CÓMO FUE LA LEGALIZACIÓN DEL PCE (II)
Los
pasos previos a la legalización
Una
vez aprobada la Ley para la Reforma Política, la legalización del
Partido Comunista parecía inevitable para juzgar la seriedad del
proceso de cambio emprendido. Pero aún había muchos obstáculos por
salvar. Santiago Carrillo, en su Memoria
de la transición,
se refiere a algunos de estos obstáculos. Así opina que “la
dirección del PSOE estaba dispuesta a embarcarse en una caricatura
de democracia, dejando en la ilegalidad al PC” (CARRILLO, S.: 983,
43). También se refiere a la opinión contraria del ejército y del
propio Suárez. De hecho el mismo Santiago Carrillo, citando a
Alfonso Osorio, cuenta en el libro que la legalización del PCE no se
discute en el gobierno.
Pero
hay dos hechos que harán inevitable la legalización. Uno es la
detención y puesta en libertad de Santiago Carrillo. Otro será el
asesinato de los abogados laboralistas en su despacho de la calle
Atocha de Madrid. El día 22 de diciembre la policía detiene a
Carrillo, junto con Sánchez Montero, Ballesteros, Pilar Brabo,
Azcárate, Santiago Álvarez, Díaz Cardiel y Julio Aristizábal.
“Unas horas más tarde, Madrid está lleno de pintadas exigiendo la
libertad de Carrillo. A las 11 de la noche, miles de personas marchan
hacia la Puerta del Sol, intentando concentrarse ante la Dirección
General de Seguridad” (VV.AA.: 1980, 85). Al día siguiente, el
diario ABC
daba
la noticia en portada, con una foto del dirigente comunista y un gran
titular que rezaba “Santiago Carrillo detenido en Madrid” y en
paginas interiores describía la detención así como las
manifestaciones que se sucedieron exigiendo su libertad e incluía
los datos biográficos de Carrillo1.
Por su parte, El
País también
daba la noticia en portada, incluyendo una foto del detenido y la
nota oficial de la Subsecretaría de Orden Público. En el editorial
señalaba “Carrillo
encarcelado, o Carrillo expulsado, es un escándalo innecesario, una
torpeza política y una amenaza para la credibilidad democrática
interior e internacional del Gobierno”2.
El
día 30 tanto Carrillo como sus compañeros son puestos en libertad.
Mundo
Obrero
en su edición de 4 de enero incluía en su portada un comunicado del
Partido Comunista fechado el día 1 de enero con cinco puntos. En el
primero señala que la liberación de Carrillo “pone de manifiesto
que en el Gobierno ha prevalecido un sentido de responsabilidad
[...]”. En los puntos segundo y tercero agradece la movilización
tanto del partido y militantes como de partidos y organizaciones
democráticas. En este caso estima que “la decisión de la
oposición de considerar la liberación de nuestros camaradas como
condición inexcusable para iniciar la negociación con el Gobierno
ha fortalecido la convergencia democrática y las posibilidades de
una auténtica negociación”. En el cuarto punto considera
imprescindible la amnistía y en el quinto se reitera en sus
propuestas de reconciliación nacional, convivencia democrática y su
ofrecimiento de diálogo y negociación. En la página dos del
periódico, incluye una entrevista realizada a Carrillo el mismo día
de su liberación. A preguntas del periodista, contesta lo siguiente:
“Mi libertad y la de los demás camaradas no significa
automáticamente la legalización del Partido, pero constituye un
primer paso...” 3.
A pesar de lo expresado en este comunicado, según Ferran Gallego, la
oposición “aceptó acudir a la cita del presidente del gobierno y
a no interrumpir las negociaciones abiertas a pesar de la detención
del líder del PCE” (GALLEGO, F. 2008, 485) y más adelante señala
que la oposición estaba dispuesta a participar sin los comunistas en
el proceso electoral “con lo que el PCE dejaba de ser la piedra
angular de legitimación del proceso” (GALLEGO, F. 2008, 488), lo
que a pesar del triunfalismo expresado en el comunicado del Comité
Ejecutivo sobre la pronta legalización del PCE parecía claro que
aún habría que sortear muchos obstáculos antes de ser legalizado,
pero como reconocía Alfonso Osorio y recogía Santiago Carrillo en
su Memoria
de la transición “[...]
había jugado con audacia y había ganado. A partir de ese momento,
ser o declararse comunista podía conducir al procesamiento pero no a
la prisión sin previa sentencia” (CARRILLO, S.: 1983, 44).
El
día 24 de enero son asesinadas cinco personas y otras cuatro
resultan heridas en un despacho de abogados laboralistas ligados a
Comisiones Obreras y al PCE. La oposición democrática lanza un
documento condenando la violencia. El día 26, con motivo del
entierro, una grandiosa manifestación acompaña los féretros de los
que fueron tan brutalmente asesinados. Las figuras más destacadas de
la oposición democrática condenaron el atentado así como otros
actos de violencia cometidos en esos días como el asesinato de
Arturo Ruiz García o la muerte en la represión de una manifestación
de Mari Luz Nájera. El
País recogió
la noticia del asesinato en su edición de 25 de enero y en la del 27
de enero componía su portada con una gran fotografía de la
manifestación, bajo la que aparece el titular “Cívica
manifestación de cien mil personas en el entierro de los abogados”,
una información sobre las “Medidas cautelares acordadas en el
Consejo de Ministros” y un editorial que lleva como título “La
lección de ayer”, que terminaba con estas palabras que parecían
coincidir con las propuestas del PCE: “El
Gobierno de reconciliación nos parece hoy todavía más necesario
que ayer. La única salida política frente a una amenaza común ante
la que es necesario combatir unidos.”4
Por
su parte, ABC
también recogía la noticia del asesinato con un gran titular que
rezaba “Noche trágica en Madrid” e inmediatamente debajo en
caracteres más pequeños “Tres muertos al ser ametrallado un
despacho laboralista en la calle Atocha”.
Estos
acontecimientos y la firmeza y serenidad con la que tanto los
comunistas como representantes de la oposición democrática y una
parte importante del pueblo de Madrid habían respondido a la
provocación de los involucionistas, hacían inevitable la
legalización del PCE antes de las elecciones que habían de
celebrarse el 15 de junio. No obstante una parte de la prensa, no
necesariamente de la prensa del Movimiento, como el diario ABC,
inició
una campaña destinada a manifestar su desacuerdo con la
legalización. El editorial del día 1 de febrero no podía ser más
claro a este respecto. Bajo el titular “Ante la legalización del
máximo enemigo de la libertad” y tras expresar su convencimiento
de que “El comunismo es lo más totalitario y antidemocrático que
existe en el mundo”, termina con este párrafo:
“Somos contrarios a la legalización del «Partido Comunista» porque sus hechos y su programa se convierten en el máximo enemigo de la libertad. Pero comprendemos que haya quien preconice su reconocimiento. Lo inadmisible es que se intente presentárnoslo como democrático, porque esto ya no es un problema prudencial; es un atentado contra la lógica y contra la evidencia”.5
El
27 de febrero tuvo lugar una reunión entre Suárez y Carrillo en
casa del abogado José Mario Armero. Cuando el PCE presentó los documentos para su
legalización, el gobierno los remitió al Tribunal Supremo. El Mundo
Obrero
de 9 de febrero daba cuenta de su disconformidad con ese proceder en
un artículo en su portada en el que denunciaba que “esa decisión
suspensoria representa un doble atropello de las libertades
ciudadanas” ya que supone una “interferencia gubernamental” y
una violación del principio básico del derecho ya que “todo
acusado es inocente mientras no haya sido condenado”. El Tribunal
Supremo se declara incompetente para legalizar al PCE ya que no
encuentra ningún motivo penal de retención de tal legalización y
devuelve el expediente al gobierno (ARÓSTEGUI, J.: 2000, 51).
El
sábado santo rojo
“Suárez,
con evidente coraje político, toma la decisión por su cuenta, sin
que el pleno del Consejo de ministros lo discuta; una parte de los
ministros se enteran con sorpresa por radio, mientras descansan
durante Semana Santa, de que el PCE es legal” (CARRILLO,
S.: 1983, 46). Así describe el que entonces era Secretario General
del PCE la legalización de su partido. Lo cierto es que el
decreto de su legalización se hizo público el 9 de abril de 1977,
el sábado de la Semana Santa de ese año y que se conoció como el
Sábado Santo Rojo. La noticia la daba, de forma un tanto
accidentada, el periodista Alejo García en el diario hablado de las
diez de Radio Nacional, emisora con la que todavía tenían que
conectar todas las emisoras de radio.
Al
día siguiente, la prensa escrita se hacía eco de la noticia. ABC
lo
hacía publicando en su portada una foto en la que aparecían varios
dirigentes del PCE brindando delante de una bandera del PCE y encima
de la foto el titular: “El gobierno Suárez legaliza el Partido
Comunista”. Debajo de la foto, en letras de menor tamaño se
preguntaba: “Carrillo y los suyos eufóricos... ¿y el resto de
España”. El editorial también estaba dedicado a la legalización
y mostraba claramente el desacuerdo de la redacción del diario con
el paso dado por el gobierno.
El
diario El
País expresaba
su conformidad. La portada del domingo 10 de abril la ocupaba una
foto en la que aparecen Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri
“Pasionaria”, tomada hacía cuatro meses en Roma y la información
sobre la noticia bajo el titular “El Partido Comunista de España,
legalizado”. Informaba de las razones legales esgrimidas por la
fiscalía general del Estado que hacían que debiera autorizarse la
legalización “por imperativo legal”. También el editorial de
ese día se ocupaba de la legalización del PCE y, contrariamente a
lo expresado por ABC,
manifestaba su conformidad con la legalización, si bien parecía
albergar algunas dudas sobre lo que llamaba “la credibilidad
democrática de sus postulados”.
Lógicamente,
Mundo
Obrero expresaba
de forma entusiasta su alegría por la legalización del partido del
que era su órgano de comunicación. El mismo día 10 sacaba una
edición especial. En la portada y con grandes caracteres informaba
“El PCE legal” y algo más abajo “Un triunfo para la democracia
y la reconciliación”. Completaban la portada sendos artículos de
Dolores Ibárruri, Presidenta del partido, titulado “Una nueva
España comienza” y Santiago Carrillo, Secretario General, con el
título “Un acto de justicia”. En páginas interiores incluía un
comunicado del Comité Ejecutivo en el que bajo el epígrafe “Un
triunfo para la democracia y la reconciliación” saludaba el hecho
y reiteraba “su firme voluntad de contribuir con todas sus fuerzas
y la máxima responsabilidad, a enterrar definitivamente las secuelas
de la guerra civil”. Continuaba reclamando la legalización de
todas las fuerzas políticas y sindicales, así como la amnistía
total. Finalizaba reiterando que a pesar de las limitaciones por la
normativa electoral y el poco plazo, refiriéndose a la convocatoria
de elecciones “vamos a participar con toda decisión y
responsabilidad a fin de ganar las elecciones para la democracia” 6
Las
reacciones contrarias a la legalización no se hicieron esperar,
siendo la primera de ellas la nota de repulsa que hizo público el
Consejo Superior del Ejército. Como protesta por dicha legalización,
dimite el que entonces era Ministro de Marina, el Almirante Pita da
Veiga.
En
el pleno del Comité Central celebrado entre los días 14 y 15 de
abril, se aprueba el programa electoral y la lista de candidatos a
diputados. También se decide que la bandera nacional figurará en
todos los actos oficiales del partido, junto a la bandera roja con la
hoz y el martillo. En cuanto a la monarquía declara que “si en el
proceso de transición la monarquía sigue laborando para establecer
la democracia en España, el Partido podría considerarla como un
régimen constitucional y democrático” (VV.AA.: 1980, 87).
Conclusiones
Una vez concluido el proceso de
legalización de los partidos políticos, el quince de junio de 1977
se celebran las primeras elecciones democráticas celebradas en
España desde la sublevación militar de julio de 1936. A pesar de
las grandes expectativas que la legalización del Partido Comunista
había despertado y las reacciones a favor y en contra que, como
hemos visto, se fueron publicando en los distintos medios de
comunicación, los resultados electorales cosechados por el Partido
Comunista de España fueron mucho menores de los inicialmente
esperados. Las candidaturas del PCE obtuvieron el 9,4 por ciento del
total de votos emitidos lo que suponía la presencia en el Congreso
de Diputados de 20 comunistas, de ellos, nueve del Partido Socialista
Unificado de Cataluña (PSUC). Algunas de las razones de estos pobre resultados
las da el propio Santiago Carrillo. Refiriéndose al pueblo español
señala que “Es un pueblo que no quiere otra guerra civil y que
teme que un voto masivo al PC pueda desencadenarla, dada la actitud
del ejército. Un pueblo que en octubre del 76, un año después de
muerto Franco, cuando la marcha hacia la libertad es irreversible y
la UGT y el PSOE actúan legalmente, contesta a un sondeo dando
solamente un 25% de opiniones favorables a la legalización del PCE,
proporción que sólo sube al 40% en marzo del 77, cuando el PCE está
moviéndose ya de manera abierta.” (CARRILLO, S.: 1983, 47-48).
Lo cierto es que, como hemos
visto, el proceso de legalización del Partido Comunista estuvo lleno
de obstáculos y los impedimentos fueron de todo tipo. Desde la
frontal negativa de los herederos del franquismo y la cúpula
militar, a la postura no siempre favorable de una parte de la
oposición democrática, incluido el PSOE de Felipe González, que no
estaba dispuesta a renunciar al proceso de normalización democrática
aunque fuera a costa de dejar en la clandestinidad al PCE.
Lo que parece evidentes es que
difícilmente puede entenderse el proceso de transición de la
dictadura a la democracia vivido en España tras la muerte del
dictador Francisco Franco, sin conocer los vaivenes que sufrió el
proceso de legalización del PCE y que nos permite conocer mejor las
luces, pero también las sombras, de la transición española.
Transición que se ha querido presentar como un modelo de
responsabilidad y generosidad de las personas y grupos que la
dirigieron pero que los últimos estudios están destacando que se ha
mitificado y que se cometieron muchos errores. La actuación de los
dirigentes del PCE para conseguir su legalización y el precio que
tuvo que pagar, así como la de los dirigentes de otros partidos de
la oposición democrática dispuestos a asegurar el proceso hacia la
libertad a cualquier precio, pueden ser algunas de esas sombras que
seguramente nuevos estudios sobre la transición española, pondrán
al descubierto.
En la actualidad el PCE continúa
participando en la vida política española. Aunque no se presenta a
las elecciones bajo sus propias siglas, lo hace formando parte del
movimiento político Izquierda Unida, junto con otros partidos
políticos y personas sin adscripción política a otros partidos. En
las últimas elecciones generales Izquierda Unida se presentó en
coalición con Podemos y las llamadas Confluencias, en la candidatura
de Unidos Podemos.
BIBLIOGRAFÍA
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J.M.: Diario
de un ministro de la monarquía,
Barcelona, Planeta, 1977
ARÓSTEGUI,
J.: La
transición: (1975-1982),
Madrid, Acento, 2000
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S.: Memoria
de la transición. La vida política española y el PCE,
Barcelona, Grijalbo, 1983
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mito de la transición,
Barcelona, Crítica, 2008
IBÁRRURI,
D. y otros: Historia
del Partido Comunista de España (versión abreviada 1960)
consultada en
<http://www.pce.es/descarga/historia_pce_version1960_reducida.pdf>
OSORIO,
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política de un ministro de la Corona,
Barcelona, Planeta, 1980
SÁNCHEZ
RODRÍGUEZ, J.: Teoría
y práctica democrática en el PCE (1956-1982),
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TUÑÓN
DE LARA, M. (Dir.) : Historia
de España, v. X, Barcelona,
Labor, 1983
VV.AA.,
60
años de historia. 1920-1980. 60 aniversario PCE, Logroño,
Fundación
de Investigaciones Marxistas, 1980.
Webgrafía
Tusell, J.: La legalización del
PCE en <http://www.artehistoria.com/v2/contextos/7462.htm>
Biblioteca Virtual de Prensa
Histórica <http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/busqueda.cmd>
Hemeroteca de ABC en <http://hemeroteca.abc.es/>
Hemeroteca de El País <http://elpais.com/diario/>
1ABC,
nº 22.066, 23 de diciembre de 1976
2El
País, año I, nº 201, 23 de
diciembre de 1976.
3Mundo
Obrero, año XLVII, nº 1, 4 de
enero de 1977, p. 1-2
4“La
lección de ayer”, El País,
año II nº 229. 27 de enero de 1977, p. 1
5“Ante
la legalización del máximo enemigo de la libertad”, ABC,
nº 22.098. 1 de febrero de 1977, p. 14
6Mundo
Obrero, año XLVII, nº 15, 10
de abril de 1977.
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