QUÉ HACER CON EL VALLE DE LOS CAÍDOS
El Consejo de Ministros aprobó en mayo de 2011 la creación de una comisión de expertos que en un plazo de cinco meses debería decidir qué hacer en el Valle de los Caídos y si los restos de Franco debían permanecer en el mismo. La intención del Gobierno de Zapatero era convertir el Valle en un lugar de memoria y reconciliación. Dicha comisión estaba formada por trece expertos, cuyos nombres fueron consensuados con todos los grupos parlamentarios.
Cuando el Gobierno se encontraba ya en funciones propuso en noviembre del mismo año levantar la losa de granito de 1.500 kilos que cubre la tumba y exhumar los restos del dictador para entregárselos a la familia, como recomendaba la comisión de expertos. El informe de la comisión también recomendaba al Gobierno “dignificar” el cementerio del Valle de los Caídos, la mayor fosa común del franquismo, donde yacen casi 34.000 personas. Dicho cementerio pasaría a ser público. El gobierno del PP decidió guardar el informe en un cajón y, por tanto, renunciar a poner en práctica sus conclusiones.
Seis años más tarde, en mayo de 2017, el pleno del Congreso aprobó instar al Gobierno a exhumar los restos del dictador Francisco Franco para sacarlos del Valle de los Caídos. La proposición no de ley del PSOE fue aprobada sin votos en contra, salvo uno por error de una diputada del PP. Fueron 198 a favor y 140 abstenciones, con el citado voto erróneo en contra. El PP que estaba en contra del texto terminó por abstenerse. La decisión tenía tan solo un valor simbólico por ser una proposición no de ley. Los populares aseguraron durante el debate que no hay consenso para trasladar los restos de Franco. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, también cuestionó tras la votación que exista consenso para proceder al traslado. En conclusión, la proposición no de ley tampoco fue tenida en cuenta.
El nuevo gobierno socialista, dirigido por Pedro Sánchez, ha hecho pública de forma reiterada su intención de exhumar los restos de Franco y entregarlos a la familia. La jerarquía de la Iglesia católica no se opone, aunque sí lo hace el actual prior de la Abadía, Santiago Cantera. Tampoco está de acuerdo la familia, aunque según varios informes jurídicos, eso no sería impedimento para realizar la exhumación. El 18 de julio de este mismo año, la Fundación Francisco Franco ha hecho un llamamiento a la Iglesia para que evite la exhumación de los restos de Franco y llama a un “nuevo alzamiento”. Obviamente todo esto ha reabierto un debate no sólo sobre la exhumación de los restos de Francisco Franco, sino sobre cual debe ser el futuro del Valle de los Caídos.
En esta entrada del blog pretendo aportar datos sobre el origen y la ejecución de la obra del Valle de los Caídos, qué pretendía Franco con el levantamiento de este monumento, quiénes hicieron la obra y quiénes están enterrados en el mausoleo, así como las distintas propuestas que hay para el Valle.
Como siempre el objetivo no es más que aportar una serie de datos, convenientemente contrastados, que ayuden a formarse una opinión sobre el tema, con algo más de fundamento de la que generalmente se expresa a través de los redes sociales.
ORIGEN
Desde el principio de la guerra Franco sintió la necesidad de levantar un monumento par honrar a los muertos del bando vencedor. Así lo afirma uno de los arquitectos de la obra, Diego Méndez, citado por Daniel Sueiro. El Boletín Oficial del Estado publicaba el 2 de abril de 1940 el Decreto de 1 de abril, primer aniversario de la victoria franquista, “disponiendo se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra de Guadarrama (El Escorial), conocida por Cuelga-muros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada”. En la exposición de motivos se incluía el objetivo del monumento: “Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor”. Obviamente no se hacía ninguna referencia a los perdedores y el monumento iba a consistir en un homenaje a los vencedores de la guerra civil.
El mismo día primero de abril, después de la celebración del desfile de la victoria, Franco acompañado por los embajadores de Alemania, Italia y Portugal, así como de altos mandos militares, se dirigieron al paraje de Cuelgamuros, donde se leyó el decreto de fundación. Hizo explotar el primer barreno simbólico y explicó a los presentes el proyecto de obra. Oficialmente comenzaba la obra del Valle de los Caídos.
EJECUCIÓN DEL PROYECTO
A pesar de las previsiones iniciales de acabar la obra en cinco años, no fue inaugurada hasta el primero de abril de 1959, veinte años después del comienzo de las mismas. El primer arquitecto fue Pedro Muguruza, primer director de la Dirección General de Arquitectura. Pero el monumento fue proyectado bajo la muy directa inspiración de Franco que incluso hizo algunos dibujos de él. El arquitecto defendía un estilo arquitectónico que llamó imperial. Su primer proyecto tenía unas dimensiones que pronto serían superadas por proyectos posteriores, bajo la muy atenta mirada de Franco. Aquejado de una grave enfermedad de la que moriría en 1952, Muguruza fue sustituido por una Junta formada por Prieto Moreno, Antonio Mesa y Diego Méndez González. Uno de los temas que más obsesionaban a Franco era el tamaño y diseño de la cruz. Ante el desacuerdo con los proyectos presentados por los otros dos arquitectos, Diego Méndez fue nombrado director único de la obras en 1950 hasta su inauguración en 1959. La ejecución de la obra fue adjudicada por concurso para cada uno de sus aspectos: para la perforación de la cripta, San Román; Molán se encargó de la construcción de lo que inicialmente iba a ser el monasterio; Banús de la carretera de acceso; las obras de ampliación de la cripta fueron adjudicadas a Francisco Casas Segarra; la cruz se adjudicó a Huarte y Cía SL y otras partes de la obra fueron ejecutadas por Agromán.
Ante las dificultades expuestas por los monjes que deberían atender el culto en la basílica por la distancia entre esta y el monasterio, se decidió construir el monasterio junto a la basílica, dedicando el antiguo monasterio a ser la sede del Centro de Estudios Sociales. También fue desechada la idea del Cuartel de Juventudes a que hacía referencia el decreto de abril de 1940.
Diversos testigos confirman que las visitas de Franco a la obra eran frecuentes. Después de no pocos problemas y de rehacer muchas partes de la obra ya terminada por no estar de acuerdo Franco con lo que se había ejecutado, el primero de agosto de 1958 abrió el Valle sus puertas al público, aún antes de ser inaugurado oficialmente, con la venta de tiques para los vehículos, siendo gratis para los peatones.
LA MANO DE OBRA
Al comienzo de la obra las empresas adjudicatarias contrataron trabajadores libres. Unos buscaron trabajo en la obra para solucionar la situación de paro en la que se encontraba la mayoría de los trabajadores españoles después de la guerra. Otros como una forma de salir de su pueblo donde podían ser detenidos, encarcelados o ejecutados por haber permanecido fieles a la República. Entre estos se encontraba la familia del actor Paco Rabal. Los primeros trabajadores libres de los pueblos cercanos trabajaban por 7 ptas. diarias. Al principio los trabajadores se fabricaban sus chabolas, luego se construyeron casas. Pero pronto comenzaron a llegar presos políticos en aplicación del plan de Redención de Penas por el Trabajo que diseñó el jesuita José A. Pérez del Pulgar. Los presos republicanos podían redimir por el trabajo sus sentencias, utilizados como mano de obra forzada o alquilados por empresas privadas para trabajos de construcción o minería. Por este sistema, dos días de trabajo redimían tres de condena. Los condenados a muerte no podían redimir pena pero muchos de los solicitantes eran presos que habían sido condenados a muerte y a los que se había conmutado la pena por treinta años de cárcel. No todos los penados que solicitaron trabajar en el Valle eran admitidos. Entre otras cuestiones, además de las condiciones físicas, se tenía en cuenta haber tenido buena conducta en la prisión. El Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo pagaba a cada peón 2 ptas de jornal, de las que descontaba 1,5 para manutención, con lo que al preso se le entregaban 50 céntimos. Según el historiador Paul Preston “Se empleó a 20.000 en la construcción del Valle de los Caídos, mausoleo gigante para Franco y monumento a los que habían muerto defendiendo su causa”. Muchos de los presos que trabajaron en el Valle continuaron trabajando allí cuando habían cumplido su pena y por tanto eran libres. Esto se explica porque al salir tenían que buscarse un fiador que lo avalara y vivir donde el fiador hasta obtener la libertad definitiva y no todos querían o podían conseguirlo.
Junto a presos anónimos trabajaron en Cuelgamuros militares republicanos de alta graduación como el coronel Sáez de Aranaz o el Tte. Corononel Sánchez Cabezudo, intelectuales como el crítico de arte Gaya Nuño o el abogado Gregorio Peces-Barba, padre del diputado del mismo nombre. Otros presos ejercieron sus oficios en la obra, como Gonzalo de Córdoba que ejerció de maestro de escuela en el Valle para los hijos de los funcionarios y los encargados de las obras o el el Dr. Lausín que fue el médico de la obra.
EL MONUMENTO
Según afirma Sueiro, “Franco esperaba que el Valle de los Caídos estableciera una arquitectura imperial franquista que enlazaría eternamente su régimen y su victoria con los triunfos de Carlos V y Felipe II”. Se tardó casi veinte años en excavar la basílica subterránea, que mide cerca de trescientos metros, en construir el monasterio en una ladera del Valle de Cuelgamuros y en erigir la inmensa cruz que se eleva unos ciento sesenta metros sobre él.
La cruz tiene en la base colosales esculturas de Juan de Ávalos con los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales. Estas esculturas, junto a la Piedad situada en la puerta de la basílica, se presupuestaron en nueve millones de pesetas, pero una vez comenzada la obra el escultor pidió un considerable aumento del presupuesto que finalmente se aumentó en cerca de cuatro millones de pesetas. También esculpió cuatro figuras en bronce para el altar mayor de la basílica. Pero fueron muchos los escultores que trabajaron en la obra. Delante de la cruz se construyó una explanada de más de 30.000 metros cuadrados, adjudicada a la empresa Huarte. Por una escalinata se accede a la puerta de la cripta flanqueada por las dos alas de la exedra.
Una vez terminada la obra del monumento se inició la del funicular que lleva desde uno de los aparcamientos a la base de la cruz, terminado en verano de 1975.
El conjunto se sitúa en una finca de 1.340 hectáreas. Está dominado por la cruz, construida en piedra, visible a distancia muy considerable en la cara sur de la sierra del Guadarrama. La basílica, su elemento cardinal, excavada en la roca, se mantiene hasta hoy en uso, abierta al culto. También el monasterio continúa habitado por monjes, y dispone de una escolanía destacable.
LOS COSTES
Para financiar la obra se partía de la suscripción nacional abierta durante la guerra, pero también se incluyeron aportaciones del gobierno. Desde su inauguración Franco comenzó a justificar el elevado coste de la obra, comparándola con el Escorial de Felipe II y teniendo en cuenta que “está destinado a dar honra, preces y sepultura a los caídos por Dios y por España”. En cuanto al coste real, el arquitecto Diego Méndez afirmaba en 1957 que no había costado nada ni al contribuyente ni al Estado, ya que habría sido sufragado con donaciones que Franco recibió de personas adictas y que guardó para el monumento. Sin embargo en el Decreto por el que se creaba la fundación de la Santa Cruz, se establecía que la obra había sido costeada con una parte de la suscripción nacional abierta durante la guerra. Pero al crearse el Consejo de Obras del monumento se establece en el Decreto de creación que las obras serían sufragadas con la suscripción más “otras aportaciones que el Gobierno juzgue conveniente destinar a la misma”. En 1946 el Ministerio de Hacienda fija en 45 millones de pesetas la cantidad de la suscripción nacional destinada a la obra. En un folleto reservado publicado con motivo de la inauguración de la obra se informa que el montante de la suscripción nacional fue de 200 millones de ptas. El arquitecto, en el dossier de la obra, hace constar que la parte de la suscripción destinada a la obra fue de algo más de 235 millones, que sólo alcanzó para la cuarta parte de los gastos. A partir de 1952 se puso a disposición del Consejo de Obras el beneficio del sorteo de Lotería Nacional que se celebraría todos los años el 5 de mayo. Desde la creación de la Fundación los beneficios quedaron adscritos a la misma. Sobre el coste total de la obra sólo disponemos de los papeles del arquitecto Diego Méndez que lo eleva a 1.086.460.331,89 ptas. Otro aspecto relacionado con el coste es el relativo al de las vidas de los más de 20.000 españoles que trabajaron en la obra para redimir penas en las empresas adjudicatarias. El arquitecto reduce el número de fallecidos en accidente a cuatro. El médico del Valle señala catorce y el practicante dieciocho. A estos habría que añadir el más de medio centenar que murieron por silicosis por trabajar en la cripta, respirando el polvo que se producía por la explosión de los barrenos.
EL ASPECTO RELIGIOSO
Por Decreto-Ley de 23 de agosto de 1957 se crea la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. “Sus fines serán rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada Nacional, impetrar las bendiciones del Altísimo para España y laborar por el conocimiento e implantación de la paz entre los hombres, sobre la base de la justicia social cristiana”. En el artículo quinto se establece que “El Patronato de la Fundación concertará con la Abadía Benedictina de Silos el establecimiento en el Valle de Cuelgamuros -previos los oportunos requisitos canónicos- de una Abadía Benedictina de la «Santa Cruz del Valle de los Caídos», partiendo de la base de que habrá de tener el carácter de Abadía independiente y contar con un mínimo de veinte monjes profesos con el correspondiente Noviciado”. En el Decreto se establecen los bienes con que se dota a la Fundación, que incluyen el Valle de los Caídos, con todos sus edificios y mobiliario. Así mismo se señalan las obligaciones de la abadía:
a) Mantener el culto con todo el esplendor que la Iglesia recomienda, con cargas especiales para ciertos días.
b) Dirigir y adiestrar una escolanía que contribuya a la mayor solemnidad de las funciones litúrgicas.
c) Dirigir el Centro de Estudios Sociales, con su Biblioteca, publicaciones, becarios y pensionados.
d) Seguir al día la evolución del pensamiento social en el mundo, su legislación y realizaciones.
e) Recopilar la doctrina de los Pontífices y pensadores católicos sobre la materia.
f) Mantener al día una biblioteca especializada en materia religiosa y católico-social, y llevar a cabo la redacción y, en su caso, la divulgación de aquellos trabajos que sobre materias sociales realice el propio Centro.
g) Celebrar en sus locales tandas de ejercicios espirituales especialmente dedicados a fomentar el cumplimiento de los deberes sociales por los patronos, técnicos de empresas y obreros.
h) Preparar aquellos trabajos o informes que, en orden a los problemas sociales, le encargue el Patronato.
i) Cuidar de la hospedería y atender a los huéspedes.
El contrato entre la abadía de Silos y el Patronato de la Fundación se firmó el 29 de mayo de 1958. Incluía una serie de cargas espirituales tales como la celebración de misas por Franco y todos los caídos por la patria y un Te Deum cada 1º de abril como recuerdo del fin de la Cruzada.
Según el primer abad, fray Justo Pérez de Urgel, Franco pensó en el Valle mucho antes de acabar la guerra, algo que recordase la Cruzada y fuese monasterio y enterramiento de los que iban a morir. El monasterio se inauguró en julio de 1958. En abril de 1960, el papa Juan XXIII declaró a la iglesia de la Santa Cruz basílica menor.
LOS ENTERRAMIENTOS
A partir de la terminación de la basílica en 1959 y hasta 1967, casi todos los meses llegaba algún convoy con restos de cientos de muertos. Más de 33.000 cadáveres reposan en las criptas de la basílica. A partir de los diez años, los cadáveres no podían cambiar su enterramiento inicial y debían ir al osario común o al nicho en perpetuidad si lo pagaban los familiares. En vista del retraso en la finalización de las obras y para poder llevar los restos de los caídos en la guerra, se publicó una orden ministerial de 11 de julio de 1946 que prorrogaba indefinidamente aquel plazo, pero siempre que se tratara de “restos de caídos en nuestra Guerra de Liberación, tanto si perecieron en las filas del Ejército Nacional como si sucumbieron asesinados o ejecutados por las hordas marxistas...”. Ninguna mención a los fallecidos en el bando republicano. Posteriormente se decidió enterrar allí también a los soldados republicanos siempre que fueran españoles y católicos y con consentimiento de los familiares. Propuestas de enterramiento de ambos bandos fueron rechazadas por los familiares. Pero también se dio el caso contrario de familiares que querían ver sus deudos enterrados en la cripta y cuya solicitud fue denegada. En cualquier caso, ahora estamos viendo que no todos los enterrados allí contaban con la autorización de sus familiares.
Llegaron restos de fallecidos en la guerra de cementerios de toda España. A comienzos de 1959 ya habían sido enterrados más de 20.000. Muchas viudas de soldados franquistas no autorizaron el traslado de los cuerpos de sus maridos al mausoleo. El régimen necesitaba cuerpos para alimentar aquella enorme cripta y el Ministerio de la Gobernación los pidió por carta a ayuntamientos de toda España, rogando, además, que respondieran "con la mayor brevedad posible". Muchos municipios contestaron que no tenían muertos franquistas, pero sí "fosas del ejército rojo". "A los ayuntamientos les venía muy bien, porque las fosas de republicanos les quitaban espacio e impedían muchas veces ampliar el cementerio municipal. Además, el panorama internacional había cambiado y el régimen ya no podía permitirse seguir marcando la brecha entre vencedores y vencidos. La cripta era muy grande y al final Franco cambió de criterio para incluir en su monumento cuerpos de republicanos", explica la historiadora Queralt Solé, autora de Los muertos clandestinos.
Antes de la inauguración, Franco escribió a los hermanos de José Antonio Primo de Rivera pidiéndoles conformidad para trasladar a la cripta, en lugar destacado, los restos de su hermano que esteban enterrados en el Escorial, lo que estos aceptaron de inmediato. El traslado se realizó en la intimidad la tarde del 29 de marzo de 1959. Franco no asistió, siendo sustituido por Carrero Blanco que recibió los abucheos de los falangistas, que no estaban conformes con el traslado de los restos de su fundador. El mausoleo se inauguró el 1º de abril de 1959, veinte aniversario de la victoria.
En total, en el Valle de los Caídos yacen los restos de 33.833 personas (21.423 de ellas identificadas), llevadas desde 1959 en 491 traslados desde cementerios y fosas comunes de toda España hasta el mausoleo que Franco ideó para inmortalizar su victoria y al que ahora el Gobierno quiere dar otro sentido.
En varias ocasiones, el dictador había manifestado su deseo de ser enterrado en la basílica. En vistas del agravamiento de la enfermedad del dictador, los responsables del monumento comenzaron a realizar los preparativos para el enterramiento.
A las 14 horas y diez minutos del día 23 de noviembre de 1975 fueron sepultados en el Valle de los Caídos los restos del dictador Francisco Franco, que había muerto tres días antes. La tumba, ubicada en el interior de la basílica, detrás del altar, se colocó a 1,26 metros de profundidad y fue forrada con una aleación de plomo y zinc. Nueve canteros la cubrieron con una losa de granito de 1.500 kilos. La operación fue sencilla, como lo será, técnicamente, la de su exhumación.
QUÉ HACER CON EL MONUMENTO
“El Valle de los Caídos es el monumento a la victoria del nacionalcatolicismo. Está en su arquitectura, en las palabras que se pronunciaron en su inauguración… Era el monumento al triunfo de la Cruzada sobre un enemigo que había que exterminar y sigue siéndolo porque no se ha modificado”, afirma el historiador Santos Juliá. Para el también historiador Paul Preston, se trata de una anomalía en la Unión Europea. “No hay en Alemania o Austria monumentos a Hitler, ni en Italia a Mussolini”. Tal y como está, coincide Casanova, "es un elogio al franquismo, no a la reconciliación. Hay una explicación histórica para intervenir”.
Preston es partidario de trasladar los restos del dictador fuera del Valle de los Caídos, como ha garantizado que hará el Gobierno. “Es una buena iniciativa porque mientras estén los restos de Franco, seguirá siendo un lugar de peregrinaje para los partidarios de su dictadura”. Entre otros muchos actos de apología del franquismo y homenaje al dictador, el 20 de noviembre de 1978 asistieron unos 500 oficiales a una ceremonia fascista en el Valle de los Caídos y ya hemos visto cómo el 18 de julio de este mismo año se han concentrado allí miembros de la Fundación Francisco Franco. Santos Juliá no cree, sin embargo, que se pueda convertir el Valle de los Caídos en algo diferente. “Es imposible resignificarlo, pero tampoco es lógico que siga significando lo mismo. El mejor destino de ese sitio es su ruina. No volarlo, sino dejar que se derrumbe, que el tiempo lo devore, después de exhumar el cadáver de Franco y entregar los restos a su familia. Los benedictinos podrían ir a otro monasterio”. El historiador considera que hay consenso suficiente para trasladar los restos del dictador. "Ni al PP se le ocurre ya utilizar a Franco o el lugar público que ocupa como parte de su proyecto político". Y es partidario de construir en otro enclave un memorial para todas las víctimas, tanto las que murieron en un campo como en otro. “Es una cuestión de Estado”, afirma. “Si no se pudiera identificar a todos [los enterrados en el Valle de los Caídos] individualmente y las familias quisieran, podrían ir a ese memorial. Ahí, por supuesto, no caben los restos de Franco, porque no es una víctima, es el vencedor de la Guerra, pero sí los que murieron en los primeros meses bajo la autoridad del Gobierno de la República. La democracia no puede hacer lo mismo que la dictadura: recordar solo a los suyos. Y eso no significa una equiparación de nada”.
Casanova cree que el Valle de los Caídos debería ser un monumento explicado. “Es el mejor sitio para contar la simbiosis entre política y religión”. Preston opina que si la democracia no actuó antes fue “por miedo a las posibles reacciones de la derecha”. “El proceso de lavado de cerebro nacional que se hizo en el franquismo ha dejado unas generaciones que todavía tienen una visión muy positiva del dictador”, apunta. Hoy, “con las reformas propuestas y una obra de educación” cree que sería posible democratizar el Valle de los Caídos. “Podría ser a la vez un museo, un centro explicativo y un lugar de reconciliación, ya que es un lugar donde hay cadáveres de víctimas de ambos bandos de la Guerra Civil española”.
Izquierda Unida ha presentado el pasado 29 de junio una Proposición de Ley integral de memoria democrática y de reconocimiento y reparación a las víctimas del franquismo y la Transición, que entre otras cosas propone la recuperación del Valle y su desacralización, denunciando el convenio de agosto de 1957; la resignificación de todo el complejo del Valle de los Caídos para convertirse en un lugar de memoria donde se expliquen los crímenes del franquismo; desmantelamiento o demolición de aquellos elementos incompatibles con un Estado democrático, entre los que cabe destacar la monumental cruz-espada cuyo mantenimiento haría imposible el citado proceso de resignificación; el nombre del lugar pasará a renombrarse como Valle de Cuelgamuros; los restos mortales del dictador Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera deberán ser exhumados, retirados del lugar y ubicados en el emplazamiento que al efecto designen sus causahabientes; deberán atenderse todas las reclamaciones y peticiones de exhumación de los familiares de las víctimas cuyos restos mortales se encuentren en el lugar.
Por otra parte, en palabras de la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá , el Gobierno se dispone a trasladar los restos del dictador para convertir el Valle de los Caídos en un “memorial a las víctimas, de reconciliación”. Y eso supondrá, una vez realizada la operación, que las inversiones que se hagan a partir de ese momento se orientarán también a tal fin. Hasta ahora, la Administración ha desembolsado grandes cantidades de dinero cada año solo para mantener el Valle de los Caídos.
En cualquier caso, lo que parece evidente es que el Valle de los Caídos es una aberración histórica, que no tiene parangón en ninguna de las democracias de nuestro entorno. A pesar de lo que afirman tanto PP como Ciudadanos, hay suficiente consenso social para sacar los restos de Franco de este monumento a una guerra y una dictadura que nunca tendrían que haberse producido. Los restos deberían entregarse a la familia y si esta no los acepta, llevarlos al osario de un cementerio cercano. Otro tema es qué hacer con el Valle de los Caídos sobre el que las opiniones van desde su abandono para que el tiempo lo convierta en ruina, la voladura o su reconversión en un museo y símbolo de la reconciliación. Sea cual sea la decisión que se adopte, sería deseable que los partidos políticos no utilicen el tema como arma arrojadiza y, al contrario, actúen con miras de estado y pensando en las generaciones futuras.
PARA SABER MÁS
A raíz de la polémica sobre la exhumación de los restos de Franco, la mayoría de los periódicos de tirada nacional, tanto en papel como digitales, han publicado numerosos artículos, algunos de los cuales han servido para este blog. En la mayoría de los casos pueden consultarse en sus ediciones digitales.
En cuanto a publicaciones específicas he localizado las siguientes:
BÁRCENA, Alberto, Los presos del Valle de los Caídos, 2014, San Román, Madrid.
OLMEDA, Fernando, El Valle de los Caídos. Una memoria de España, 2009, Península, Barcelona.
PRESTON, Paul, La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX, 2014, Península, Barcelona
SOLÉ, Queralt, Els morts clandestins: les fosses comunes de la guerra civil a Catalunya (1936-1939), 2008, Afers, Valencia.
SUEIRO, Daniel.: El Valle de los Caídos: los secretos de la cripta franquista, 1983, Argos Vergara, Barcelona.
Cuando el Gobierno se encontraba ya en funciones propuso en noviembre del mismo año levantar la losa de granito de 1.500 kilos que cubre la tumba y exhumar los restos del dictador para entregárselos a la familia, como recomendaba la comisión de expertos. El informe de la comisión también recomendaba al Gobierno “dignificar” el cementerio del Valle de los Caídos, la mayor fosa común del franquismo, donde yacen casi 34.000 personas. Dicho cementerio pasaría a ser público. El gobierno del PP decidió guardar el informe en un cajón y, por tanto, renunciar a poner en práctica sus conclusiones.
Seis años más tarde, en mayo de 2017, el pleno del Congreso aprobó instar al Gobierno a exhumar los restos del dictador Francisco Franco para sacarlos del Valle de los Caídos. La proposición no de ley del PSOE fue aprobada sin votos en contra, salvo uno por error de una diputada del PP. Fueron 198 a favor y 140 abstenciones, con el citado voto erróneo en contra. El PP que estaba en contra del texto terminó por abstenerse. La decisión tenía tan solo un valor simbólico por ser una proposición no de ley. Los populares aseguraron durante el debate que no hay consenso para trasladar los restos de Franco. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, también cuestionó tras la votación que exista consenso para proceder al traslado. En conclusión, la proposición no de ley tampoco fue tenida en cuenta.
El nuevo gobierno socialista, dirigido por Pedro Sánchez, ha hecho pública de forma reiterada su intención de exhumar los restos de Franco y entregarlos a la familia. La jerarquía de la Iglesia católica no se opone, aunque sí lo hace el actual prior de la Abadía, Santiago Cantera. Tampoco está de acuerdo la familia, aunque según varios informes jurídicos, eso no sería impedimento para realizar la exhumación. El 18 de julio de este mismo año, la Fundación Francisco Franco ha hecho un llamamiento a la Iglesia para que evite la exhumación de los restos de Franco y llama a un “nuevo alzamiento”. Obviamente todo esto ha reabierto un debate no sólo sobre la exhumación de los restos de Francisco Franco, sino sobre cual debe ser el futuro del Valle de los Caídos.
En esta entrada del blog pretendo aportar datos sobre el origen y la ejecución de la obra del Valle de los Caídos, qué pretendía Franco con el levantamiento de este monumento, quiénes hicieron la obra y quiénes están enterrados en el mausoleo, así como las distintas propuestas que hay para el Valle.
Como siempre el objetivo no es más que aportar una serie de datos, convenientemente contrastados, que ayuden a formarse una opinión sobre el tema, con algo más de fundamento de la que generalmente se expresa a través de los redes sociales.
ORIGEN
Desde el principio de la guerra Franco sintió la necesidad de levantar un monumento par honrar a los muertos del bando vencedor. Así lo afirma uno de los arquitectos de la obra, Diego Méndez, citado por Daniel Sueiro. El Boletín Oficial del Estado publicaba el 2 de abril de 1940 el Decreto de 1 de abril, primer aniversario de la victoria franquista, “disponiendo se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra de Guadarrama (El Escorial), conocida por Cuelga-muros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada”. En la exposición de motivos se incluía el objetivo del monumento: “Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor”. Obviamente no se hacía ninguna referencia a los perdedores y el monumento iba a consistir en un homenaje a los vencedores de la guerra civil.
El mismo día primero de abril, después de la celebración del desfile de la victoria, Franco acompañado por los embajadores de Alemania, Italia y Portugal, así como de altos mandos militares, se dirigieron al paraje de Cuelgamuros, donde se leyó el decreto de fundación. Hizo explotar el primer barreno simbólico y explicó a los presentes el proyecto de obra. Oficialmente comenzaba la obra del Valle de los Caídos.
EJECUCIÓN DEL PROYECTO
A pesar de las previsiones iniciales de acabar la obra en cinco años, no fue inaugurada hasta el primero de abril de 1959, veinte años después del comienzo de las mismas. El primer arquitecto fue Pedro Muguruza, primer director de la Dirección General de Arquitectura. Pero el monumento fue proyectado bajo la muy directa inspiración de Franco que incluso hizo algunos dibujos de él. El arquitecto defendía un estilo arquitectónico que llamó imperial. Su primer proyecto tenía unas dimensiones que pronto serían superadas por proyectos posteriores, bajo la muy atenta mirada de Franco. Aquejado de una grave enfermedad de la que moriría en 1952, Muguruza fue sustituido por una Junta formada por Prieto Moreno, Antonio Mesa y Diego Méndez González. Uno de los temas que más obsesionaban a Franco era el tamaño y diseño de la cruz. Ante el desacuerdo con los proyectos presentados por los otros dos arquitectos, Diego Méndez fue nombrado director único de la obras en 1950 hasta su inauguración en 1959. La ejecución de la obra fue adjudicada por concurso para cada uno de sus aspectos: para la perforación de la cripta, San Román; Molán se encargó de la construcción de lo que inicialmente iba a ser el monasterio; Banús de la carretera de acceso; las obras de ampliación de la cripta fueron adjudicadas a Francisco Casas Segarra; la cruz se adjudicó a Huarte y Cía SL y otras partes de la obra fueron ejecutadas por Agromán.
Ante las dificultades expuestas por los monjes que deberían atender el culto en la basílica por la distancia entre esta y el monasterio, se decidió construir el monasterio junto a la basílica, dedicando el antiguo monasterio a ser la sede del Centro de Estudios Sociales. También fue desechada la idea del Cuartel de Juventudes a que hacía referencia el decreto de abril de 1940.
Diversos testigos confirman que las visitas de Franco a la obra eran frecuentes. Después de no pocos problemas y de rehacer muchas partes de la obra ya terminada por no estar de acuerdo Franco con lo que se había ejecutado, el primero de agosto de 1958 abrió el Valle sus puertas al público, aún antes de ser inaugurado oficialmente, con la venta de tiques para los vehículos, siendo gratis para los peatones.
LA MANO DE OBRA
Al comienzo de la obra las empresas adjudicatarias contrataron trabajadores libres. Unos buscaron trabajo en la obra para solucionar la situación de paro en la que se encontraba la mayoría de los trabajadores españoles después de la guerra. Otros como una forma de salir de su pueblo donde podían ser detenidos, encarcelados o ejecutados por haber permanecido fieles a la República. Entre estos se encontraba la familia del actor Paco Rabal. Los primeros trabajadores libres de los pueblos cercanos trabajaban por 7 ptas. diarias. Al principio los trabajadores se fabricaban sus chabolas, luego se construyeron casas. Pero pronto comenzaron a llegar presos políticos en aplicación del plan de Redención de Penas por el Trabajo que diseñó el jesuita José A. Pérez del Pulgar. Los presos republicanos podían redimir por el trabajo sus sentencias, utilizados como mano de obra forzada o alquilados por empresas privadas para trabajos de construcción o minería. Por este sistema, dos días de trabajo redimían tres de condena. Los condenados a muerte no podían redimir pena pero muchos de los solicitantes eran presos que habían sido condenados a muerte y a los que se había conmutado la pena por treinta años de cárcel. No todos los penados que solicitaron trabajar en el Valle eran admitidos. Entre otras cuestiones, además de las condiciones físicas, se tenía en cuenta haber tenido buena conducta en la prisión. El Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo pagaba a cada peón 2 ptas de jornal, de las que descontaba 1,5 para manutención, con lo que al preso se le entregaban 50 céntimos. Según el historiador Paul Preston “Se empleó a 20.000 en la construcción del Valle de los Caídos, mausoleo gigante para Franco y monumento a los que habían muerto defendiendo su causa”. Muchos de los presos que trabajaron en el Valle continuaron trabajando allí cuando habían cumplido su pena y por tanto eran libres. Esto se explica porque al salir tenían que buscarse un fiador que lo avalara y vivir donde el fiador hasta obtener la libertad definitiva y no todos querían o podían conseguirlo.
Junto a presos anónimos trabajaron en Cuelgamuros militares republicanos de alta graduación como el coronel Sáez de Aranaz o el Tte. Corononel Sánchez Cabezudo, intelectuales como el crítico de arte Gaya Nuño o el abogado Gregorio Peces-Barba, padre del diputado del mismo nombre. Otros presos ejercieron sus oficios en la obra, como Gonzalo de Córdoba que ejerció de maestro de escuela en el Valle para los hijos de los funcionarios y los encargados de las obras o el el Dr. Lausín que fue el médico de la obra.
EL MONUMENTO
Según afirma Sueiro, “Franco esperaba que el Valle de los Caídos estableciera una arquitectura imperial franquista que enlazaría eternamente su régimen y su victoria con los triunfos de Carlos V y Felipe II”. Se tardó casi veinte años en excavar la basílica subterránea, que mide cerca de trescientos metros, en construir el monasterio en una ladera del Valle de Cuelgamuros y en erigir la inmensa cruz que se eleva unos ciento sesenta metros sobre él.
La cruz tiene en la base colosales esculturas de Juan de Ávalos con los cuatro evangelistas y las cuatro virtudes cardinales. Estas esculturas, junto a la Piedad situada en la puerta de la basílica, se presupuestaron en nueve millones de pesetas, pero una vez comenzada la obra el escultor pidió un considerable aumento del presupuesto que finalmente se aumentó en cerca de cuatro millones de pesetas. También esculpió cuatro figuras en bronce para el altar mayor de la basílica. Pero fueron muchos los escultores que trabajaron en la obra. Delante de la cruz se construyó una explanada de más de 30.000 metros cuadrados, adjudicada a la empresa Huarte. Por una escalinata se accede a la puerta de la cripta flanqueada por las dos alas de la exedra.
Una vez terminada la obra del monumento se inició la del funicular que lleva desde uno de los aparcamientos a la base de la cruz, terminado en verano de 1975.
El conjunto se sitúa en una finca de 1.340 hectáreas. Está dominado por la cruz, construida en piedra, visible a distancia muy considerable en la cara sur de la sierra del Guadarrama. La basílica, su elemento cardinal, excavada en la roca, se mantiene hasta hoy en uso, abierta al culto. También el monasterio continúa habitado por monjes, y dispone de una escolanía destacable.
LOS COSTES
Para financiar la obra se partía de la suscripción nacional abierta durante la guerra, pero también se incluyeron aportaciones del gobierno. Desde su inauguración Franco comenzó a justificar el elevado coste de la obra, comparándola con el Escorial de Felipe II y teniendo en cuenta que “está destinado a dar honra, preces y sepultura a los caídos por Dios y por España”. En cuanto al coste real, el arquitecto Diego Méndez afirmaba en 1957 que no había costado nada ni al contribuyente ni al Estado, ya que habría sido sufragado con donaciones que Franco recibió de personas adictas y que guardó para el monumento. Sin embargo en el Decreto por el que se creaba la fundación de la Santa Cruz, se establecía que la obra había sido costeada con una parte de la suscripción nacional abierta durante la guerra. Pero al crearse el Consejo de Obras del monumento se establece en el Decreto de creación que las obras serían sufragadas con la suscripción más “otras aportaciones que el Gobierno juzgue conveniente destinar a la misma”. En 1946 el Ministerio de Hacienda fija en 45 millones de pesetas la cantidad de la suscripción nacional destinada a la obra. En un folleto reservado publicado con motivo de la inauguración de la obra se informa que el montante de la suscripción nacional fue de 200 millones de ptas. El arquitecto, en el dossier de la obra, hace constar que la parte de la suscripción destinada a la obra fue de algo más de 235 millones, que sólo alcanzó para la cuarta parte de los gastos. A partir de 1952 se puso a disposición del Consejo de Obras el beneficio del sorteo de Lotería Nacional que se celebraría todos los años el 5 de mayo. Desde la creación de la Fundación los beneficios quedaron adscritos a la misma. Sobre el coste total de la obra sólo disponemos de los papeles del arquitecto Diego Méndez que lo eleva a 1.086.460.331,89 ptas. Otro aspecto relacionado con el coste es el relativo al de las vidas de los más de 20.000 españoles que trabajaron en la obra para redimir penas en las empresas adjudicatarias. El arquitecto reduce el número de fallecidos en accidente a cuatro. El médico del Valle señala catorce y el practicante dieciocho. A estos habría que añadir el más de medio centenar que murieron por silicosis por trabajar en la cripta, respirando el polvo que se producía por la explosión de los barrenos.
EL ASPECTO RELIGIOSO
Por Decreto-Ley de 23 de agosto de 1957 se crea la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. “Sus fines serán rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada Nacional, impetrar las bendiciones del Altísimo para España y laborar por el conocimiento e implantación de la paz entre los hombres, sobre la base de la justicia social cristiana”. En el artículo quinto se establece que “El Patronato de la Fundación concertará con la Abadía Benedictina de Silos el establecimiento en el Valle de Cuelgamuros -previos los oportunos requisitos canónicos- de una Abadía Benedictina de la «Santa Cruz del Valle de los Caídos», partiendo de la base de que habrá de tener el carácter de Abadía independiente y contar con un mínimo de veinte monjes profesos con el correspondiente Noviciado”. En el Decreto se establecen los bienes con que se dota a la Fundación, que incluyen el Valle de los Caídos, con todos sus edificios y mobiliario. Así mismo se señalan las obligaciones de la abadía:
a) Mantener el culto con todo el esplendor que la Iglesia recomienda, con cargas especiales para ciertos días.
b) Dirigir y adiestrar una escolanía que contribuya a la mayor solemnidad de las funciones litúrgicas.
c) Dirigir el Centro de Estudios Sociales, con su Biblioteca, publicaciones, becarios y pensionados.
d) Seguir al día la evolución del pensamiento social en el mundo, su legislación y realizaciones.
e) Recopilar la doctrina de los Pontífices y pensadores católicos sobre la materia.
f) Mantener al día una biblioteca especializada en materia religiosa y católico-social, y llevar a cabo la redacción y, en su caso, la divulgación de aquellos trabajos que sobre materias sociales realice el propio Centro.
g) Celebrar en sus locales tandas de ejercicios espirituales especialmente dedicados a fomentar el cumplimiento de los deberes sociales por los patronos, técnicos de empresas y obreros.
h) Preparar aquellos trabajos o informes que, en orden a los problemas sociales, le encargue el Patronato.
i) Cuidar de la hospedería y atender a los huéspedes.
El contrato entre la abadía de Silos y el Patronato de la Fundación se firmó el 29 de mayo de 1958. Incluía una serie de cargas espirituales tales como la celebración de misas por Franco y todos los caídos por la patria y un Te Deum cada 1º de abril como recuerdo del fin de la Cruzada.
Según el primer abad, fray Justo Pérez de Urgel, Franco pensó en el Valle mucho antes de acabar la guerra, algo que recordase la Cruzada y fuese monasterio y enterramiento de los que iban a morir. El monasterio se inauguró en julio de 1958. En abril de 1960, el papa Juan XXIII declaró a la iglesia de la Santa Cruz basílica menor.
LOS ENTERRAMIENTOS
A partir de la terminación de la basílica en 1959 y hasta 1967, casi todos los meses llegaba algún convoy con restos de cientos de muertos. Más de 33.000 cadáveres reposan en las criptas de la basílica. A partir de los diez años, los cadáveres no podían cambiar su enterramiento inicial y debían ir al osario común o al nicho en perpetuidad si lo pagaban los familiares. En vista del retraso en la finalización de las obras y para poder llevar los restos de los caídos en la guerra, se publicó una orden ministerial de 11 de julio de 1946 que prorrogaba indefinidamente aquel plazo, pero siempre que se tratara de “restos de caídos en nuestra Guerra de Liberación, tanto si perecieron en las filas del Ejército Nacional como si sucumbieron asesinados o ejecutados por las hordas marxistas...”. Ninguna mención a los fallecidos en el bando republicano. Posteriormente se decidió enterrar allí también a los soldados republicanos siempre que fueran españoles y católicos y con consentimiento de los familiares. Propuestas de enterramiento de ambos bandos fueron rechazadas por los familiares. Pero también se dio el caso contrario de familiares que querían ver sus deudos enterrados en la cripta y cuya solicitud fue denegada. En cualquier caso, ahora estamos viendo que no todos los enterrados allí contaban con la autorización de sus familiares.
Llegaron restos de fallecidos en la guerra de cementerios de toda España. A comienzos de 1959 ya habían sido enterrados más de 20.000. Muchas viudas de soldados franquistas no autorizaron el traslado de los cuerpos de sus maridos al mausoleo. El régimen necesitaba cuerpos para alimentar aquella enorme cripta y el Ministerio de la Gobernación los pidió por carta a ayuntamientos de toda España, rogando, además, que respondieran "con la mayor brevedad posible". Muchos municipios contestaron que no tenían muertos franquistas, pero sí "fosas del ejército rojo". "A los ayuntamientos les venía muy bien, porque las fosas de republicanos les quitaban espacio e impedían muchas veces ampliar el cementerio municipal. Además, el panorama internacional había cambiado y el régimen ya no podía permitirse seguir marcando la brecha entre vencedores y vencidos. La cripta era muy grande y al final Franco cambió de criterio para incluir en su monumento cuerpos de republicanos", explica la historiadora Queralt Solé, autora de Los muertos clandestinos.
Antes de la inauguración, Franco escribió a los hermanos de José Antonio Primo de Rivera pidiéndoles conformidad para trasladar a la cripta, en lugar destacado, los restos de su hermano que esteban enterrados en el Escorial, lo que estos aceptaron de inmediato. El traslado se realizó en la intimidad la tarde del 29 de marzo de 1959. Franco no asistió, siendo sustituido por Carrero Blanco que recibió los abucheos de los falangistas, que no estaban conformes con el traslado de los restos de su fundador. El mausoleo se inauguró el 1º de abril de 1959, veinte aniversario de la victoria.
En total, en el Valle de los Caídos yacen los restos de 33.833 personas (21.423 de ellas identificadas), llevadas desde 1959 en 491 traslados desde cementerios y fosas comunes de toda España hasta el mausoleo que Franco ideó para inmortalizar su victoria y al que ahora el Gobierno quiere dar otro sentido.
En varias ocasiones, el dictador había manifestado su deseo de ser enterrado en la basílica. En vistas del agravamiento de la enfermedad del dictador, los responsables del monumento comenzaron a realizar los preparativos para el enterramiento.
A las 14 horas y diez minutos del día 23 de noviembre de 1975 fueron sepultados en el Valle de los Caídos los restos del dictador Francisco Franco, que había muerto tres días antes. La tumba, ubicada en el interior de la basílica, detrás del altar, se colocó a 1,26 metros de profundidad y fue forrada con una aleación de plomo y zinc. Nueve canteros la cubrieron con una losa de granito de 1.500 kilos. La operación fue sencilla, como lo será, técnicamente, la de su exhumación.
QUÉ HACER CON EL MONUMENTO
“El Valle de los Caídos es el monumento a la victoria del nacionalcatolicismo. Está en su arquitectura, en las palabras que se pronunciaron en su inauguración… Era el monumento al triunfo de la Cruzada sobre un enemigo que había que exterminar y sigue siéndolo porque no se ha modificado”, afirma el historiador Santos Juliá. Para el también historiador Paul Preston, se trata de una anomalía en la Unión Europea. “No hay en Alemania o Austria monumentos a Hitler, ni en Italia a Mussolini”. Tal y como está, coincide Casanova, "es un elogio al franquismo, no a la reconciliación. Hay una explicación histórica para intervenir”.
Preston es partidario de trasladar los restos del dictador fuera del Valle de los Caídos, como ha garantizado que hará el Gobierno. “Es una buena iniciativa porque mientras estén los restos de Franco, seguirá siendo un lugar de peregrinaje para los partidarios de su dictadura”. Entre otros muchos actos de apología del franquismo y homenaje al dictador, el 20 de noviembre de 1978 asistieron unos 500 oficiales a una ceremonia fascista en el Valle de los Caídos y ya hemos visto cómo el 18 de julio de este mismo año se han concentrado allí miembros de la Fundación Francisco Franco. Santos Juliá no cree, sin embargo, que se pueda convertir el Valle de los Caídos en algo diferente. “Es imposible resignificarlo, pero tampoco es lógico que siga significando lo mismo. El mejor destino de ese sitio es su ruina. No volarlo, sino dejar que se derrumbe, que el tiempo lo devore, después de exhumar el cadáver de Franco y entregar los restos a su familia. Los benedictinos podrían ir a otro monasterio”. El historiador considera que hay consenso suficiente para trasladar los restos del dictador. "Ni al PP se le ocurre ya utilizar a Franco o el lugar público que ocupa como parte de su proyecto político". Y es partidario de construir en otro enclave un memorial para todas las víctimas, tanto las que murieron en un campo como en otro. “Es una cuestión de Estado”, afirma. “Si no se pudiera identificar a todos [los enterrados en el Valle de los Caídos] individualmente y las familias quisieran, podrían ir a ese memorial. Ahí, por supuesto, no caben los restos de Franco, porque no es una víctima, es el vencedor de la Guerra, pero sí los que murieron en los primeros meses bajo la autoridad del Gobierno de la República. La democracia no puede hacer lo mismo que la dictadura: recordar solo a los suyos. Y eso no significa una equiparación de nada”.
Casanova cree que el Valle de los Caídos debería ser un monumento explicado. “Es el mejor sitio para contar la simbiosis entre política y religión”. Preston opina que si la democracia no actuó antes fue “por miedo a las posibles reacciones de la derecha”. “El proceso de lavado de cerebro nacional que se hizo en el franquismo ha dejado unas generaciones que todavía tienen una visión muy positiva del dictador”, apunta. Hoy, “con las reformas propuestas y una obra de educación” cree que sería posible democratizar el Valle de los Caídos. “Podría ser a la vez un museo, un centro explicativo y un lugar de reconciliación, ya que es un lugar donde hay cadáveres de víctimas de ambos bandos de la Guerra Civil española”.
Izquierda Unida ha presentado el pasado 29 de junio una Proposición de Ley integral de memoria democrática y de reconocimiento y reparación a las víctimas del franquismo y la Transición, que entre otras cosas propone la recuperación del Valle y su desacralización, denunciando el convenio de agosto de 1957; la resignificación de todo el complejo del Valle de los Caídos para convertirse en un lugar de memoria donde se expliquen los crímenes del franquismo; desmantelamiento o demolición de aquellos elementos incompatibles con un Estado democrático, entre los que cabe destacar la monumental cruz-espada cuyo mantenimiento haría imposible el citado proceso de resignificación; el nombre del lugar pasará a renombrarse como Valle de Cuelgamuros; los restos mortales del dictador Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera deberán ser exhumados, retirados del lugar y ubicados en el emplazamiento que al efecto designen sus causahabientes; deberán atenderse todas las reclamaciones y peticiones de exhumación de los familiares de las víctimas cuyos restos mortales se encuentren en el lugar.
Por otra parte, en palabras de la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá , el Gobierno se dispone a trasladar los restos del dictador para convertir el Valle de los Caídos en un “memorial a las víctimas, de reconciliación”. Y eso supondrá, una vez realizada la operación, que las inversiones que se hagan a partir de ese momento se orientarán también a tal fin. Hasta ahora, la Administración ha desembolsado grandes cantidades de dinero cada año solo para mantener el Valle de los Caídos.
En cualquier caso, lo que parece evidente es que el Valle de los Caídos es una aberración histórica, que no tiene parangón en ninguna de las democracias de nuestro entorno. A pesar de lo que afirman tanto PP como Ciudadanos, hay suficiente consenso social para sacar los restos de Franco de este monumento a una guerra y una dictadura que nunca tendrían que haberse producido. Los restos deberían entregarse a la familia y si esta no los acepta, llevarlos al osario de un cementerio cercano. Otro tema es qué hacer con el Valle de los Caídos sobre el que las opiniones van desde su abandono para que el tiempo lo convierta en ruina, la voladura o su reconversión en un museo y símbolo de la reconciliación. Sea cual sea la decisión que se adopte, sería deseable que los partidos políticos no utilicen el tema como arma arrojadiza y, al contrario, actúen con miras de estado y pensando en las generaciones futuras.
PARA SABER MÁS
A raíz de la polémica sobre la exhumación de los restos de Franco, la mayoría de los periódicos de tirada nacional, tanto en papel como digitales, han publicado numerosos artículos, algunos de los cuales han servido para este blog. En la mayoría de los casos pueden consultarse en sus ediciones digitales.
En cuanto a publicaciones específicas he localizado las siguientes:
BÁRCENA, Alberto, Los presos del Valle de los Caídos, 2014, San Román, Madrid.
OLMEDA, Fernando, El Valle de los Caídos. Una memoria de España, 2009, Península, Barcelona.
PRESTON, Paul, La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX, 2014, Península, Barcelona
SOLÉ, Queralt, Els morts clandestins: les fosses comunes de la guerra civil a Catalunya (1936-1939), 2008, Afers, Valencia.
SUEIRO, Daniel.: El Valle de los Caídos: los secretos de la cripta franquista, 1983, Argos Vergara, Barcelona.
Te lo has currado, me he enterado de un monto de datos queno conocia,eres u maquina
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