LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES

 


El 25 de abril se cumplieron 50 años de la Revolución de los Claveles en Portugal. Se inició con un golpe de Estado militar pacífico, con apoyo del pueblo, que puso fin a una dictadura de 48 años. Este acontecimiento tuvo repercusión en España, que vivía los últimos coletazos de la dictadura franquista. Cuando los soldados comenzaron a colocar en sus fusiles las flores rojas y blancas que una camarera había traído del restaurante donde trabajaba, aquel acontecimiento histórico recibió el nombre con el que es conocido.

Portugal y España celebrarán conjuntamente este aniversario con un programa de actividades, con el título “Portugal-España: 50 años de cultura y democracia”, que se desarrollará en ambos países en 2024 y 2025. En este artículo se recogen algunos de los precedentes históricos de esta revolución, sus consecuencias inmediatas y los efectos que tuvo en las postrimerías de las dictadura franquista.

La dictadura más larga de Europa

En 1926 el general Antonio Carmona dio un golpe de Estado y se proclamó Presidente de la república portuguesa. Un plebiscito celebrado en 1928 lo confirmó en el cargo, en el que permaneció hasta 1951. Ese mismo año Antonio Oliveira de Salazar era Ministro de Finanzas, llegando a Primer Ministro en 1932 y convirtiéndose así en el hombre fuerte del régimen. Fue el artífice de la Constitución de 1933. En la misma se estableció lo que llamó Estado Novo, un régimen político autoritario que gobernó Portugal hasta la Revolución de los Claveles, en 1974. El régimen se caracterizaba por una fuerte centralización del poder en el gobierno central, supresión de los partidos políticos, censura de prensa y represión de cualquier tipo de disidencia. En 1968 una trombosis cerebral lo apartó del poder, siendo sustituido por Marcelo Caetano, que aunque aplicó mínimas reformas, mantuvo el régimen dictatorial.

Las guerras coloniales

Portugal mantenía gran parte de su enorme imperio colonial, con posesiones en Asia y África. En 1961 tropas indias ocuparon los enclaves portugueses en las colonias de Goa, Damaco y Diu, que fueron definitivamente perdidas. Ese mismo año comenzó la guerra de liberación en las colonias portuguesas de África: Guinea-Bissau, Angola y Mozambique. Un ejército reducido y mal armado se enfrentó a las guerrillas de las colonias que luchaban por su independencia. A pesar de los llamamientos de la ONU, Oliveira Salazar se negó a iniciar el proceso de descolonización y continuó la guerra de ultramar. Se amplió la oficialidad del ejército, dando paso a jóvenes oficiales que provenían de las clases medias, frente a la oficialidad que tradicionalmente había estado copada por miembros de las clases altas portuguesas. Las guerras causaron gran malestar en la población civil, que sufría las consecuencias de la misma. Esto provocó el fortalecimiento de los grupos de oposición, el legal partido de Acción Democrática y Social y los ilegales partidos socialista y comunista. Los jóvenes capitanes, que eran los oficiales que más directamente sufrían la guerra, manifestaron su descontento ante lo que consideraban una guerra inútil y que nunca podrían ganar. Crearon el Movimiento de los Capitanes, llamado más tarde Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA). En 1973 Guinea-Bissau declaró unilateralmente su independencia y el General Espínola, gobernador de la colonia, regresó a Portugal, siendo nombrado Subjefe del Estado Mayor. Publicó el libro Portugal y el futuro, en el que planteaba la necesidad de una solución política, por lo que fue destituido de su cargo, lo que le hizo conseguir gran popularidad entre el MFA. Spínola era un general conservador que había participado como voluntario en la guerra civil española, luchando con los sublevados franquistas, y como observador del ejército alemán en la II Guerra Mundial.

Comienza la revolución

El 16 de marzo de 1974, un destacamento militar se sublevó en Caldas de Rainha. La sublevación fue abortada y los militares encarcelados. Tan sólo dos meses más tarde, el 25 de mayo, se puso en marcha el golpe de estado diseñado por el capitán Otelo Saraiva de Carvalho, junto con otros capitanes del MFA. Poco después de la media noche, sonó en radio Renasçença la canción Grándola, vila morena. Era la señal acordada para que unos cinco mil militares, implicados en la revolución, se movilizaran en cuarteles de todo el país. Una columna militar, con blindados y 240 soldados, mandados por el capitán de caballería Salgueiro Maia, partió de Santarem, a unos 80 kms de Lisboa y tomó la Plaza del Comercio, la principal de la capital. Varios destacamentos tomaron diversos medios de comunicación, como Rádio Clube Português, la emisora desde la que se emitieron los comunicados del Movimiento de las Fuerzas Armadas. En los mismos hacían llamamientos al resto del ejército para que se sublevara, informaba a los portugueses de la sublevación y se pedía a la población civil que permaneciera en sus domicilios. Sin embargo miles de lisboetas salieron a la calle y se mezclaron con los soldados, muchos de los cuales lucían claveles blancos o rojos en los cañones de sus fusiles.

Tanto el presidente de la República, Américo Tomas, como el gobierno presidido por Marcelo Caetano, se refugiaron en cuarteles del centro de Lisboa. Se formó una Junta de Salvación Nacional, presidida por Antonio Spínola, a la que tanto el presidente de la República como Marcelo Caetano, traspasaron los poderes. Salgueiro Maia logró evacuar sin un rasguño a Marcelo Caetano, presidente del Consejo de Ministros y símbolo de la dictadura, atrincherado durante horas en un cuartel en el Largo do Carmo. Al día siguiente, el Movimiento de las Fuerzas Armadas metió en un avión a los jerarcas del régimen rumbo al exilio.

En la primera reunión de la Junta de Salvación Nacional, se aprobaron la mayor parte de las reivindicaciones del Movimiento de las Fuerzas Armadas: Libertad de presos políticos – Supresión de la censura de prensa – Disolución de la policía política, la legión portuguesa y las juventudes salazaristas – Legalización de partidos políticos – Indultos a prófugos y desertores. Se anunció que en tres meses habría un gobierno civil y la creación de una comisión para redactar una propuesta de constitución.

El Primero de Mayo, cientos de miles de personas inundaron las calles de Lisboa para dar la bienvenida a los que regresaban del exilio y los que salían de las cárceles. El golpe de estado, había dado paso a la revolución.

Los primeros pasos del gobierno

El 15 de mayo, la Junta de Salvación Nacional nombró a Spínola Presidente provisional. Este nombró el primer gobierno provisional con representantes de todos los partidos. Pronto comenzaron las desavenencias con el MFA sobre la aplicación de la autodeterminación de las colonias. El Presidente del gobierno, Adelino de Palma Carlos, propuso que se adelantara el nombramiento del Presidente de la República por sufragio directo, pero el Consejo de Estado lo rechazó y Palma Carlos dimitió. Fue sustituido por el coronel Vasco dos Santos Gonçalves. Las desavenencias en el seno del gobierno se hicieron insalvables y Spínola presentó la dimisión, siendo sustituido por Francisco Costa Gomes. Comenzaron las negociaciones para la descolonización de las colonias. El 11 de marzo de 1975 se produjo una intentona golpista, dirigida por Spínola. Tras el fracaso, éste huyó a España.

El 25 de abril de 1975, un año después del comienzo de la revolución, se celebraron elecciones constituyentes, que fueron ganadas por el Partido Socialista de Mario Soares.

España ante la revolución portuguesa

Lógicamente los españoles estaban muy interesados en la revolución que estaba ocurriendo en nuestro país vecino. Para los grupos de oposición y la recién creada Unión Democrática Militar, suponía un soplo de esperanza de que la misma fuera un acicate para poner fin a la dictadura franquista. Los medios de comunicación enviaron corresponsales a Portugal y dieron la noticia con todo tipo de detalles. Los periódicos de la Cadena de Prensa del Movimiento, en un primer momento dieron la noticia en primera plana y con grandes titulares, especialmente el periódico Pueblo. Sin embargo, conforme la revolución iba progresando, tanto la prensa afín al régimen como TVE empezaron a destacar las dificultades que estaba teniendo el proceso y a reducir la publicación de noticias. TVE entre el 25 de abril y enero de 1975, tan sólo emitió un reportaje, pero cuando el proceso revolucionario fue volviéndose más caótico y menos romántico, empezó a aumentar el número de reportajes y hacer valoraciones de lo que estaba ocurriendo. El intento de golpe de Estado protagonizado por Spínola en marzo de 1975, fue ampliamente cubierto, tanto que preparó tres reportajes para Informe Semanal. Por su parte el diario Pueblo hacía un retrato de la trayectoria del general Spinola, elogiando su carrera y destacando su participación en la Guerra Civil española.

Por su parte, la prensa progresista, como Cambio 16, destacó el aspecto pacífico de la revolución y señalaba la vía idónea para mostrar los beneficios y la posibilidad del camino de España hacia la democracia, con titulares como “Un camino a la esperanza” o “El fin de una dictadura”.

En cuanto al régimen, en principio se respetó el principio de no injerencia y de hecho nuestro país fue uno de los primeros, ya el 29 de abril, en reconocer la Junta de Salvación Nacional. Pero tras la salida de la Presidencia de la República portuguesa del general Spínola, pasó a apoyar discretamente la contrarrevolución. Cuando la política portuguesa estuvo dominada por la izquierda, los sectores más conservadores del aparato del Estado temieron el contagio. Una de las primeras medidas fue el refuerzo del control de la frontera portuguesa, pues se temió la instalación del comunismo en la frontera terrestre más extensa de España. Se cesó al ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas, por decisión expresa del jefe del Estado, asustado por la liberalización excesiva de los medios de comunicación social.

Una vez “reconducida” la revolución, en febrero de 1976, los responsables de ambas diplomacias sellaron el llamado Acuerdo de Guarda, basado en el respeto mutuo y la colaboración.

Comentarios

  1. Aquellos días todos vibrábamos de alegría. Recuerdo muchas cosas pero tu artículo me lo ha hecho presente. Muy clarificador y se lee bien.

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