LAS “RESTAURACIONES” DE LA DINASTÍA DE LOS BORBONES EN ESPAÑA



La valoración de la llamada transición entre la dictadura franquista y la democracia que tenemos actualmente, ha pasado por diversos momentos desde que comenzara hace unos cuarenta años. Así, de considerarla un modelo de transición democrática, en la que todo eran aciertos, consenso y buen entendimiento entre españoles, que hasta hacía poco habían sido enemigos encarnizados, se ha pasado a considerarla poco menos que un fraude, una mala negociación en la que los perdedores de la guerra: republicanos, nacionalistas y partidos de izquierdas, habían cedido en temas fundamentales, a cambio de obtener una Constitución que pusiera fin a más de cuarenta años de dictadura.
Sin entrar en lo fundamental del debate sobre el valor de la transición, sí quiero citar tan sólo algunos de los aspectos más controvertidos de la misma. Lo cierto es que en la práctica hubo una ley de punto final, que garantizó la impunidad a personajes que debían haber sido juzgados por los crímenes cometidos durante el franquismo. Tampoco se reparó el daño causado a las víctimas y todavía permanecen en las cunetas o en fosas comunes, sin identificar, muchos españoles que pagaron con su vida la fidelidad al sistema legítimo contra el que se sublevó un grupo de militares. Debates recientes como el intento de exhumación del cadáver de Franco del mausoleo del Valle de los Caídos o el mantenimiento de la tumba del general golpista Queipo de Llano en la basílica sevillana de la Macarena, son consecuencia de algunos de los errores que se cometieron durante la transición a la democracia. No obstante, con la perspectiva que dan los años, considero que si bien es cierto que hubieron muchos, y muy graves, errores en las negociaciones que dieron lugar a nuestra Constitución, hay que tener en cuenta las condiciones en que se realizaron esas negociaciones y que, sin ser un modelo, supuso un paso importante para el establecimiento de la democracia. Negar el papel que para poner fin a la dictadura tuvo la transición sería, en parte, negar el valor de la lucha de tantos españoles que, a costa de su vida o de años de cárcel o exilio, fueron los verdaderos protagonistas de la recuperación de la democracia. Pero eso no implica negar los errores que se cometieron y algunos de los cuales todavía estamos a tiempo de corregir.
Uno de los temas fundamentales que se acordaron durante la transición a la democracia fue la forma de Estado. Sin que se produjera el debate social que ante un tema de tanta trascendencia debía haberse realizado, se acordó recuperar la monarquía como forma de Estado y reponer en la Jefatura del Estado a la dinastía de la familia Borbón, la que reinaba en España antes de la II República. Sin embargo, actualmente se ha reabierto el debate sobre la monarquía, debido tanto a los recientes escándalos protagonizados por la familia real, como por la opinión de muchos españoles que no habían nacido cuando se produjo la transición y a los que les cuesta trabajo entender el sentido de un sistema basado en la herencia y que niega la posibilidad de elegir al Jefe del Estado mediante el voto.
Con esta entrada no pretendo abrir un debate monarquía–república, que por lo demás ya está abierto, sino recordar cómo ha sido la evolución de la monarquía de la familia Borbón en España, desde su entronización hace algo más de trescientos años, hasta la actualidad. Veremos cómo a pesar de la aparente continuidad de la dinastía en estos tres siglos de la historia de España, han sido varios los momentos en que monarcas de esa familia han sido depuestos y restaurados en la Jefatura del Estado. Creo que para ayudar a un debate razonado y tranquilo sobre cual debe ser la forma de Estado, pueden ser útiles los datos que aquí se aportan sobre el papel jugado por la monarquía en nuestra historia reciente.

Entronización de la familia Borbón en el trono de España


El día 1 de noviembre de 1700 moría en el Real Alcázar de Madrid el último Habsburgo, que había reinado como Carlos II, sin dejar descendencia que continuara su dinastía. Los dos grandes pretendientes al trono español estaban apoyados por Francia y Austria y en ambos casos a través de hijas de Felipe IV. En el caso de Francia por el matrimonio de Luís XIV con María Teresa y en el de Austria por el matrimonio del emperador con Margarita Teresa. En su lecho de muerte Carlos II nombró heredero al candidato francés, Felipe de Anjou, nieto de Luís XIV y María Teresa. Proclamado rey el 24 de noviembre de 1700, en febrero de 1701, cuando contaba con 17 años, hacía su entrada en Madrid y juraba como rey de España ante las cortes castellanas. Se entronizaba así la dinastía Borbón en el trono de España.
Las potencias europeas, que recelaban del poder que con este nombramiento alcanzaba Francia, acordaron la Gran Alianza, de la que formaron parte Inglaterra, la República de Holanda y Austria y declararon la guerra a Francia y España. Comenzaba una larga guerra, en principio de carácter internacional pero que pronto también se convertiría en una guerra civil entre los distintos reinos hispánicos. A partir de 1705 Cataluña, Mallorca, Valencia y Aragón pasaron a ser territorio de los Habsburgo y por tanto enfrentadas a Castilla, que permaneció fiel a Felipe V. La guerra terminó en 1713 con el tratado de Utrecht por el que las potencias aliadas reconocían a Felipe. Por el tratado España perdía sus posesiones europeas así como Gibraltar y Menorca, que pasaron a manos de Inglaterra.
A pesar de sus graves problemas mentales, Felipe V tuvo uno de los reinados más largos de la historia de España, hasta que falleció en 1746, salvo un breve periodo de ocho meses, ya que en enero de 1724 Felipe V abdicó de forma inesperada en su hijo Luís, primogénito de su primer matrimonio con María Luisa de Saboya, pero tras la temprana muerte de Luis I, en agosto del mismo año, Felipe volvió a reinar España. Sin entrar a analizar su largo reinado, sí quiero destacar que en el mismo se produjo la imposición del derecho de Castilla a los reinos de la antigua Corona de Aragón a través de los decretos de Nueva Planta. No obstante, mantuvo los fueros y privilegios de que disfrutaban el antiguo Reino de Navarra y los territorios del País Vasco.
A su muerte le sucedió el cuarto hijo del primer matrimonio, ya que sus tres hermanos mayores habían fallecido. Fernando VI (1746-1759) gobernó durante un breve periodo de neutralidad de la política exterior española. Al final de su vida, tras la muerte de su esposa Bárbara de Braganza, aparecieron los mismos síntomas de desequilibrio mental que aquejaron a su padre, quizás agravados con brotes de ira.
Al morir sin descendencia, heredó la corona su hermano Carlos, fruto del matrimonio de Felipe V con Isabel de Farnesio. Carlos III (1759-1788), que al ocupar el trono de España ya era rey de Nápoles y Sicilia, ha pasado a la historia como el gran impulsor del despotismo ilustrado y un gran número de edificios públicos y actuaciones de urbanismo, dan fe del espíritu reformista que animó la mayor parte de su reinado. El primero de sus hijos varones, Felipe Pascual, nació con tal cantidad de taras que pronto se comprobó que nunca podría llegar a gobernar. El siguiente hijo varón, Carlos, le sucedería en la corona de España y su siguiente hijo heredó el reino de Nápoles.
Carlos IV (1788-1808) desde muy pronto evidenció una notable debilidad de carácter. Su reinado se vio marcado por la Revolución francesa, que acabaría con la vida de su primo Luís XVI. Las medidas que tomó para evitar el contagio con las ideas revolucionarias de nuestros vecinos, dieron al traste con los intentos reformistas de su padre. La otra gran característica de su reinado fue el gran poder acumulado por su favorito, Manuel Godoy. Este, nombrado ministro universal, tuvo que vérselas con la Francia revolucionaria. Tras una primera guerra, ganada por Francia, firmó el tratado de San Ildefonso de no agresión entre ambos estados. Esto provocó la guerra con Inglaterra, que consideraba este tratado como una alianza entre Francia y España, y uno de cuyos hitos más relevantes fue el desastre naval de Trafalgar, por el que España perdió la mayor parte de su flota frente a la marina inglesa.

La primera restauración
 
El motín de Aranjuez
Como consecuencia de los tratados con Francia, un gran contingente de tropas francesas, ya con Napoleón dirigiendo los designios del país galo, permanecía en suelo español. La excusa era la conquista de Portugal, aliada con Inglaterra. El Deseado. El día 23 las tropas del general francés Murat entran en Madrid. Al día siguiente, Fernando hace su entrada triunfal, creyendo que las tropas de Napoleón estaban en Madrid para protegerlo. Mientras tanto, los franceses convencen a Carlos IV de que se retracte, cosa que este realiza mediante un documento en el que expresa que su abdicación se ha realizado para evitar la efusión de sangre de sus vasallos y por tanto, debe ser considerada nula. Se abre pues, el pleito entre padre e hijo por la corona.
Ante el avance de las tropas napoleónicas que ya se habían apoderado de las plazas de Figueras, Montjuich, San Sebastián y Pamplona, el 13 de marzo de 1808 Godoy intentó convencer a la familia real, que se encontraba en Aranjuez, de que viajara a Sevilla por si había que salir de España. A esta decisión se opuso el Príncipe de Asturias así como sus partidarios. La noche del 17 al 18 de marzo grupos de personas armadas de palos rodearon el palacio para evitar su salida hacia Andalucía. La aparición en las ventanas de palacio de la familia real los apaciguó, pero se dirigieron a la casa de Godoy, a la que saquearon. Este permaneció escondido temiendo por su vida. Presionado por sus ministros, Carlos IV cesó a Godoy de sus cargos de generalísimo y de almirante. El ministro reapareció el día 19 y se produjeron nuevos motines que pusieron en peligro su vida. Ante la gravedad de la situación y su incapacidad para resolverla, ese mismo día Carlos IV abdicó en su hijo, que gobernaría como Fernando VII. Su nombramiento fue recibido en toda España con gran alborozo. Se le comenzó a llamar
Las abdicaciones de Bayona
Ante la necesidad de Fernando VII de contar con el apoyo de Napoleón, aceptó la invitación de este a entrevistarse con él en Burgos. En el mes de abril, acompañado por sus ministros y escoltado por tropas francesas, salió para esta ciudad. Al no encontrar a Napoleón en esta ciudad decidieron continuar hasta Vitoria, donde esperaban encontrarse con el emperador. Tampoco allí se encontraba Napoleón, quien le envió una carta instando a Fernando VII a dirigirse a la ciudad francesa de Bayona, donde le reconocería como rey. Al llegar Fernando VII a Bayona, Napoleón le hizo saber su intención de desalojar a la familia Borbón de la corona de España e instaurar su propia dinastía. Carlos IV y su esposa llegaron a Bayona diez días más tarde. Carlos IV pidió a su hijo la devolución de la corona, a lo que este se negó. En vista de que la situación se alargaba, Napoleón amenazó de muerte a Fernando si no abdicaba en su padre. Fernando abdicó el día 6 de mayo. Su padre había cedido a Napoleón la corona de España el día anterior y este la cedió a su hermano José que gobernó con el título de José I. Fernando había dejado en Madrid una Junta Suprema de Gobierno presidida por su tío Antonio, cuya misión era defender sus derechos al trono y garantizar la buena armonía con los franceses. Ante la intención de Murat de llevar al menor de los hijos de Carlos IV, Francisco de Paula, a Bayona, el día 2 de mayo el pueblo de Madrid se amotinó y se enfrentó a las tropas napoleónicas. El día 3 de mayo se produjeron los fusilamientos que retratara con sus pinceles Goya.
La guerra
El magistrado Juan Pérez Villaamil redactó una declaración de guerra a Napoleón, que firmaron los alcaldes de Móstoles, dejando así en evidencia a la incapaz Junta Suprema de Gobierno. El levantamiento contra los franceses fue general tras el conocimiento de las abdicaciones de Bayona. Ante la inacción y sometimiento a los franceses de la Junta Suprema de Gobierno y el Consejo de Castilla, en muchas provincias se crearon las llamadas Juntas Supremas que declararon la guerra a Napoleón. Para unificar los esfuerzos de guerra, en septiembre se creó la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, que además de coordinar a las Juntas Supremas, pretendía dirigir la guerra y gobernar en nombre de Fernando VII.
Desde los primeros enfrentamientos con los franceses, los españoles pudieron comprobar los horrores de la guerra: ejecuciones de prisioneros, saqueo de pueblos y ciudades, asesinato de civiles, violaciones… El triunfo de las tropas españolas en Bailén obligó a José I a abandonar Madrid. Napoleón se trasladó a España y se puso al frente de la Grand Armée, que en poco tiempo logró reconquistar Madrid y reponer en el trono a José I.
Después de una serie de triunfos de las tropas francesas, la participación del ejército británico, junto a portugueses y españoles, decantaron finalmente la guerra a favor de los aliados, obligando a las tropas napoleónicas a abandonar la Península. La guerra tuvo un saldo de cerca de un millón de muertos y la economía quedó destrozada. Tuvieron que pasar muchos años antes de volver a los niveles anteriores a la guerra.
El reinado de José I
José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, comenzó a reinar en España oficialmente el día 8 de julio de 1808. Su entrada en Madrid tuvo lugar el 20 de julio y tuvo un glacial recibimiento. Quiso ejercer plenamente la soberanía y atraerse a los españoles más influyentes con una política de reformas. Para ello formó gobierno con personas que habían formado parte del gobierno con Fernando VII y destacados reformistas ilustrados. Intentó gobernar en una España en guerra, bajo el férreo control de su hermano, hasta que los franceses abandonaron el suelo peninsular.
La Constitución de 1812
Cuando Sevilla se vio amenazada por los franceses, la Junta Central se trasladó a la Isla de León, actual San Fernando. En enero de 1810 se disolvió, transfiriendo su autoridad a una recién creada Junta de Regencia. Una vez constituidas las Cortes, se aprobó el primer Decreto que, entre otras cosas, afirmaba que en las Cortes residía la soberanía nacional y se reconocía de nuevo a Fernando VII como rey legítimo de España. Los trabajos de los diputados, reunidos primero en San Fernando y luego en Cádiz, dieron como fruto la que se considera primera Constitución española, la proclamada en marzo de 1812. En ella se establecía una monarquía liberal y parlamentaria, basada en la soberanía nacional y la división de poderes. Para ejercer sus derechos como rey, Fernando VII debía jurarla.
La Restauración de Fernando VII
En diciembre de 1813 Napoleón, acosado por las derrotas militares y deseoso de terminar con el frente del sur de Europa, firmó el tratado de Valençay por el cual reconocía a Fernando VII como rey de España. La dinastía borbónica había sido restaurada en España.
En marzo de 1814 llegó a tierras españolas el restaurado rey. El recibimiento popular fue apoteósico. Consciente de su popularidad y del apoyo de los sectores más reaccionarios de la nobleza, el clero, de una parte del ejército y de los diputados a Cortes, firmó el Decreto de 4 de mayo por el que declaraba los decretos de las Cortes nulos y de ningún valor ni efecto y se negaba a jurar la Constitución de 1812, a la que no reconocía. No sólo fue restaurado en el trono sino que además restauraba el Antiguo Régimen que pretendían superar los diputados doceañistas.
Inició así un reinado plagado de arbitrariedades y falto de proyecto, que ha sido considerado el peor de los protagonizados por la familia Borbón en España. Supuso un retroceso en el proceso reformista anterior y una clara reacción absolutista frente a los principios liberales de la Constitución de 1812.

La segunda restauración
La regencia
Fernando VII murió en septiembre de 1833. A su heredera Isabel, que contaba con 3 años de edad, le dejaba un país en la ruina, ensangrentado por una guerra civil contra su hermano Carlos y la regencia de su viuda María Cristina, que gobernaba con el apoyo de los liberales, a los que con tanta saña había perseguido Fernando. Durante la regencia se produjo la primera guerra carlista y la consolidación del liberalismo. Entre las novedades más destacadas están la división de España en 49 provincias, obra de su ministro de fomento, Javier de Burgos y la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas llevada a cabo por Mendizábal. Su indisimulado apoyo a los moderados y los escándalos en su vida privada provocaron la caída de la regente. Las Cortes eligieron como regente al militar progresista Baldomero Espartero.
Reinado de Isabel II
La caída de este militar progresista provocó que se adelantara la mayoría de edad de Isabel II que subió al trono de España en 1843, cuando sólo contaba con trece años de edad. Durante su reinado, los militares tuvieron una presencia casi constante en política. También el caciquismo y la manipulación de los resultados electorales surgieron en su reinado. Durante los primeros años de su reinado el poder estuvo monopolizado por el partido moderado. Sin embargo, por las disensiones internas del partido, en diez años se sucedieron trece gobiernos diferentes.
Casada con su primo Francisco de Asís, duque de Cádiz, este fue el comienzo de una agitada y desgraciada vida sentimental. El pronunciamiento militar de 1854, apoyado por una parte de los moderados, los progresistas y acompañado de una revuelta popular, dio paso a un gobierno progresista presidido por Espartero. En el bienio que tuvieron el poder los progresistas se produjo una nueva desamortización, la de Madoz de 1855. La vuelta de los moderados al poder dio paso al llamado gobierno largo de la Unión Liberal presidida por el general O’Donell. El regreso de los moderados en 1863 dio paso una gran inestabilidad, con gobiernos que dimitían a los pocos meses de su toma de posesión. La imposibilidad de demócratas y progresistas de alcanzar el poder los situó en una postura de retraimiento que dio paso a una clara actitud revolucionaria. El despotismo del último gobierno de Narváez consiguió aglutinar a progresistas, unionistas y demócratas con el firme propósito de derribar la monarquía de Isabel II.
El Sexenio Revolucionario
La revolución que acabó con la destitución de la dinastía de los borbones del trono de España fue consecuencia de una tripleta de causas: políticas, sociales y económicas. Por centrarnos sólo en las causas políticas hay que destacar una crisis política causada por un sistema constitucional en el que la Constitución no se cumple, un apoyo sistemático de la corona a los moderados, marginando al otro gran partido, los progresistas, así como la aparición en la escena política de los demócratas, algunos de los cuales pasaron a engrosas las filas de los republicanos.
La Gloriosa comenzó con el pronunciamiento naval del almirante Topete en Cádiz el 17 de septiembre de 1968, al grito de ¡Viva España con honra!. Tras la derrota de las fuerzas gubernamentales en el puente de Alcolea, se formaron juntas provinciales. La de Sevilla elaboró un programa que recogía los principios fundamentales que defendían los demócratas, incluyendo el sufragio universal y la elección de Cortes constituyentes. Tras el triunfo de la revolución Isabel II fue destronada y, en compañía de su familia, inició un largo exilio hasta el final de su vida, si bien no abdicó a sus derechos al trono en su hijo Alfonso hasta 1870.
Se convocaron Cortes constituyentes, con sufragio universal masculino, con la intención de dar carácter definitivo a la solución monárquica adoptada por la mayoría de la coalición revolucionaria. Una vez aprobada la Constitución de 1869, el siguiente paso era buscar un monarca para España, dejando clara la exclusión de la dinastía de los borbones. La negativa de los republicanos a aceptar la monarquía provocó numerosas manifestaciones de protesta reprimidas por el gobierno. Finalmente las Cortes aprobaron la candidatura de Amadeo de Saboya, duque de Aosta, segundo hijo del monarca italiano Víctor Manuel. Las disensiones de la coalición que había dirigido la revolución, la actitud obstrucionista de los conservadores, la nueva guerra carlista y la guerra de Cuba, provocaron que Amadeo abdicara cuando tan sólo habían transcurrido algo más de dos años de su proclamación. Su abdicación dejó un único camino posible: la república.
La Asamblea conjunta de Congreso y Senado votó una reforma de la Constitución para declarar como forma de gobierno la república. El enfrentamiento entre federalistas y radicales impidió la aprobación de una Constitución que diera cobertura legal a la situación política. En enero de 1874 el general Pavía dio un golpe de estado y disolvió las Cortes. Se formó un gobierno de carácter autoritario bajo la presidencia de la República del general Serrano. 
La restauración de Alfonso XII
Desde hacía varios años, el político malagueño Antonio Cánovas del Castillo se había puesto al frente de los monárquicos partidarios de la restauración de la dinastía de la familia Borbón en la persona de Alfonso XII. Este, que se encontraba en la academia militar de Sandhurst, el 1 de diciembre hizo público un manifiesto, redactado por Cánovas, en el que se ofrecía como rey de los españoles, para restaurar una monarquía constitucional, católica y conservadora, con una soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Previamente, el político malagueño había dirigido una eficaz campaña de propaganda a favor de la restauración que fue calando en la opinión pública. Un nuevo golpe militar, esta vez del general Martínez Campos, puso fin a la República el 29 de diciembre de 1874 y proclamó rey de España a Alfonso XII. 

La tercera restauración  
Alfonso XII 
Una vez restaurada la dinastía de los borbones en la corona de España, en 1876 se aprobó una nueva constitución, de carácter conservador, que estuvo en vigor hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, por tanto la de más larga duración de las constituciones españolas. El largo periodo histórico que comienza entonces se conoce con el nombre de Restauración. Entre las principales características de la misma destaca el establecimiento de un bipartidismo basado en el turno en el gobierno entre los conservadores y los liberales. Para garantizar el turno pacífico se contaba con una estructura social dominada por el caciquismo, que permitía fabricar los resultados electorales según los intereses del sistema.

En cuanto a la monarquía, el reinado de Alfonso XII fue breve, ya que murió en 1885 con tan sólo 28 años de edad y cuando hacía una década de su proclamación. Su único hijo varón, Alfonso, nació algunos meses después de su muerte.
Hasta tanto alcanzara la mayoría de edad, la regencia la ejerció su madre, María Cristina. Durante su regencia se produjo la pérdida de las colonias españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas y el asesinato de Antonio Cánovas.
Alfonso XIII
Subió al trono en 1902, con dieciséis años de edad, coincidiendo con el inicio de la época regeneracionista tras la pérdida de las últimas colonias en 1898. Entre otros hechos destacables de su reinado, se produjo el auge de los nacionalismos vasco y catalán y la guerra de África, que costó la vida de miles de jóvenes españoles, en muchas ocasiones por la incompetencia de los mandos militares. Coincidiendo con el triunfo de la Revolución Soviética en 1917, en España, como en otros países europeos, se produjeron numerosas movilizaciones obreras, especialmente en Cataluña y Andalucía en lo que se conoce como el trienio bolchevique. En 1923 se produjo el golpe militar del general Miguel Primo de Rivera, con el consentimiento del rey. La Dictadura terminó con la dimisión del militar en enero de 1930.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron el triunfo a las candidaturas republicano-socialistas en las principales ciudades. El 14 de abril se proclamó la República y Alfonso XIII salió de España.
La II República
Durante los primeros años de la República se produjo un claro intento de democratizar las sociedad en todos los aspectos, con especial énfasis en la mejora de la educación y la cultura. En 1934, la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno provocó la convocatoria de una huelga general, cuya principal consecuencia fue la revolución de Asturias, fuertemente reprimida por el gobierno, y la declaración de la República de Cataluña, dentro de la Federación Ibérica, con lo que se suspendieron las instituciones autonómicas catalanas. Las elecciones de febrero de 1936 dieron la mayoría al Frente Popular formado por socialistas, comunistas y republicanos de izquierdas. En julio, el intento de golpe militar dirigido por algunos militares entre los que destacaban Mola, Sanjurjo y Franco, dio paso a una guerra civil que terminó con la experiencia democrática de las II República. La guerra terminó con el triunfo de los militares sublevados, que establecieron la dictadura del general Franco y que duró hasta su muerte en 1975.
La restauración de Juan Carlos I
En 1941 Alfonso XIII abdicó de sus derechos en su hijo Juan. Una vez comenzada la guerra, Juan de Borbón se presentó en la frontera de Francia para luchar con los sublevados, pero Mola se lo impidió. En varias ocasiones se dirigió a Franco pidiendo el traspaso de poderes. Pero aunque algunos militares pensaban que una vez terminada la guerra se restauraría la República, Franco pensaba en la restauración de la monarquía. No obstante no iba a respetar la línea dinástica, que correspondía a Juan de Borbón, sino que él decidiría a quien nombraba como sucesor en la Jefatura del Estado. En 1947 se aprobó en referéndum la Ley de Sucesión, pero no fue sino hasta julio de 1969 cuando las Cortes aprobaron la proclamación de Juan Carlos de Borbón sucesor a la Jefatura del Estado y Príncipe de España, saltándose así la prioridad dinástica que correspondería a su padre Juan. Finalmente, el 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Franco, accedió a la Jefatura del Estado con el título de rey Juan Carlos I. Se consumaba así la tercera restauración de la familia Borbón en el trono de España.

Conclusiones

Desde la instauración de la monarquía de la familia Borbón, hace más de trescientos años, se han sucedido en el trono once monarcas. Abdicaron de sus derechos al trono Felipe V, en su hijo Luís I (volvió a reinar tras la temprana muerte de su hijo), Carlos IV, primero en su hijo Fernando y luego en Napoleón. Fernando VII abdicó en su padre. Isabel II en su hijo Alfonso XII. Alfonso XIII en su hijo Juan, que no llegó a reinar y finalmente también este abdicó en su hijo Juan Carlos.
Tres reyes de la dinastía fueron restaurados en el trono: Fernando VII tras su reconocimiento por parte de Napoleón y por las Cortes. Alfonso XII tras el golpe de Estado del general Martínez Campos y Juan Carlos I por su nombramiento por Franco y tras la muerte del dictador. Con estas restauraciones, la línea dinástica se ha respetado desde Felipe V hasta Alfonso XIII, y se incumplió con la proclamación de Juan Carlos I.
En los trescientos dieciocho años que se cumplirán en noviembre desde su entronización en el trono de España, los miembros de la familia Borbón han gobernado durante 261 años y 3 meses, Amadeo I de Saboya reinó durante dos años y tres meses, José I desde el 7 de julio de 1808 hasta el 13 de junio de 1813, por tanto cuatro años y once meses. Desde septiembre de 1868 hasta la proclamación de Amadeo I en noviembre de 1870 (dos años y dos meses) España estuvo dirigida por una regencia hasta que se proclamara un nuevo rey. La I República estuvo vigente desde el 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874 (2 años y diez meses), la II República existió en España entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939, fecha del final de la Guerra Civil, por tanto su vigencia legal fue de ocho años. Por último, la dictadura de Franco duró desde el 1 de abril de 1939 hasta el 20 de noviembre de 1975, 36 años y siete meses. En total, desde la proclamación de Felipe V hasta hoy, España ha sido gobernada por opciones distintas a la que representa la dinastía Borbón durante 56 años y 9 meses.
Este galimatías de números sirve para que veamos que ninguna forma de gobierno es inmutable y por tanto todas son cuestionables. Es cuestión de que podamos decidir democráticamente qué forma de gobierno queremos darnos. Ahora que se van a cumplir cuarenta años de la aprobación de la Constitución española, puede ser un buen momento para ver qué elementos de la misma habría que revisar y actualizar y entre esos elementos también debe estar la opción entre monarquía o república.

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