Qué pasa con los impuestos



 

La eliminación del impuesto sobre patrimonio en Andalucía, siguiendo los pasos de la Comunidad de Madrid, ha puesto una vez más el debate sobre los impuestos de plena actualidad. La derecha, como suele ser habitual, ha desempolvado el mantra de la bajada de impuestos como la principal medida económica. El debate se da en el ámbito político, animado por los medios de comunicación de distinto signo, pero ha saltado a las redes sociales y a las discusiones entre la ciudadanía.

Los impuestos nos afectan a todos. Gracias a esos impuestos se pueden garantizar los servicios públicos que constituyen el llamado “estado del bienestar” y aunque unos aporten más que otros, dependiendo de su renta, lo cierto es que todos pagamos impuestos, ya sean directos o indirectos. Por eso el debate político entre partidarios de subir o bajar los impuestos llena miles de páginas de los periódicos, muchas horas en radio y televisión y cientos de miles de mensajes en las redes sociales.

En el debate político no siempre los partidos dicen toda la verdad sobre las consecuencias de su postura en lo referente a los impuestos. A veces utilizan medias verdades para justificar su posición. También he visto opiniones en las redes en las que, seguramente por desconocimiento, se hacen afirmaciones que no tienen nada que ver con la verdad. Con esta entrada pretendo aportar algunos datos para que se entienda mejor este tema tan complejo. Para ello comienzo con un breve recorrido histórico sobre el origen y desarrollo de los impuestos, una clasificación sobre los tipos de impuestos que hay y los que actualmente se pagan en España, así como a qué se destinan y unos datos sobre la presión fiscal y su comparativa con los países de la UE.

Un poco de historia

La historia de los impuestos es casi tan antigua como las primeras sociedades humanas. Las primeras leyes que regulaban el cobro de impuestos aparecen en Mesopotamia, Egipto y China. En la Grecia clásica se pagaba una cuota anual que iba a parar al Tesoro Público. En un principio se usaba para construir barcos y equipar soldados. Más tarde también sirvió para construir edificios públicos, distribuir bienes entre los más necesitados y pagar médicos y profesores. En Roma una importante fuente de ingresos para el estado era el arriendo de tierras conquistadas en las guerras. Otra forma de recaudar impuestos era imponiendo cargas económicas a los pueblos vencidos. También se imponía un impuesto, prácticamente igual para cada ciudadano, llamado capitación. Las ciudades debían pagar un impuesto territorial.

Durante la Edad Media los señores que tenían tierras y un castillo podían cobrar impuestos a los vasallos que vivían en sus dominios. El señor podía ser un noble, un eclesiástico o el propio rey. Los impuestos consistían en prestaciones de servicios personales, como trabajar en las tierras del señor o reparar caminos. Lo normal era que se pagara en especie, con animales o frutos de la tierra. Con el tiempo se empezó a pagar con monedas y se fue generalizando el pago en metálico. Otro tipo de impuestos eran los pagos que había que hacer al señor por el uso de los recursos que ponía a disposición de sus vasallos, como el horno, el molino o el lagar. También se pagaban los llamados peajes, como los pontazgos o los portazgos. Había muchos más tipos de impuestos relacionados con el uso de servicios comunes. Por último había que pagar a la Iglesia el diezmo, que consistía en la décima parte de todos sus productos.

Con la Edad Moderna surgen los estados absolutos. Estos estados modernos tienen cada vez más gastos en administración, diplomacia y en las frecuentes guerras entre estados. Se crean mecanismos para aumentar los ingresos del estado y se crean nuevos impuestos. Los más importantes eran: las alcabalas, que suponían el 10% sobre las compraventas; servicio y montazgo, una tasa que dependía del número de cabezas de ganado y los portazgos o impuestos sobre el tráfico de mercancías. También tenía ingresos por monopolios de la corona como la sal, el tabaco, el papel sellado, determinados productos mineros o los naipes. Otra importante fuente de ingresos eran los derechos de aduana. La Iglesia también debía contribuir a los gastos del estado con el pago de las tercias, que suponían las dos novenas partes de los diezmos eclesiásticos; otros pagos que debía hacer la iglesia eran la Bula de Cruzada, el subsidio eclesiástico y el excusado, que era el diezmo de la finca más rica de cada parroquia.

La ruptura con el Antiguo Régimen es la principal característica del comienzo de la Edad Contemporánea. Frente al injusto e ineficaz sistema tributario de la época absolutista, se pretende crear un sistema más equitativo, de modo que pague más quien más tenga. La primera mitad del XIX en España está marcada por el enfrentamiento entre liberales y absolutistas. Aquellos pretenden aplicar el principio de equidad a la reforma de la Hacienda pública, mientras los absolutistas pretenden que la fiscalidad permanezca como estaba. La primera gran reforma fue la de 1845. Se creó el impuesto de inmuebles, cultivo y ganadería, también llamado contribución territorial. Otro impuesto era la contribución industrial y de comercio. El problema era la dificultad para saber cual era la riqueza imponible de cada contribuyente, por lo que la defraudación era tan importante que suponía prácticamente la mitad de lo que se podía recaudar. Estos impuestos directos suponían la cuarta parte del total recaudado, el resto era a través de impuestos indirectos como los de cédula personal, de sueldos y asignaciones, de derechos reales o de Timbre del Estado. Pero los que más recaudaban eran los impuestos al consumo: consumos, impuesto de aguardientes, licores y alcoholes e impuestos sobre el transporte. Otras fuentes de ingresos eran las loterías y los provenientes de la desamortización. También tenían cierta consideración los que venían por las propiedades y derechos del Estado, los pagos por redención del servicio militar y los provenientes de las Casas de Moneda. Un tipo especial de impuesto lo constituye el arancel de aduanas, que se aplica a las importaciones.

El siglo XX se inicia con la llamada reforma Villaverde. La gran novedad era la Contribución de Utilidades, que gravaba las rentas del trabajo, las del capital y los beneficios empresariales. Los intentos de reforma de los impuestos que se hicieron durante la II República no pudieron llevarse a la práctica por la llegada al gobierno de los partidos conservadores y la posterior guerra. Durante el franquismo no se tocó el sistema impositivo vigente, que era claramente favorecedor para las clases pudientes, principal sostén de la dictadura.

La verdadera reforma llegó con la democracia. Las líneas maestras de la reforma eran la simplificación del número de impuestos y, sobre todo, la introducción del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), así como el Impuesto sobre la Renta de las Sociedades. Finalmente el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) se adoptó en 1986 con motivo de la entrada en la Comunidad Europea.

Tipos de impuestos

Aunque es normal llamar impuestos a todo pago que, de forma obligatoria, debemos realizar a las administraciones públicas, lo cierto es que este conjunto de pagos se engloban dentro del concepto de tributos. Dentro de este concepto se incluyen las tasas, que son los pagos obligatorios que hay que hacer a una administración a cambio de una prestación (recogida de basuras, renovación del DNI…) o las contribuciones especiales, que se pagan cuando una actuación pública produce un beneficio especial a determinados individuos, como el arreglo de un camino que aumenta el valor de una finca. Pero los tributos más importantes, por los que más se recauda, son los impuestos. Se trata de cantidades que se pagan obligatoriamente sin percepción directa de un servicio. A su vez los impuestos se clasifican en directos, que dependen de la capacidad económica, el patrimonio del que es poseedor o de la percepción de rentas; e indirectos que gravan el consumo o la circulación de riqueza.

Actualmente en España se pagan los siguientes impuestos directos:

Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF): “es un tributo de carácter personal y directo que grava, según los principios de igualdad, generalidad y progresividad, la renta de las personas físicas de acuerdo con su naturaleza y sus circunstancias personales y familiares”. En el concepto de renta se engloban los rendimientos del trabajo y actividades económicas (sueldos, salarios y otro tipo de rendimientos, como los de los profesionales independientes), los rendimientos del capital (intereses de cuentas bancarias, dividendos de acciones....) y las ganancias y pérdidas patrimoniales. Es un impuesto cedido parcialmente a las Comunidades Autónomas. Es el impuesto más importante.

Impuesto sobre Sociedades: grava la renta de las sociedades y demás entidades jurídicas. Se aplica sobre el beneficio neto, es decir, que de los ingresos que obtiene cada empresa se restan los gastos que han sido necesarios para su obtención.

Impuesto sobre la Renta de no Residentes: se aplica sobre la renta obtenida en territorio español por las personas físicas y entidades no residentes en éste.

Impuesto sobre Donaciones y Sucesiones: grava los incrementos patrimoniales obtenidos a título lucrativo por personas físicas. En concreto se aplica sobre bienes y derechos por herencia, donación o percepción de cantidades por seguros de vida. La gestión de este impuesto puede cederse a las Comunidades Autónomas.

Impuesto sobre el Patrimonio: grava el patrimonio neto de las personas físicas. Por patrimonio neto se entiende el conjunto de bienes y derechos de contenido económico de que sea titular, con deducción de las cargas y gravámenes que disminuyan su valor, así como de las deudas y obligaciones personales de las que deba responder. Este impuesto suele estar cedido a las Comunidades Autónomas.

Son impuestos indirectos:

Impuesto sobre el valor añadido (IVA): se aplica sobre las entregas de bienes y prestaciones de servicios efectuadas por empresarios o profesionales.

Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados: grava las transmisiones patrimoniales, las operaciones societarias y los actos jurídicos documentados.

Impuestos Especiales: gravan el consumo de determinados productos como el alcohol y las bebidas alcohólicas, los hidrocarburos, el tabaco o la electricidad.

También los ayuntamientos recaudan impuestos. Entre los impuestos directos están el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica y el Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana. Entre los indirectos destaca el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras.

A dónde van los impuestos

Con los ingresos que prevé recaudar el Estado se confeccionan los Presupuestos Generales del Estado. Para el año 2022 el apartado de ingresos tenía la siguiente distribución: las cotizaciones sociales y el IRPF suponían el 63,5%, los impuestos indirectos el 15,1%, otros ingresos el 21,4%. En cuanto a los gastos presupuestados el reparto quedaba así: al pago de pensiones se destinaría el 32,5%; en transferencias a otras administraciones como comunidades autónomas, ayuntamientos y Unión Europea el 13,5%; al pago de deuda pública el 5,7 %; para el desempleo se presupuestaba el 4,2%; para otras prestaciones como el Ingreso Mínimo Vital o las de garantía salarial el 3,98%; para el funcionamiento en general y los servicios que prestan los distintos ministerios se destinó el 40%.

La presión fiscal

Se trata de la relación que hay entre los ingresos de la hacienda pública en concepto de tributos y el Producto Nacional Bruto (PIB), es decir, del total de la riqueza de un país. Por tanto mide el porcentaje de estos ingresos respecto al PIB. Según los últimos datos de Eurostat, la presión fiscal en España el año 2020 se situó en el 36,8%. La media en la Unión Europea fue del 40,2%. España ocupó el puesto número 14 de los 27 estados que componen la UE, entre el 46,8% de Dinamarca y el 20,1% de Irlanda.

Sin embargo España recauda por los impuestos bastante menos que la media europea. Por el IRPF tan sólo recauda el 8,8% del PIB, frente al 26,9% que recauda Dinamarca. En cuanto al Impuesto de Sociedades, frente a un valor nominal del 25%, tan solo recauda el 2% de su PIB, debido sobre todo a las múltiples excepciones y rebajas que se aplica a las empresas. También el IVA se mantiene por debajo de la media europea, un 21% frente al 21,5%, ocupando el puesto número 12 entre los países de la UE, al mismo nivel que Bélgica, Países Bajos, Letonia, Lituania y la República Checa. En cuanto al Impuesto sobre el Patrimonio, España es uno de los pocos países que lo mantienen, junto con Suiza, Noruega o Luxemburgo. Si bien hay que recordar que se paga para patrimonios superiores a 700.000 euros y que en la Comunidad de Madrid y Andalucía está bonificado al 100%.

Conclusiones

Todos queremos pagar menos impuestos. Pero también es cierto que queremos disfrutar de servicios públicos de calidad: sanidad, educación, transporte, infraestructuras… El problema está en que esos dos deseos son incompatibles. Si se recaudan menos impuestos, hay que recortar esos servicios que queremos disfrutar.

Por otra parte, hemos visto cómo la recaudación de impuestos ha ido ligada a la aparición y desarrollo de las primeras sociedades humanas. La evolución de esas sociedades hacia sistemas más justos y democráticos, ha sido posible, al menos en parte, por la utilización de los impuestos como medio de distribución de la riqueza, de modo que pague más quien más tiene para hacer posible eso que se ha venido llamando el “estado de bienestar”.

Frente a la opinión, bastante generalizada, de que en España se pagan muchos impuestos, los datos nos informan de que estamos por debajo de la media europea y además se recauda bastante menos de lo que se podría esperar.

Por último, señalar que utilizar la consigna de la bajada generalizada de impuestos, sin aclarar cómo se pagarán los servicios públicos, supone una irresponsabilidad cuyo único objetivo es conseguir votos; pero como se ha visto repetidamente, los que más defienden la bajada de impuestos cuando están en la oposición, son los que más los suben cuando están en el gobierno.


Algunas fuentes

Algunas de las fuentes que he utilizado en la elaboración de este artículos han sido:

- ¿ Qué impuestos hay? En la página de la agencia tributaria:

< https://www.agenciatributaria.es/AEAT.educacion/Profesores_VT3_es_ES.html>

- Impuestos. En la página del Ministerio de Hacienda: <https://www.hacienda.gob.es/es-ES/Areas%20Tematicas/Impuestos/Impuestos/Paginas/Impuestos.aspx>

- ¿Dónde van mis impuestos? En la página de CIVIO:

<https://dondevanmisimpuestos.es/politicas#view=functional&year=2022>

- ¿Desde cuando hay impuestos? En la página de la agencia tributaria:

<https://www.agenciatributaria.es/AEAT.educacion/Profesores_VT6_es_ES.html>

- Radiografía de la presión fiscal en España. En la página de RTVE:

<https://www.rtve.es/noticias/20220924/presion-fiscal-espana-ue/2403461.shtml>

- González Enciso, Agustín y otros. Historia económica de la España Moderna, Ed. Actas, Madrid, 1999.

- Tortella, Gabriel. El desarrollo de la España contemporánea. Historia económica de los siglo XIX y XX, Alianza Editorial, Madrid, 2002.




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