El Ideal Republicano



Según una encuesta elaborada por 40dB, organizada por la Plataforma de Medios Independientes, en la que han participado 3.000 encuestados, y cuyos resultados se han hecho públicos hace unos días, el 40,9% de los españoles apoyaría la república en un referéndum, frente a un 34,9% de la población que prefiere la monarquía. En cuanto a la convocatoria de un referéndum para cambiar la forma de Estado, el 47,8% piensa que sería necesario convocar una consulta popular para que los españoles elijan entre monarquía y república, mientras que un 36,1% no lo cree necesario. El número de indecisos es de un 16,1% de la población. La encuesta se realiza después de que el Centro de Investigaciones Sociológicas se negara a preguntar a los españoles sobre la monarquía, algo que no realiza desde 2015.

Es destacable el interés demostrado por los españoles por expresar su opinión en un tema de tanta trascendencia, como es la forma de gobierno, así como la cada vez más mayoritaria opinión a favor de la república.

Lógicamente esto ha supuesto una gran discusión en las redes sociales. En los mensajes que se pueden leer en las redes, unos consideran que no es momento de abrir este debate, otros identifican la monarquía con los años de estabilidad y desarrollo que ha tenido España en los últimos años, por lo que no habría que cambiarla, y otros se decantan claramente a favor del modelo republicano por considerarlo más democrático.

El problema es que bajo la forma de gobierno republicano pueden existir regímenes políticos de muy diverso signo. Así nos encontramos en la actualidad con repúblicas de corte claramente autoritario frente a otras más liberales y más avanzadas socialmente. Por tanto habría que definir qué tipo de República sería la más favorable para la mayoría de los ciudadanos españoles. Cambiar monarquía por república no es sólo sustituir la forma de acceso a la Jefatura del Estado, desde el acceso por herencia al de elección democrática, sino que supone la puesta en práctica de una serie de valores que vendrían a constituir el Ideal Republicano. De eso trata esta entrada del blog.

Los valores republicanos

¿Cuáles son esos valores que vendrían a constituir el ideal republicano? Por lo pronto conviene saber que la teoría política sobre la República comenzó a elaborarse en la Antigüedad clásica, griega y romana. Tanto Platón como Aristóteles elaboraron su propia idea sobre el republicanismo, estableciendo que la nación debía gobernarse como una cosa pública, res publica para los romanos, que compete a todos los ciudadanos y no sólo a un grupo privilegiado o una clase social. En la antigua Roma, Cicerón puso especial énfasis en la importancia de los valores cívicos que los ciudadanos debían tener para hacer posible la República. Ya en el siglo XVIII los ilustrados, especialmente con los escritos de Rousseau, retomaron la idea de República. El ideal republicano es parte integrante y expresión política por excelencia de tradición del pensamiento moderno, que defiende la razón contra los privilegios y tradiciones. La Revolución francesa estableció los principios de liberté, égalité et fraternité (libertad, igualdad y fraternidad), como lema de la República.

Como se ve el concepto de República no es precisamente una idea nueva y a lo largo del tiempo se han ido destacando los valores republicanos. Veamos cuáles son esos valores históricos que desde la Antigüedad han venido configurando el Ideal Republicano:

- SOBERANÍA POPULAR ya que todo poder público procede de la ciudadanía y “todos” sus representantes deben ser democráticamente elegidos. Este principio choca directamente con la monarquía, en la que la figura política más importante, como es la Jefatura del Estado, no es democráticamente elegida.

- El VALOR DE LA POLÍTICA como el arte de gobernar la pólis, (ciudad o Estado) buscando la felicidad del hombre, atendiendo sus intereses personales y estableciendo los intereses comunes del grupo al cual pertenece. Supone recuperar la política como una actividad noble, que a todos afecta y que a todos debe interesar.

- PARTICIPACIÓN CIUDADANA en la política, en la defensa del bien común, para evitar que quede en manos de unos pocos e impedir así la corrupción y el predominio de los intereses privados de algunos grupos. Los gobernantes deben establecer vías para incentivar y hacer efectiva esa participación, y no solo en los procesos electorales, ya que sin la intervención ciudadana en los asuntos gubernativos y sin las condiciones socio-económicas que aseguren una auténtica y paritaria intervención de la ciudadanía en la dirección de los asuntos comunes, las repúblicas no serían tales.

- EDUCACIÓN EN VALORES CIUDADANOS para hacer posible esa intervención de la ciudadanía en los asuntos comunes. Ya desde la Antigüedad clásica se destacó la importancia de la educación como pilar básico para conseguir un ethos cívico o una disposición actitudinal de los individuos hacia el bien público.

- DEFENSA DE LO PÚBLICO entendiendo que lo público tiene como único objetivo el bien común y estableciendo un corte radical con lo privado, cuyos objetivos no tienen por qué coincidir con los intereses del conjunto de la ciudadanía.

- LAICIDAD, ya que la razón y la defensa del bien común deben ser los principios que deben guiar la actuación política. Supone una clara separación entre la Iglesia y el Estado, y considera que las creencias y sentimientos religiosos deben remitirse al ámbito de lo privado.

- JUSTICIA SOCIAL derivada de los principios de solidaridad, igualdad y fraternidad para procurar una distribución justa y equitativa de los recursos. En el ideal republicano se considera la solidaridad o fraternidad como complemento a la libertad individual y a la igualdad ciudadana.

- DEMOCRACIA que debe ser un instrumento republicano para garantizar el interés de la mayoría y su aplicación en los más diversos aspectos de la vida en sociedad. La República es la forma de gobierno en la cual la democracia es la base imprescindible del Estado de Derecho.

Por tanto la República es más que una alternativa de gobierno diferente a la monarquía. La defensa del Ideal Republicano significa optar por un Estado basado en la soberanía popular, laico, solidario, con profundo contenido social y participación democrática ciudadana y en el que la defensa de lo público y el bien común son objetivos irrenunciables de la política.

Las repúblicas españolas

En España hemos tenido dos experiencias republicanas. La Primera República surgió como consecuencia de la revolución de septiembre de 1868, que supuso el destronamiento de Isabel II. Una vez aprobada la Constitución de 1869, primera que puede considerarse democrática y que establecía la monarquía como forma de gobierno en España, se buscó un nuevo rey. Tras varios intentos entre las cancillerías europeas, las Cortes votaron al hijo del rey Italiano, el duque de Aosta, Amadeo de Saboya, que comenzó su reinado en enero de 1871. Los numerosos problemas a los que tuvo que enfrentarse y la enorme inestabilidad de la política española en esos años, hicieron que finalmente abdicara en febrero de 1873.

Ante la situación de vacío de poder que se produjo, una reunión conjunta de las dos cámaras acordó por mayoría la proclamación de la República. Desde el principio se hizo patente la división de los republicanos entre los que defendían una república unitaria y los que propugnaban una federal. Las agitaciones promovidas por los federalistas más radicales, desembocaron en la proclamación de cantones. Para acabar con la sublevación, Pi i Margall presentó un proyecto de Constitución que establecía una República federal integrada por diecisiete estados. En el título preliminar se establecían lo que se consideraban derechos naturales: a la vida, la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas, el de reunión y asociación, la libertad de enseñanza, libertad de trabajo, derecho de propiedad, igualdad ante la ley y a un juicio justo. La falta de acuerdo entre los republicanos de distinto signo hizo imposible su aprobación. Tras cuatro presidentes en menos de un año, el 3 de enero de 1874 el general Pavía irrumpió en el Congreso y acabó con las Cortes Constituyentes. Bajo la presidencia de Serrano se constituyó una República Presidencialista en la que se sucedieron varios gobiernos llamados Poder Ejecutivo de la República, hasta que en diciembre de 1874, un golpe de Estado del general Martínez Campos terminó con la experiencia republicana y se restauró la dinastía de los borbones en la figura de Alfonso XII. Por tanto, la primera experiencia republicana española fue bastante breve, ya que tan sólo duró 22 meses y terminó con un golpe de Estado.

La Segunda República se proclamó el 14 de abril de 1931 tras el triunfo de las candidaturas de la coalición de republicanos y socialistas en las elecciones municipales del 12 de abril. El 9 de diciembre se promulgó la Constitución que en su artículo primero establecía que “España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia…”. En su articulado establecía una serie de derechos y libertades que suponían un claro avance en la democratización y modernización de España. En cuanto a la organización territorial definía al Estado integrado por municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía (art. 8). En julio de 1936, un grupo de militares intentaron un golpe de Estado contra la República que fracasó, dando paso a una guerra civil que duró cerca de tres años. La guerra terminó el primero de abril de 1939, acabando así con la Segunda República y comenzando una dictadura que llegaría hasta la muerte del dictador en noviembre de 1975.

Las dos repúblicas españolas fueron experiencias fallidas, terminando en ambos casos con un golpe militar. A pesar del poco tiempo en que estuvo vigente el sistema republicano, en los dos casos, salvando las diferencias debidas a las circunstancias históricas en que se desarrollaron cada una, propugnaron una serie de valores que forman parte de lo que históricamente he venido definiendo como el Ideal Republicano.

Una República para el siglo XXI

La defensa del Ideal Republicano no debe entenderse como una mirada hacia atrás. Las experiencias republicanas habidas hasta ahora en España se desarrollaron en unas circunstancias históricas determinadas, tuvieron sus luces y sus sombras y en todo caso son irrepetibles. La plasmación política del Ideal Republicano es un proyecto de futuro que, en el caso de España, se debe concretar en la III República.

La República de España debe ser la manera democrática de constitucionalizar la justicia social y el reparto equitativo de la riqueza. La República de España aspira a ser la solución al desempleo, a los desahucios y al dominio de la banca sin escrúpulos, entre otras cuestiones que hoy angustian a millones de españoles.

La III República será el resultado de un proceso constituyente que sea capaz de generar una alternativa basada en la soberanía popular, en una democracia política construida sobre una democracia social y en la creación de una economía al servicio de la mayoría de la población trabajadora, en un Estado federal, laico y solidario. En suma un proceso de construcción del Ideal Republicano que, como se ve, va bastante más allá de cambiar la forma de acceso a la Jefatura del Estado.

Ciertamente que una monarquía parlamentaria puede considerarse democrática, al permitir la elección de los miembros de los poderes legislativo y ejecutivo; pero esa democracia será incompleta y no garantiza la consecución de los valores que hasta aquí he considerado que forman parte del Ideal Republicano.

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