Religión y política


A lo largo de toda la historia ha existido una íntima conexión entre la religión y la política, en la que ambos mundos, el religioso y el político, se han beneficiado mutuamente. En la actualidad, a pesar de que, sobre todo en el mundo occidental, la secularización es la forma común de organización de las sociedades, existe una forma más sutil de intervención de los religioso en la actuación política, así como una instrumentalización de la religión por parte de la política.


En este artículo se hará un breve recorrido histórico sobre las relaciones que a lo largo del tiempo se han establecido entre la religión y la política, una visión panorámica de estas relaciones en el mundo actual y cual es la situación actual en el caso de España. El artículo termina con algunas conclusiones y la relación de las fuentes que se han utilizado.


Relaciones entre la religión y la política a lo largo de la historia.

No se puede hacer una historia de las religiones sin tener en cuenta el contexto político en en que se desarrollan, como no se entendería la historia política de las sociedades sin considerar la influencia que en las mismas ha tenido el hecho religioso.

Se observa cómo la relación entre la la religión y la política evoluciona, aunque no siempre de forma lineal, desde una sumisión absoluta de la política por parte del poder religioso, hacia una secularización y separación de poderes; aunque, como señala Antonio Elorza, esas formas secularizadas del Estado y la política también registran una reincorporación de elementos de tipo religioso

La práctica totalidad de las civilizaciones del mundo antiguo se organizaron como una teocracia, en la que toda actividad humana estaba supeditada a la voluntad de los dioses. Los líderes políticos o bien eran considerados dioses o eran designados directamente por estos, convirtiéndose en sus representantes en la tierra. Este es el caso de los faraones del Egipto antiguo, considerados dioses vivientes. En el Imperio inca, el máximo dirigente político, el Inca, era considerado descendiente directo del dios Sol y por tanto participaba de su misma divinidad. En la China antigua el emperador era llamado el hijo del cielo, por tanto también es dios. En Japón el emperador mantuvo su consideración divina hasta 1946, cuando tras la derrota japonesa ante Estados Unidos, el emperador Hirohito rechazó la idea de que el emperador fuera un dios viviente.

En otros casos el monarca, aunque mantiene su mediación con los dioses, tan sólo alcanza la divinidad después de su muerte. Este es el caso del mundo maya o Mesopotamia. Un tercer nivel lo representan aquellas sociedades en las que el rey es elegido directamente por los dioses, mostrando así la preeminencia de la religión sobre la política: así ocurría en el mundo persa o en el estado islámico clásico (especialmente durante la dinastía abbasida), cuando el califa se consideraba portador del poder de Allah sobre la tierra. Caso especial es el de la Roma imperial, en la que se divinizaba al emperador.

La Edad Media europea está recorrida por la pugna entre el poder de la Iglesia, representada por el papa, y el poder político encarnado en la figura del emperador. Carlomagno se hizo coronar emperador por el papa, mostrando así la dependencia entre el poder político y el religioso.

Los monarcas absolutistas consideraban que su autoridad provenía de dios y por tanto no estaba sujeta a ningún poder terrenal. En consecuencia su poder era absoluto. Esta forma de gobernar tuvo su apogeo durante los siglos XVII y XVIII. La revolución francesa de 1789 supuso el comienzo de la secularización del poder político, que ya no se justifica por el designio divino, sino que el poder emana del pueblo.

En 1938 Eric Voegelin acuñó el término religión política, para describir el fenómeno por el que algunas ideologías funcionaron como religiones, sin ninguna relación con lo sobrenatural. Se trata de un sistema de creencias sobre la autoridad, la sociedad y la historia que se apoya en la sacralización de las personas, lugares, símbolos, fechas, así como en la elaboración de rituales relacionados con estas creencias. Según esta tesis, tanto el nazismo o los fascismos, como el comunismo estalinista o los nacionalismos radicales, se conformarían como religiones cuyo objetivo final no sería ya la salvación del alma individual, sino la consecución de una utopía política.

Religión y política en el mundo actual.

En un trabajo publicado por Santiago Petschen en la revista del Real Instituto Elcano, afirma que durante gran parte del siglo XX, la religión y la política caminaron más separadas que nunca. Pero desde la segunda mitad del siglo XX volvió a establecerse una íntima relación entre ambas. Veamos algunos ejemplos.

La creación del estado de Israel en 1948, más que como consecuencia de la religión que unía a todos los judíos, tuvo su origen en la necesidad de volver a un territorio histórico, tras la larga diáspora y el holocausto que sufrieron bajo el nazismo. El aspecto religioso se encuadraba en la tradición y la historia común. En 1967 tuvo lugar la guerra de los Seis Días contra los países árabes vecinos. Tras la victoria israelí ocuparon la ciudad vieja de Jerusalén y toda Cisjordania, los altos del Golán, Gaza y la península del Sinaí. La victoria fue interpretada por muchos como la realización de un plan divino en favor de Israel. El factor religioso fue ganando importancia. Ante la reclamación internacional para la devolución de los territorios ocupados, fueron ganando cada vez más peso los argumentos religiosos. En 1977 ganó las elecciones el partido Likud que ha venido ganando las mayoría de las elecciones desde entonces y gobernando apoyado por varios partidos religiosos. Actualmente el primer ministro es el líder del Likud, Benjamín Netanyahud, con la participación en su gobierno de varios partidos religiosos y de extrema derecha, que utilizan la religión como excusa para no reconocer un estado palestino, devolver los territorios ocupados o frenar los asentamientos ilegales de judíos en territorios formalmente administrados por la autoridad palestina. Cada vez tienen más influencia los judíos ortodoxos, que interpretan la escritura al pie de la letra y son muy rígidos en la aplicación del talmud.

En el caso del Islam, antes del proceso de descolonización que se produjo tras la I Guerra Mundial hubo una serie de movimientos de secularización, cuyos ejemplos más destacados fueron Irán y Turquía. En varios países surgieron grupos panarabistas nacidos en la lucha contra los colonizadores. En el año 1967 tras el fracaso de los ejércitos árabes en la guerra de los Seis Días, el Rey Faisal de Arabia Saudí interpretó la derrota como un efecto de la mala situación de los musulmanes, por haberse separado del islam. Difundió la idea de que había que rechazar la secularización y volver al Corán y a la sharía. Tras el intento, en 1968, perpretado por un grupo terrorista judío de volar la mezquita Al-Aksa, conmemorativa de la subida de Mahoma al cielo, el rey Hasán II de Marruevos convocó en Rabat a los jefes de estado islámicos, que crearon la Organización de la Conferencia Islámica. En Irán triunfó la revolución islámica encabezada por el ayatolah Jomeini, lo que supuso la sustitución de sus rasgos occidentales por otros islámicos. Quedó establecida la república islámica, con una administración, una educación y la práctica de unas costumbres de acuerdo con la interpretación chií del Corán. Razones internas e intereses extranjeros confluyeron en la creación del yihadismo, ya imposible de controlar y de instrumentalizar por parte de los estados. Primero fueron grupos como la Yihad Islámica, y luego ya el terrorismo globalizado de al-Qaeda o el del Estado Islámico.

Otro caso bastante significativo es el de la derecha cristiana en los EE.UU. Hasta 1980 religión y política caminaban de forma separada. En la escuela era considerado ilegal rezar, invocar a Dios o tener sesiones de lectura bíblica. También era ilegal conceder subvenciones a algún tipo de docencia de carácter religioso. Fue durante la Administración Reagan cuando se produjo el cambio. La mayoría de las sentencias del Supremo con respecto a diversos tipos de actividad religiosa pública fueron favorables a los grupos religiosos. Detrás de estos cambios se encuentra el auge de la derecha cristiana y los neoconservadores o neocons. Desde los neocons se quiere un Estado liberal en el que predomine el mercado. Desde los grupos de derecha cristiana se quiere que el Estado asuma una serie de valores como el rezo en las escuelas y la lectura de la Biblia, el no al aborto, el no a la manipulación genética humana, la explicación del creacionismo como contrario al evolucionismo y el no al matrimonio homosexual. Durante el mandato de Ronald Trump se ha comprobado el poder que estos grupos han adquirido y el control que ejercen sobre el partido republicano.

Los españoles y la religión.

Resulta innegable el importante papel que la religión ha tenido en la configuración de las distintas naciones que a lo largo de la historia han venido ocupando el suelo de la Península Ibérica. En cuanto a su evolución, desde un sistema prácticamente teocrático hacia una mayor secularización del poder político, me remito a lo señalado en el apartado sobre la historia de la relación religión-política. Por tanto aquí voy a referirme a la situación actual y sus antecedentes más inmediatos.

En la elaboración de la Constitución de la Segunda República, uno de los temas a debate que más tiempo ocupó y más reacciones suscitó fue el de la separación entre la Iglesia y el Estado. En el artículo 26 se establecía que “Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial. El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios no mantendrán, favorecerán ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.” Esto suponía la separación efectiva entre las esferas política y religiosa en el ordenamiento jurídico. A nivel social se produjeron brotes de anticlericalismo, que a veces concluyeron con quema de iglesias y conventos; cosa, por otra parte, que ya venía sucediendo desde el siglo XIX.

Durante la dictadura franquista se produjo la convergencia entre los intereses de la Iglesia Católica y los del franquismo, dando lugar al nacional-catolicismo, que se convirtió en base fundamental de la ideología franquista. Se vinculó la grandeza de la nación con su herencia religiosa, justificando así la utilización política de la religión y la decisiva influencia de esta en la actuación política. Había que ser católico, si no quería que se le considerara rojo. Como consecuencia, España entera era oficialmente católica. A partir de los años cincuenta el catolicismo intelectual comenzó a distanciarse públicamente del franquismo. Los años sesenta fueron los del Concilio Vaticano II, y en España, del diálogo cristianomarxista. Una parte de la Iglesia continuó apoyando la dictadura, mientras otra parte buscaba una salida a la misma, apoyando movimientos antifranquista en la Universidad o el movimiento obrero.

El final de la dictadura supuso una reacción de laicidad, pero la religión continuó influyendo y siendo utilizada, a veces como fenómeno cultural o antropológico, cuyas expresiones más multitudinarias son las romerías y las procesiones de Semana Santa. El Concordato entre la Iglesia y el Estado, firmado en 1953, continúa en vigor y cada vez tiene más peso la religión en la educación, sobe todo a través de los conciertos educativos con centros religiosos.

La Constitución de 1978 aborda el tema religioso en el artículo 16:

“1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.

2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.

3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.

La Ley Orgánica de Libertad Religiosa, promulgada en julio de 1980 desarrolla este precepto constitucional.

En cuanto a la práctica religiosa en España, en los barómetros que periódicamente publica el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), a la pregunta sobre cómo se define el entrevistado en materia religiosa el porcentaje de personas que se definen como católicos/as ha bajado desde el 90,5% en mayo de 1978 hasta el 55,4% en octubre de 2021. Elnúmero de personas que se declaran no creyentes (ateos, agnósticos, indiferentes, etc.) se ha multiplicado por cinco: de un 7,6% a un 39,9%.

Según el informe de la Fundación Ferrer i Guardia de 2022, nueve de cada diez enlaces matrimoniales ya se realizan por la vía civil. En 2008 la mitad de los enlaces fueron civiles y desde entonces los matrimonios religiosos han descendido hasta registrase un mínimo histórico en 2020, cuando solo el 10,5% de las bodas fueron religiosas.

En el último barómetro del CIS, de enero de 1923, a la pregunta: “¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a practicante, católico/a no practicante, creyente de otra religión, agnóstico/a, indiferente o no creyente, o ateo/a?” las respuestas han sido: católico/a practicante el 19,1%; católico/a no practicante el 34,6%; creyentes de otra religión el 3%; agnóstico/a el 12,4%; indiferente, no creyente el 12,7%; ateo/a el 16,3%; no sabe/no contesta el 1,9%.

A quienes se definen como católicos/as o creyentes de otra religión, se les ha preguntado “¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales?”, los entrevistados han respondido: nunca, el 27,9%; casi nunca el 20,6%; varias veces al año el 22,4%; dos o tres veces al mes, 9,3%; todos los domingos y festivos el 14,5%; varias veces a la semana, 4,4%; no sabe/no contesta, 0,9%.

Conclusiones

La relación entre la política y la religión existe desde la formación de las primeras sociedades con organización política. Desde un dominio absoluto de lo religioso sobre la política, se fue evolucionando hacia una mayor secularización de la organización social. En muchos casos se produjo una utilización política del fenómeno religioso para justificar ciertos sistemas políticos, si bien el mundo de la religión se dejaba utilizar y también se beneficiaba de esa relación. Un caso extremo de secularización se da en la llamada religión política, cuyos casos más representativos fueron el fascismo, el nazismo, el comunismo de Stalin y algunas formas de nacionalismo. Actualmente se está produciendo una mayor influencia de la religión en la política, de lo que son claros ejemplos el judaísmo, el islamismo y las derechas cristianas.

A pesar de la aparente separación entre el mundo religioso y la política, en muchos países continúa existiendo una estrecha relación entre ambos. En el caso de España, a pesar de lo que establece a este respecto la Constitución, la Iglesia Católica sigue teniendo una situación de privilegio, recibiendo fondos públicos, con la exención de determinados impuestos o la influencia en la educación, especialmente a través de los conciertos educativos. También se produce la ocupación de la religión en actos civiles, como los homenajes al ejército, así como la utilización de símbolos políticos como el himno y la bandera en actos religiosos o la participación de las fuerzas armadas en los desfiles procesionales. Si bien cada vez son menos los españoles que se confiesan católicos practicantes, se extiende una forma de religiosidad popular en la que se mezclan la devoción, la tradición, la cultura y el turismo, cuyas mayores expresiones son las romerías y las procesiones. En estos casos los dirigentes políticos suelen colaborar, y no sólo económicamente, utilizando recursos y espacios que son comunes a todos los ciudadanos, independientemente de sus creencias religiosas.

Fuentes

Aranguren, Jośe Luís, “ El hecho religioso en España”, El País, 14/10/1989.

Elorza, Antonio, “De la teocracia a la religión política”, Política y Sociedad, n.º 22 (1996), pp. 53-79.

Linz, Juan José, “El uso religioso de la política y/o el uso político de la religión: la ideología-sucedáneo versus la religión-sucedáneo”, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, n.º 114 (2006), pp. 11-36.

Nieto, Alejandro, “La política como religión y la religión como política”, El cronista del Estado Social y Democrático de Derecho, n.º 58-59 (2016), pp. 4-13.

Petschen, Santiago, “La nueva presencia de la religión en la política internacional: una dimensión a tener en cuenta en una alianza de civilizaciones occidental e islámica”, Real Instituto Elcano, (2007) <https://www.realinstitutoelcano.org/>

Centro de Investigaciones Sociológicas, Barómetro de enero de 2023, <https://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3380_3399/3390/es3390mar.pdf>

Constitución Española

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