TRUMP Y EL NACIONALPOPULISMO

 

El segundo mandato de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos de América está teniendo importantes repercusiones, en la geopolítica y la economía, que afectan a la práctica totalidad de las naciones.

A pesar de que la mayoría de las noticias y las tertulias en radio y televisión se basan en la persona de Trump, conviene no olvidar que ejerce de Presidente de la mayor potencia del mundo, porque el 5 de noviembre del pasado año, se impuso a Kamala Harris, sucesora de Biden, por una sensible mayoría del 49,87 % frente al 48,40 % de los votos. Por tanto, sus propuestas políticas cuentan con una amplio respaldo de los ciudadanos de su país.

Aunque sus decisiones puedan parecer erráticas, responden a una ideología que la mayoría de los politólogos han dado en llamar nacionalpopulismo. Trump es uno de los dirigentes que ha encarnado esta ideología, pero no es el primero ni el único. Creo que sería interesante analizar cuales son los elementos que definen esta ideología, que como veremos no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de los Estados Unidos. También puede ser de gran utilidad, para comprender este fenómeno, saber por qué está triunfando ahora y quiénes son los que la defienden y la votan. Por último considero que es necesario conocer en qué se diferencia de otras propuestas como el neoliberalismo o el fascismo y qué recorrido puede tener en el futuro inmediato esta, aparentemente, nueva ideología.

Qué es el nacionalpopulismo

Populismo es una palabra ambigua y confusa, que se ha aplicado a situaciones muy diferentes y en no pocas ocasiones con poco rigor científico. Unos ponen el foco en el llamamiento que hace a lo emocional. Otros consideran populismo todo aquello que ponga en cuestión la democracia representativa, el sistema económico y financiero global y las propuestas sociales progresistas, que últimamente se identifica con la cultura woke. Para subrayar la unión entre la nación y el populismo, se usa el término nacionalpopulismo.

El politólogo francés Pierre-André Taguieff, en las décadas de 1980 y de 1990 lo aplicó al Frente Nacional de Jean Marie Le Pen. En su libro publicado en 2012, Le nouveau national-populisme, lo extendió a otras formaciones europeas.

Posteriormente se han publicado numerosos estudios, que pretenden aclarar cuáles son los elementos fundamentales del nacionalpopulismo. Jan-Werner Müller en su libro What is Populism? lo considera una “política de identidad” con dos rasgos específicos: una crítica de las élites y la pretensión de considerarse el único representante del pueblo. Cas Mudde afirma que, según el nacionalpopulismo, la sociedad está dividida en dos grupos antagónicos, el pueblo y las élites, y la política es la expresión de la voluntad general del pueblo. Por último Roger Eatwell y Matthew Goodwin en Nacionalpopulismo. Por qué está triunfando y de qué forma es un reto para la democracia, lo definen como “una ideología que da prioridad a la cultura e intereses de la nación, y que promete devolver la voz a la gente que siente que ha sido abandonada, o incluso despreciada, por élites distantes y a menudo corruptas”. Otros autores destacan el rechazo al establishment del que forman parte esas élites. Esto provoca la quiebra del sistema de partidos tradicionales, como pone de manifiesto Ignacio Sánchez Cuenca en su obra El desorden político.

También se incluyen cuestiones económicas. Eatwell y Goodwin señalan que ante la sensación que tienen muchos trabajadores de que se están quedando atrás respecto al resto de la sociedad y que sus hijos vivirán peor que ellos (deprivación social), el nacionalpopulismo propone medidas proteccionistas que beneficien la industria nacional frente a la globalización económica, que provoca pérdida de empleo y bajos salarios en su propia nación. Otros rasgos que comparten muchos de sus dirigentes son el negacionismo ante el cambio climático de la utilidad de las vacunas.

Considerando estas y otras propuestas, creo que tenemos elementos para señalar algunos de los elementos que definen al nacionalpopulismo.

- Tiene un componente nacionalista, que defiende su identidad nacional frente a las organizaciones transnacionales (ONU, UE, OMS, OMC…), que menoscaban su propia soberanía.

- Rechazo a la inmigración no sólo por razones económicas (miedo a perder su trabajo o las subvenciones públicas) sino, sobre todo, por miedo a perder su identidad nacional, cultura, tradiciones y forma de vida, ante el “hipercambio étnico” que está produciendo la llegada masiva de inmigrantes.

- Propugnan políticas sociales autoritarias sobre el orden público, ante la sensación de inseguridad que provoca la presencia de personas inmigrantes con cultura y formas de vida muy diferentes a la propia. Esto se da especialmente frente a los inmigrantes islámicos.

- Dicen pretender que prime la voluntad del pueblo, frente a las élites liberales que dirigen los partidos tradicionales, que no tienen en cuenta la opinión de los ciudadanos. Sus líderes se presentan como gente corriente, alejada de esas élites, incluso utilizan un lenguaje vulgar para parecer más cercanos al pueblo.

- Proponen medidas económicas que protejan la producción nacional frente a las importaciones de otros países y los efectos de la globalización.

- Se oponen a la cultura woke, entendiendo por tal las políticas de inclusión, diversidad y equidad para terminar con la desigualdad, a favor de la justicia social y de la agenda LGTBIQ+. Frente a eso oponen la defensa de lo que consideran valores tradicionales cristianos.

- Aunque defienden la necesidad de un líder fuerte, no están en contra de la democracia y mantienen las elecciones libres. Sin embargo, suponen un grave peligro para la democracia y el estado de derecho, ya que no respetan la división de poderes, especialmente con el control desde el ejecutivo del poder judicial, ni los derechos individuales y sociales.

Estos podrían ser los elementos básicos comunes del nacionalpopulismo, pero es evidente que su ejecución puede ser muy diferente según en qué países se apliquen.

Aunque comparte algunas ideas con el neoliberalismo, como la supresión de impuestos y la reducción del Estado, se diferencia entre otras muchas cosas, en su oposición al libre comercio y la globalización económica. Tampoco se debe confundir con el fascismo, ya que no reivindican la violencia como arma política, ni rechazan los aspectos formales de la democracia.

Los antecedentes

El nacionalpopulismo hunde sus raíces en el siglo XIX. Entre los antecedentes Roger Eatwell y Matthew Goodwin señalan en el siglo XIX a los “naródniks”, palabra con la que en ruso se traduce populista. Se trataba de una serie de grupos y movimientos sociales de carácter agrario, que tenían en común la idea de que los campesinos eran la única clase que podía modernizar Rusia, contando con líderes fuertes capaces de guiar al campesinado. En Francia, tras la derrota en la guerra franco-prusiana, surge un movimiento político conocido como “boulangismo”, protagonizado por el general George Boulanger, que fue capaz de aglutinar el descontento de las masas con la Tercera República y las ansias de revancha de buena parte de los franceses. En ese mismo país, después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar el “poujadismo”, movimiento de artesanos y pequeños propietarios fundado por Pierre Poujade, que desde un movimiento de protesta contra lo que consideraron un sistema tributario injusto, se convirtió en un movimiento nacionalista contra las élites parlamentarias.

Pero donde más precedentes podemos encontrar es en los Estados Unidos. Uno de los primeros fue Andrew Jackson (Presidente entre 1829-1837), que opuso al productivo hombre blanco frente a los ricos ociosos. En la década de 1850 el Partido Americano defendía la preeminencia histórica de los protestantes norteamericanos frente a los nuevos inmigrantes católicos. Pero muchos consideran que el primer gran partido populista fue el Partido Popular, en la década de 1890, cuyas bases ideológicas eran: restablecer la voluntad popular y la defensa del pueblo llano contra las élites corruptas y distantes. Otros populistas destacados fueron George Wallace, que se presentó a las elecciones de 1968 por el Partido Independiente Americano, con un discurso fundamentalmente racista; Pat Buchanan, candidato presidencial en la década de 1990, con un discurso de hostilidad hacia las élites económicas, nacionalista y contrario a la globalización. Más recientemente el movimiento Tea Party, defensor de los valores sociales más tradicionales y con fuertes lazos con el cristianismo evangélico.

El nacionalpopulismo en la actualidad

Como hemos visto, el nacionalpopulismo no es un fenómeno nuevo, sino que lleva un largo recorrido. Sin embargo desde los primeros años del siglo XXI está teniendo gran implantación, sobre todo en Europa y en Estados Unidos, aunque también en otros países.

En Europa personajes como Marine Le Pen en Francia, Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni en Italia o Santiago Abascal en España, son claros ejemplos de la ideología nacionalpopulista.

Viktor Orbán fue Primer Ministro ente 1998 y 2002, volviendo a ser elegido en el 2010 y continúa en la actualidad. Describe su política como “iliberal”, con elecciones pero con un mínimo control democrático. Persigue acabar con la independencia judicial y el control de los medios de comunicación. Su política ha sido tachada de radicalmente conservadora, autoritaria y totalmente contraria a la inmigración.

Marine Le Pen dirige el partido Agrupación Nacional, heredero del Frente Nacional que fundó su padre, Jean Marie Le Pen. Actualmente es diputada de la Asamblea Nacional francesa, cargo que ocupa desde 2017. Se ha presentado a las elecciones presidenciales de 2012, ocupando el tercer lugar con el 17,9% de los votos; en las de 2017, quedó segunda en la primera vuelta y obtuvo el 33,9% de los votos frente a Emmanuel Macron, que ganó las elecciones. En las de 2022 consiguió el 41,46% de los votos frente al 58,54% de Macron. En su propuesta política defiende el proteccionismo, frente al libre comercio, contraria a la globalización. En su política migratoria propone endurecer las leyes para impedir nuevos inmigrantes. Si bien ya no propone la salida de Francia de la UE, es poco partidaria del federalismo. En política exterior es partidaria de Putin,

Giorgia Meloni fue elegida Presidenta del Consejo de Ministros de Italia en octubre de 2022, con un discurso populista y soberanista, acompañado de la promesa de que la gente corriente, pequeñas empresas, artesanos y comerciantes, se verán liberados de la carga de la burocracia, los impuestos y el excesivo poder de las multinacionales. Contraria la presencia de inmigrantes, que ponen en peligro los valores tradicionales de los italianos.

También Chequia está gobernada por un Primer Ministro que podría ser considerado nacionalpopulista. Reelegido en 2023, ya que había sido elegido en entre 2006 y 2010, así como entre 2012 y 2018. Regresó al poder con un discurso nacionalista, prorruso y contra la inmigración. Sus primeros meses como primer ministro han resultado muy polémicos por reformas como el cierre de la Fiscalía Anticorrupción o su intención de cerrar la actual radio televisión pública.

Otras fuerzas políticas europeas con características nacionalpopulistas son el Partido por la Libertad de Austria, el Partido por la Libertad de Países Bajos o el Partido de los Finlandeses; estos dos últimos gobiernan en distintas coaliciones en sus respectivos países. También se incluyen en esta ideología Alternativa por Alemania (AfD), los Demócratas Suecos o VOX en España.

En América podemos considerar representantes del nacionalpopulismo al Presidente de Argentina, Javier Milei o al Presidente de El Salvador Nayib Bukele, pero es evidente que la figura más representativa es el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. En su posicionamiento ideológico hay que tener en cuanta la figura de Steve Bannon. Artífice de la campaña que llevó a la Presidencia de Estados Unidos a Donald Trump en el 2016, fue jefe de estrategia de la Casa Blanca durante los primeros siete meses del primer mandato de Trump. Después de dejar la Casa Blanca ha hecho campaña a favor de partidos nacionalpopulistas de todo el mundo. Propone reducciones en la inmigración y restricciones al libre comercio, particularmente con China y México, la “deconstrucción del Estado administrativo” y es un fuerte opositor del acuerdo climático de París, consiguiendo convencer al presidente para que se retirara de él.

Donald Trump fue Presidente de los Estados Unidos, por el Partido Republicano, entre 2017-2021, siendo reelegido en las elecciones de 2024. Su política es un claro ejemplo de lo que hasta ahora hemos venido definiendo como nacionalpopulismo. Dada la repercusión mundial que tienen muchas de sus actuaciones políticas, es noticia diaria en todos los medios de comunicación. Por recordar brevemente algunas de estas actuaciones, señalaré su política de deportaciones de inmigrantes, incluso desoyendo los acuerdos de los tribunales de justicia; para reducir a la mínima expresión el Estado, ha despedido a miles de funcionarios y clausurado multitud de organismos estatales, especialmente los que tienen que ver con la atención de la diversidad y la inclusión; amenaza con retirar los fondos estatales a las universidades que no eliminen el ideario woke, ni controlen las protestas en los campus; medidas para dificultar o incluso impedir el derecho al aborto; anulación de las medidas que se venían tomando para frenar el calentamiento global y son sobradamente conocidas sus propuestas de aplicación de aranceles al comercio o sus posturas en las guerras de Ucrania o de Gaza.

Los votantes nacionalpopulistas

El éxito político que está teniendo el nacionalpopulismo es evidente. Trump recibió el voto de 77 millones de electores, un 23% más que en su primera victoria en 2016; más de 17 millones de británicos votaron la salida del Reino Unido de la UE, después de una campaña ejemplo del nacionalpopulismo; más de 10 millones votaron a Marine Le Pen; más de 6 millones lo hicieron a Alternativa para Alemania y más de 14 millones de argentinos votaron a Milei.

Sociólogos y politólogos intentan averiguar cual es el perfil de esos votantes. Frente a una primera impresión de que son personas desempleadas, con bajos ingresos o en situación de pobreza, los estudios realizados demuestran que su perfil es más complejo. Los partidos nacionalpopulistas buscan sus electores entre trabajadores a tiempo completo, conservadores de clase media, trabajadores por cuenta propia, personas con rentas medias o altas e incluso entre los jóvenes. Pero, ¿qué tienen en común? Los investigadores han apuntado, entre otros, los siguientes elementos:

- Gente corriente que se revuelve contra una élite política y económica que perciben como corrupta y que no les tienen en cuenta.

- Que tiene una reacción conservadora frente a nuevos fenómenos como la globalización y el libre comercio, la inmigración masiva, el empuje del feminismo y de los derechos sexuales de colectivos LGTBIQ+ o el ecologismo.

- Con miedo a que las generaciones actuales, pero sobre todo las futuras, no cuenten con trabajo, no dispongan de ingresos o que se eliminen beneficios y derechos sociales.

- Que han roto los lazos tradicionales entre el pueblo y los partidos convencionales, y votan a partidos que desafíen el establishment.

- Que cuestionan la capacidad de las sociedades occidentales para absorber las tasas de inmigración y temen un “hipercambio étnico” sin precedentes, que supongan la pérdida de los valores que constituyen su sociedad.

Mirando al futuro

El auge del nacionalpopulismo no es algo pasajero, sino que tiene vocación de continuidad en el tiempo. Los efectos negativos de la globalización de la economía no parece que vayan a desaparecer en poco tiempo y las medidas proteccionistas de la economía perjudicarán, sobre todo, a la economía de los países más vulnerables, pero no impedirán el libre comercio mundial. El desarrollo del capitalismo, que beneficia a los más ricos y provoca una gran desigualdad, seguirá aumentando la sensación de muchos trabajadores de que las instituciones políticas y los partidos políticos no pueden garantizar su situación económica y mucho menos la de sus descendientes. Mientras persista la enorme desigualdad entre el sur global y los países más desarrollados, continuará la emigración de los que buscan tener una vida en lugares en los que consigan tener cubiertas sus necesidades básicas, en un entorno de seguridad; eso seguirá provocando el temor de los que ven amenazados sus valores, su seguridad y su forma de vida. Todas estas razones seguirán dando argumentos a los que proponen soluciones simples a problemas complejos y a replegarse en su grupo social, rechazando todo lo que venga de fuera.

Aunque los partidos nacionalpopulistas y sus líderes no consigan gobernar, muchos de sus postulados sí podrían triunfar, ya que muchos de los partidos conservadores y de la derecha que se autodefine como moderada, están asumiendo muchos de sus postulados.

Frenar esta deriva antidemocrática, autoritaria y negacionista de los derechos sociales e individuales, pasa por mejorar la vida de la gente, luchar contra la desigualdad a todos los niveles y fortalecer la democracia.




Comentarios

  1. Una excelente definicion,muy instrutiva, gracias ,Antonio por estas lecciones

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  2. Que buenas explicaciones eres muy explicita bravo

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