro de texto de la República es Mi primer libro de Historia, de Daniel González Linacero. El propio autor escribe en su dedicatoria a los maestros dentro del libro: “La Historia no la han hecho los personajes, sino el pueblo todo y principalmente el pueblo trabajador humilde y sufrido, que solidario altruista ha ido empujando la vida hacia horizontes más nobles, más justos, más humanos”. Esta visión de la historia en la que primaban los escenarios históricos frente a la historia de acontecimientos, fechas y reyes que se había enseñado hasta entonces, sufrió un claro retroceso tras el triunfo de las derechas en 1933. La ley que prohibía la enseñanza a las órdenes religiosas se aplazó indefinidamente, la coeducación fue prohibida, aunque de nuevo puesta en vigor por el gobierno del Frente Popular y se revisó el contenido de los libros de texto.
La enseñanza durante el franquismo
El franquismo convirtió a la escuela en un medio de adoctrinamiento político y a
través del cual los alumnos eran instruidos en el catolicismo y el patriotismo, rechazando cualquier idea proveniente de la República. Esos principios eran recogidos en la legislación educativa. Así en la Ley de Educación
Primaria se establecía que la educación primaria tiene como objeto (entre otros) formar la voluntad, la conciencia y el carácter del niño en orden al cumplimiento del deber y a su destino eterno. Debe infundir a su vez en el espíritu del aluPrimaria se establecía que la educación primaria tiene como objeto (entre otros) formar la voluntad, la conciencia y el carácter del niño en orden al cumplimiento del deber y a su destino eterno. Debe infundir a su vez en el espíritu del alumno el amor y la idea de servicio a la Patria, de acuerdo con los principios inspiradores del Movimiento. Y en la ley reguladora de los estudios de bachillerato se establece que la formación humanística debe ser acompañada de un contenido eminentemente católico y patriótico, revalorizar lo español eliminando el pesimismo anti-hispánico mno el amor y la idea de servicio a la Patria, de acuerdo con los principios inspiradores del Movimiento. Y en la ley reguladora de los estudios de bachillerato se establece que la formación humanística debe ser acompañada de un contenido eminentemente católico y patriótico, revalorizar lo español eliminando el pesimismo anti-hispánico y extranjerizante, se trata de reivindicar el espíritu imperial de la Hispanidad.
En cuanto a los libros de texto se decreta que todas las escuelas deben tener un “libro de España” que sea la guía de orientación patriótica que debe seguir el educador. Este libro sería único para toda España. En 1939 se editó el Manual de Historia de España de Primer Grado en el que se expone que la historia nos habla de aquellos que hicieron algo notable o importante. La visión de la historia de España era consecuente con la orientación fascista del primer franquismo. A partir de 1945 la orientación predominante en los libros de historia era la del nacionalcatolicismo, eliminado cualquier referencia al fascismo.
El típico libro de texto era la enciclopedia como la Enciclopedia cíclico-pedagógica de grado elemental y medio de la editorial Dalmáu Carles, y las Enciclopedia, intuitiva, sintética y práctica de primero, segundo y tercer grado,
de Antonio Álvarez, en la que se hacían afirmaciones como estas: “Iberos, celtas y celtíberos desconocían al Dios verdadero, pero creían y adoraban a un ser superior a ellos. Los que en pleno siglo XX no admiten la existencia de Dios, son más salvajes que los hombres primitivos”.
Con la Ley General de Educación de 1970, que establece la EGB, desaparece el libro único y aparecen los manuales específicos para cada asignatura y curso. La EGB se divide en dos etapas, una Primera Etapa de 1º a 5º curso y la Segunda Etapa que comprendía de 6º a 8º. En la Primera Etapa los contenidos de geografía e historia se incluían en el Área social y natural. En estos primeros años se incidía en la importancia de la familia y la localidad y nociones básicas de historia universal. El único epígrafe directamente relacionado con la historia de España se titulaba “los pueblos que han vivido en España” que debía impartirse en el cuarto curso. La historia de España se iniciaba en la Segunda Etapa, de modo que en el sexto curso se llegaba hasta Castilla y Aragón en los siglos XIV y XV, en séptimo hasta el fin del Imperio español y en el último curso se abordaban el reinado de Alfonso XIII, la Segunda República. El franquismo se abordaba con los temas La Guerra de Liberación, El Fuero de los Españoles y otras leyes fundamentales y La institucionalización del Régimen. A pesar del importante cambio que suponía esta ley hacia una modernización del sistema educativo, el nacionalcatolicismo continuaba siendo la orientación predominante y así se incluía en los libros de texto.
La escuela en la democracia
Según los profesores de la Universidad de Murcia, Antonio J. de Pro y Pedro Miralles, actualmente sigue existiendo una gran diferencia entre la historia que se investiga en ámbitos académicos y la que se enseña en todos los niveles
educativos, incluso en la Universidad. Predomina la corriente positivista y liberal, que concibe la historia como una herramienta al servicio del poder. Esta corriente sigue teniendo un peso específico en los currículos actuales de historia. Las programaciones se siguen basando en la sucesión de civilizaciones, imperios y regímenes políticos en orden lineal. Las leyendas y mitos nacionales forman parte del discurso identitario que se transmite desde la escuela.
A pesar de los cambios legislativos y la utilización cada vez más extendida de recursos informáticos que facilitan la investigación autónoma de los alumnos, la escuela y su principal herramienta, el libro de texto, siguen siendo el lugar clave para construir y difundir los mitos y símbolos que conforman la identidad nacional. Esta utilización de la enseñanza de la historia para el desarrollo de narrativas nacionales como finalidad y estrategia política, se ha acentuado en las comunidades autónomas y no sólo en las que tienen lengua propia.
Conclusiones
En todos los sistema educativos se ha utilizado la enseñanza de la historia como medio de transmitir los mitos, símbolos, personajes y acontecimientos históricos que conforman la identidad nacional. El grado de adoctrinamiento ha variado dependiendo del sistema político de cada periodo, siendo más acusado en los periodos de dictadura, como se ha visto con el control del libro de texto tanto en la dictadura de Primo de Rivera como en la de Franco.
El interés de las comunidades autónomas por transmitir los elementos que configuran su identidad frente a la de otras unidades políticas, hace que se destaquen especialmente esos elementos. En cualquier caso esa tendencia no es exclusiva de las comunidades con mayor presencia de sectores independentistas, como pueden ser Cataluña y el País Vasco, sino que de una u otra forma afecta a todo el territorio español.
Un sistema educativo que realmente sitúe a los alumnos como protagonistas de su formación, que facilite su investigación autónoma y propicie el espíritu crítico, será la mejor forma de prevención contra cualquier forma de adoctrinamiento a través de la escuela y los libros de texto, que a pesar de los avances tecnológicos especialmente en la información y la comunicación, continúan siendo la herramienta preferida en la escuela.


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