LAS NOTICIAS FALSAS (FAKE NEWS) EN LA HISTORIA
Un
fenómeno que acompaña a la pandemia causada por el coronavirus es
la gran cantidad de noticias falsas que circulan por las redes
sociales, relacionadas con
este proceso que estamos viviendo. Se difunden bulos sobre
el origen del virus, los remedios para evitar el contagio o ante
las actuaciones tomadas por el gobierno para evitar su propagación.
Este fenómeno, que no es nuevo ni mucho menos, encaja
en lo que modernamente se denomina con el anglicismo Fake
News.
Se
podrían
definir como un tipo de bulo que se difunde utilizando todos los
medios a su alcance para que lleguen al mayor número de personas
posible. Se diseñan
y emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error,
manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una
institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o
rédito político. Se
distinguen de la propaganda en que mientras esta busca convencer,
utilizando cualquier medio de difusión, las noticias falsas
pretenden, de forma intencionada, engañar para obtener algún tipo
de beneficio o
manipular decisiones.
La
propagación de noticias falsas siempre ha existido y lo único que
ha cambiado ha sido la manera en que éstas se han difundido.
En la actualidad, el poder de la propagación a través de internet
y
las redes sociales contribuye a que lleguen a un público mucho más
amplio y de un modo prácticamente inmediato. Desde
la Roma Antigua hasta la actualidad las
mentiras precedieron y auspiciaron algunos de los cambios políticos
y sociales de la historia. Pero
el desarrollo de nuevos y eficaces medios de comunicación ha hecho
que en los últimos años se conviertan
en una verdadera pandemia, que afecta prácticamente a todas las
regiones de la Tierra. El
fenómeno cobró especial importancia en las elecciones
presidenciales
de
2016 en Estados Unidos, en
las
que se
enfrentaron Hillary Clinton y
Donald
Trump. En
la campaña circularon
miles de noticias falsas sobre ambos candidatos, se
sospechaba de la implicación directa del gobierno de Rusia
y se cree que ayudaron a Trump a convertirse en Presidente. Por eso
en 2017 el diccionario
en inglés Collins, informó de que su Palabra del
Año
era Fake
News:
“Una información falsa y a veces sensacionalista que se presenta
como
un hecho y que se publica y se extiende por internet”.
Las
Fake
News
se
alimentan de emociones como el miedo, el
odio o
la ira, generando
una
gran
polarización social, por
lo que son
un riesgo evidente para la convivencia democrática. Los
periódicos más prestigiosos tienen departamentos que
se encargan de detectar y neutralizar las noticias falsas.
Plataformas
como Maldito
Bulo
y organizaciones como
la OCU,
trabajan para localizar y desactivar noticias falsas que se
difunden con una rapidez pasmosa
en grupos de WhatsApp y redes sociales como
Twitter o Facebook.
Con
esta entrada pretendo recordar algunas de las grandes mentiras que
han afectado a importantes hechos históricos y denunciar cómo
la difusión de estos bulos puede socavar la convivencia democrática.
La
“gran mentira” de Octaviano
Desde
el año 43 a.C. el Imperio Romano estuvo gobernado por un triunvirato
formado por Marco Antonio, Emilio Lépido y Octaviano. Los triunviros
se repartieron el gobierno de las provincias. Lépido fue acusado de
mantener unas dudosas relaciones políticas con el
rebelde
Sexto Pompeyo, por lo cual Octaviano añadió a las provincias que ya
controlaba las que había dirigido Lépido: las dos provincias
de Hispania y la Narbonense, quedando Lépido como un simple
acompañante sin poder real. El
enfrentamiento entre Octaviano y Marco Antonio por el control del
Imperio era inevitable. El poderoso y acaudalado Mecenas logró crear
un grupo de intelectuales y artistas favorables a la causa de
Octaviano. Mientras se elogiaba la figura de Octaviano y sus
orígenes, cualquier pequeño fracaso militar de Marco Antonio era
presentado como una gran derrota. Pero
el gran filón para la propaganda contra Marco Antonio estaba en las
relaciones de éste con la reina de Egipto, Cleopatra.
A
través del círculo de Mecenas, las
asambleas populares o contiones,
grafitis y frases cortas que se grababan en las monedas, Octaviano
lanzó
una campaña de desprestigio contra Marco Antonio acusándolo de
pretender trasladar la capital del Imperio a Egipto, que quería
gobernar Roma como un reino despótico y, en suma, que era un juguete
en manos de una mujer que tenía dotes de maga. Para muchos romanos
Marco Antonio aparecía como un mujeriego, borracho y títere de
Cleopatra, a quien había que eliminar por el bien del Estado romano.
La
gran mentira surtió efecto y Octaviano contó con el apoyo del
Senado y todas las fuerzas políticas del occidente del Imperio se
movilizaron en su defensa contra Marco Antonio y Cleopatra.
En estas condiciones Octaviano logró reunir un gran ejército y una
poderosa armada que el año 31 a.C. venció a las fuerzas de Marco
Antonio y Cleopatra
en la batalla naval de Accio.
El golpe final lo dio un año más tarde, en la llamada guerra de
Alejandría tras la que murieron Marco Antonio y Cleopatra y
Octaviano acabó convertido en Emperador, asumiendo todos los poderes
del Estado. Esa “gran mentira” había sido un elemento
fundamental en ese gran hecho histórico.
La
donación
de Constantino
Según
la tradición cristiana, el año 312 el emperador Constantino venció
a Majencio en la batalla del Puente Milvio, cerca de Roma, lo que le
proporcionó el poder sobre todo el Occidente Romano. Lo que no era
más que una guerra civil entre dos usurpadores del trono, fue
legitimada por el propio emperador y por los cristianos del momento
como la culminación de una guerra de religión: Constantino,
inspirado y protegido por el único Dios auténtico, el de los
cristianos, alcanzó la victoria sobre Majencio, instrumento de los
dioses paganos. Elemento fundamental de esta interpretación fue la
visión celestial de la cruz en el cielo. El recién convertido
emperador dispuso el reconocimiento por el Estado de la religión
cristiana mediante el llamado Edicto de Milán del 313.
Una
vez desaparecida la figura del emperador, los papas se apropiaron de
la condición de Pontifex Maximus, es decir, máxima autoridad
religiosa que desde Augusto habían detentado todos los emperadores.
Pero pronto comenzaron a reclamar también el poder temporal de los
emperadores. Con ese objetivo un clérigo romano elaboró en el siglo
VIII el documento falso denominado Donatio Constantini (Donación
de Constantino). El documento no sólo reafirmaba la primacía
espiritual del obispo de Roma sobre toda la cristiandad, sino que
también afirma que Constantino concedió al papa Silvestre el poder
temporal sobre toda Italia.
En
el año 756 gran parte de la ciudad de Roma y las principales áreas
de la Italia occidental pasaron a formar parte de los Estados
Pontificios de la Iglesia Católica. Esos territorios le fueron
entregados por el rey de los francos, Pipino el Breve, a quien el
papa Esteban II había ungido como rey. Así quedaba inaugurada la
dinastía de la familia Carolingia sustituyendo a la Merovingia que
hasta ese momento había reinado sobre los francos. Sin embargo esa
entrega de territorios se presentó como devolución de parte de la
donación que supuestamente había hecho a la Iglesia el emperador
romano Constantino, a través del papa Silvestre I y sus sucesores el
año 337.
Durante
varios siglos, la autenticidad de lo que se llamó la Donación de
Constantino no fue cuestionada. Sin embargo, en 1440, Lorenzo Valla
publicó su Declamitio de falso credita et ementia donatione
Constantini (Discurso sobre la Falsificación de la Supuesta
Donación de Constantino). Valla demostró que la donación nunca se
había hecho y por tanto el pilar principal sobre el cual residía la
legitimidad de los Estados Papales era un fraude. La Iglesia reprimió
los escritos de Valla pero en 1517 aparecieron copias de sus
escritos. A pesar de las pruebas que aportaba para demostrar la
falsedad de la Donación, la Iglesia no reconoció el fraude hasta
varios siglos después. Hubo que esperar al Concilio Vaticano II y al
papa Juan XXIII para que el papado y la iglesia reconocieran el
fraude.
Expulsión
de los judíos
A
finales del siglo XV los Reyes Católicos acordaron que para mantener
unidos los territorios sobre los que reinaban, era de vital
importancia conseguir la unidad religiosa de todos los súbditos. Era
la aplicación en el suelo peninsular del principio que regía en los
reinos europeos, que se expresaba con la sentencia "cuius
regio, eius religio", que establecía que los súbditos
deben profesar la misma religión que su príncipe.
La convivencia en Castilla y Aragón de tres comunidades religiosas:
cristianos, musulmanes y judíos, era una situación original frente
a los demás reinos europeos. Estaba
próxima a terminar la presencia musulmana en la Península, que solo
se mantenían en lo que quedaba del reino nazarí de Granada,
asediado por las fuerzas cristianas y de la que esperaba una rápida
rendición. Pero aún quedaba la numerosa e influyente comunidad
judía. Antes
de proceder a su expulsión se realizó una intensa campaña de
difamación acusándolos de usureros, de burlarse de las leyes de los
cristianos, de prácticas abominables y se les recordaba su papel en
la crucifixión y muerte de Jesús. Eso no era nuevo ni en los reinos
peninsulares ni en el resto de territorios europeos. En ocasiones los
gobernantes cargaban las culpas sobre esta comunidad, ya fuera por
una epidemia, por las malas cosechas o por la situación económica.
A veces era una forma de evitar pagar las deudas que los cristianos
habían contraído contra ricos prestamistas judíos o directamente
para hacerse con sus bienes. Ya desde el siglo V hay constancia de la
realización de progromos antijudíos en la Hispania visigoda.
Pero
el remate lo puso lo que se conoce como el caso del Santo Niño de La
Guardia, ocurrido en Toledo en 1490. Varios judíos y conversos
fueron acusados de llevar a cabo un
crimen
ritual contra un niño cristiano,
por lo que la Inquisición condenó a morir en la hoguera
a tres conversos y dos judíos. Nunca se echó en falta ningún niño,
ni se encontró ningún cuerpo, pero
la falsa noticia sobre tan horrendo crimen corrió de boca en boca
por todos los rincones de los reinos de
Castilla y Aragón. Se acabó de crear el contexto favorable a la
expulsión de los judíos y el 31 de marzo de 1492 los Reyes
Católicos decretaron la expulsión de sus reinos de los judíos que
no se convirtieran. También
en este caso, una falsa noticia se utilizó para justificar una
actuación política que tuvo una gran importancia en la historia de
España.
La
gran mentira de la Luna
Pero
la
que se considera la primera Fake
News
de la Historia Contemporánea ocurrió en Estados Unidos el
25 de agosto de
1835. El
periódico más vendido en 1833 en Estados Unidos era el Courier
and Enquirer,
que vendía 4.500 ejemplares diarios a un precio de seis centavos.
Ese
mismo año Benjamin Day fundó en Nueva York el diario The
Sun. Day
compró una rotativa de alta capacidad de modo que en 1835 vendía su
diario por un centavo. Para
aumentar
las ventas
contaba con un ejército de repartidores, niños en su mayoría, que
voceaban llamativos titulares que atraían a muchos compradores. En
la portada del 25 de agosto de 1835 podía leerse: “Grandes
descubrimientos astronómicos realizados por sir John Herschel, en el
cabo de
Buena Esperanza”. Se
refería a los descubrimientos realizados por ese supuesto científico
en la superficie de la Luna, utilizando un potente telescopio. Para
dar una mayor apariencia científica a la noticia se refería a un
artículo publicado en la revista científica Edinburgh
Journal of Science,
que contaba con gran prestigio en el Reino Unido. Esto atrajo la
atención del público y en sucesivas ediciones se
describían
esos grandes descubrimientos. Así se refería a la presencia en
la superficie lunar de flores, grandes cuadrúpedos y criaturas
anfibias de forma esférica. El tercer día informaba del
avistamiento de unos castores bípedos, que vivían en chozas
y dominaban el fuego. Los
artículos se publicaban acompañados de ilustraciones que
representaban a esos extraños personajes y las viviendas que
habitaban. En
la cuarta historia se hablaba de unos seres lunares parecidos a los
humanos. En la quinta historia se daba cuenta del descubrimiento de
un templo abandonado y en la sexta y última, la del 31 de agosto, se
informaba de la presencia de unos seres que parecían superiores, que
volaban con alas parecidas a las de los murciélagos.
Naturalmente
las noticias aparecidas en The
Sun
se propagaron
rápidamente y la venta de periódicos aumentó de forma exponencial.
Algunos
periódicos se hicieron eco de estos descubrimientos y
la noticia de los descubrimientos se extendió al resto del país,
llegando
incluso a Europa.
Las
ventas pasaron de 4.000 a 19.000 ejemplares diarios. Para
aumentar sus ganancias sacó
un panfleto que contenía toda la serie completa, del cual vendió
cuarenta mil copias en
una semana. También
imprimió y vendió aparte las litografías que acompañaron a los
artículos.
La
Gran Mentira de la Luna fue desenmascarada el mismo 31 de agosto de
1835 por The New York Herald. Pero su falta de veracidad no se
pudo comprobar hasta cerca de cinco semanas después, cuando la
noticia pudo llegar hasta Edimburgo, donde se verificó que no
existía ya ese medio. Pero luego habría que esperar varias semanas,
hasta que la información de vuelta llegara a Nueva York. Su impacto
quedó reducido a una gran mentira que al final desilusionó a los
crédulos.
Las
causas que justifican la gran expansión que tuvieron estas falsas
noticias hay que buscarlas, además de en los avances tecnológicos
que permitieron la publicación de un elevadísimo número de
ejemplares y su rápida expansión por el territorio, en la
credulidad de las masas en los nuevos medios de comunicación. Algo
similar a lo que en la actualidad siente una parte de la población
por lo que se informa a través de internet y las redes sociales.
La
prensa estadounidense en la Guerra de Cuba
Un
ejemplo de Fake
News
que afectó
especialmente a España es la
que
tiene que ver con el
hundimiento del acorazado
norteamericano Maine,
lo
que
provocó la Guerra con Estados Unidos y la pérdida de las colonias
españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Este es el primer gran
conflicto bélico en el que la prensa y sus bulos tuvieron que ver
con un
estallido armado.
William
Randolph Hearsy, dueño del New
York Journal,
competía
por aumentar el número de
lectores contra Joseph Pulitzer, dueño del New
York World.
Como
antes hiciera The
Sun
optó por titulares y noticias llamativas, sin preocuparse por la
verdad. Se
puso al servicio del gobierno y los grandes magnates norteamericanos,
interesados en las riquezas de Cuba, especialmente de su producción
azucarera. Así comenzó a publicar grandes titulares criticando la
actuación de los españoles en Cuba, a la que presentaba como una
dama en apuros a la que Estados Unidos tenía que rescatar. En poco
tiempo consiguió que una parte importante de la opinión pública
norteamericana estuviera a favor de una intervención estadounidense.
Pero faltaba una excusa par poder actuar.
El
15 de febrero de 1898 explotó el acorazado norteamericano
Maine,
que
se encontraba anclado en el puerto de La Habana, en
el que murieron 260 tripulantes. Desde
la páginas del
New
York Journal se
acusó a España de haber provocado la explosión. Incluso
se llegó a ofrecer 50.000 dolares a quien encontrase a los
culpables. El incidente sirvió de excusa a los estadounidenses para
declarar la guerra a España, que pocos meses después perdía la
guerra y por tanto, Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
No
fue la última vez que las noticias falses sirvieron de excusa para
provocar una guerra y, por poner un ejemplo de todos conocido,
recordemos las noticias sobre armas de destrucción masiva que
motivaron la guerra de Irak, con su secuela de terrorismo, muerte y
destrucción.
Las
noticias falsas durante el nazismo
Se
atribuye a Joseph
Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler
durante el
Tercer Reich, la
frase “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Esta idea, que se podría aplicar perfectamente al objetivo de las
Fake
News,
fue utilizada de forma reiterada durante el nazismo. Uno de los
hechos históricos más importantes fue el incendio del Parlamento
alemán, el Reichstag,
la
noche
del 27 de febrero de 1933. Los
nazis acusaron a los comunistas de haber provocado el incendio.
Hitler, que unas semanas antes había jurado como Canciller de
Alemania, convenció al presidente Paul
von Hindenburg, para que firmara un decreto por el que se suspendían
las libertades civiles, con el fin de “contrarrestar la
confrontación despiadada del Partido Comunista de Alemania”. Adolf
Hitler aprovechó el decreto para detener a los comunistas alemanes,
incluyendo los diputados aunque tenían inmunidad
parlamentaria. Sus escaños quedaron vacíos, lo que permitió al
canciller alemán ampliar y consolidar su poder.
En
el lugar de los hechos fue detenido un joven comunista holandés.
Bajo tortura confesó ser el autor del incendio, por lo que fue
condenado a muerte y ejecutado. Sin embargo en
2008 la
justicia alemana derogó
la sentencia condenatoria y lo absolvió. Aunque
no se ha podido demostrar, muchos historiadores acusaron al partido
nazi de haber provocado el incendio ya que fue el único beneficiado.
Esta
no fue sino una más de las numerosas noticias falsas que utilizó
el régimen nazi para alcanzar sus objetivos. Quizás la de
peores consecuencias fue la serie de informaciones falsas sobre los
judíos, difundidas masivamente a través de la prensa y la radio,
que aumentaron la hostilidad hacia los mismos y que justificaba la
promulgación de leyes antisemitas y su eliminación física en lo
que llamaron la solución final.
Fake
News
sobre la Covid-19
La
pandemia producida por el coronavirus ha provocado una avalancha de
noticias que recorren prácticamente todos los países del mundo.
Muchas de esas noticias son en realidad Fake
News
con las cuales se pretende reforzar una posición política, obtener
un beneficio económico o simplemente mentir para obtener miles de
“me gusta”.
Muchas
de esas falsas noticias se referían
al origen del virus. En una web canadiense se afirmaba
que el nuevo coronavirus había sido fabricado artificialmente en un
laboratorio de la
ciudad china de
Wuhan, lugar
donde se inició la pandemia. La noticia se extendió como la pólvora
y en pocos días aparecía en los móviles de todo el mundo. Incluso
el presidente norteamericano, Donald Trump, admitió públicamente la
veracidad de la noticia, acusando directamente al gobierno chino. Por
su parte, China respondió asegurando
que el nuevo coronavirus había llegado a Wuhan en octubre del año
pasado a través del Ejército estadounidense, participante en los
Juegos Mundiales Militares. Durante
los primeros días de abril de 2020 circuló en las redes sociales la
noticia que aseguraba que la tecnología que
posibilitaba
la telefonía 5G, era la causa de la propagación del virus a escala
mundial.
Otras
Fake
News tenían
que ver con los remedios para curar la enfermedad. Así
se han publicado en las redes mensajes que aconsejan hacer gárgaras
con agua caliente, el
zumo de limón, tomar baños de sol, lámparas
ultravioleta o rociando el cuerpo con alcohol. En
una rueda de prensa Donald Trump llegó a decir que si los
desinfectantes a base de lejía eran eficaces contra el virus,
también lo podría ser la ingesta de esos desinfectantes. Algunos
norteamericanos siguieron su consejo, produciéndose casos de
intoxicación.
Por
último tanto la prensa, especialmente la digital, como las redes
sociales, se han visto
inundadas de noticias falsas relacionadas con la gestión de la
pandemia por parte del Gobierno español.
Muchas
tenían que ver con la adquisición de mascarillas. Uno
de los bulos que más corrió por las redes fue el del transportista
que denunciaba que se estaba llevando a Francia material sanitario.
Las
cajas que muestra el camionero son de papel de una fábrica italiana
y
además el vídeo está grabado en esa fábrica. En
otro bulo se afirmaba
que en la puerta de la casa de la casa de la ministra Irene
Montero y
el vicepresidente Pablo
Iglesias se
habían
dejado dos UVI Móvil,
perfectamente equipadas, para
atender
a la
pareja y
su familia en
caso de necesitarlo, lo
que se comprobó que era totalmente falso. Por
último, aunque la relación podría ser infinita, en otro se asegura
que la ex-alcaldesa de
Madrid, Manuela Carmena, había
recibido en su casa un respirador personal para evitar acudir a un
hospital
público
y hacer cola como el resto de españoles, lo
cual fue desmentido inmediatamente.
Conclusiones
La
serie de acontecimientos políticos que se han visto influidos por
las Fake
News resulta,
evidentemente, mucho más larga de los que se han destacado aquí. El
referéndum sobre el brexit
en el Reino Unido, muchos de los procesos electorales celebrados
recientemente en cualquier parte del mundo, destacando el caso de las
elecciones en Brasil que dieron la victoria a Bolsonaro o el
constante uso que hace de este recurso el presidente norteamericano
Donald Trump y de lo cual alardea públicamente, serían otros muchos
casos que se podrían añadir en esta entrada. Pero todas tienen una
cosa en común: socavan
la democracia haciendo que los ciudadanos tomen decisiones basadas en
información falsa que toman como verdadera.
El
rédito político de las noticias falsas es grande y, como
hasta aquí se ha visto, lo
fue mucho antes de Internet. Pero
siempre ha necesitado de
unas condiciones sociales que faciliten su propagación. Lo realmente
preocupante no es que se publique una noticia falsa, sino que sean
muchas las personas dispuestas a creerse el bulo y a difundirlo por
los medios a su alcance. En
la actualidad la propagación de Fake
News
se ha informatizado. Utilizando
recursos informáticos se crean millones de perfiles falsos, capaces
de difundir mentiras dirigidas a los colectivos donde se sabe que su
efecto es más probable. En muchas ocasiones detrás de estos
ejércitos de trolls
se encuentran organizaciones ligadas a los gobiernos o a grandes
corporaciones.
Ante
la gravedad de la situación, los parlamentos de algunos Estados,
incluyendo el Parlamento Europeo así como grandes empresas de
comunicación debaten qué medidas se deben tomar para limitar el
avance de las mentiras. En esos debates se han evidenciado tres
posturas contrapuestas. Mientras
unos defienden que deben imponerse rígidos controles para evitar su
propagación, teniendo
en cuenta los riesgos que representan para las democracias,
otros consideran
que eso sería una forma de censura, que iría en contra de la
libertad de expresión, precisamente uno de los valores
irrenunciables de la democracia. Existe una tercera postura que cree
que hay que apunta a la autorregulación y en todo caso al
establecimiento de mecanismos que permitan distinguir las noticias
falsas.
Si
bien es cierto que la utilización de la difusión de mentiras, para
obtener réditos políticos o económicos, es un fenómeno que ha
estado siempre presente en la historia, la enorme difusión e
influencia que esos bulos pueden llegar a alcanzar con los actuales
recursos tecnológicos, hacen imprescindible que las democracias
tomen algún tipo de medidas para poner coto a ese nuevo peligro para
la convivencia democrática.
Referencias
utilizadas
Salas
Abad, C., “La primera fake news de la historia”, Historia y
comunicación social 24 (2), (2019)
411-431.
Altares,
Guillermo,
“La larga historia de las noticias falsas” El
País 8/6/2018
URL
<https://elpais.com/cultura/2018/06/08/actualidad/1528467298_389944.html>
Medina,
Marta “Del milagro de Marco Antonio al coronavirus: los bulos
cambian el curso de la historia” El Confidencial,
URL
<https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-03-28/fake-news-bulos-cambiaron-historia_2517024/>
Teja,
Ramón,
“El
poder de la Iglesia imperial el mito de Constantino y el papado
romano”, Studia
historica. Historia antigua,
nº
24, (2006),
63-81
URL
<https://revistas.usal.es/index.php/0213-2052/article/view/5949>
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