MONARQUÍA Y CORRUPCIÓN EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA


A raíz de las informaciones sobre los casos de corrupción, que implican a la actual familia real española, se han publicado numerosos reportajes y artículos de prensa sobre otros casos de corrupción cometidos por la dinastía de la familia Borbón, que reina en España desde 1700 hasta la actualidad.
En esta entrada se repasan los casos de corrupción más importantes cometidos por los reyes que han gobernado en España desde Fernando VII hasta Juan Carlos I. Intentaré resumir de la forma más clara posible las acusaciones que se realizan a este último, respetando su derecho de presunción de inocencia, y realizaré unas reflexiones finales sobre el tema.

Las monarquías europeas
De los veintisiete estados que actualmente componen la Unión Europea, tan sólo seis se rigen por monarquías parlamentarias: Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Luxemburgo y España. Los otros veintiuno son repúblicas.
La opinión pública ha podido conocer algunos casos de corrupción que afectan a familia reales europeas. Según informaba el diario Público en su edición de 18 de junio de este año, el príncipe Andrés de York, tercer hijo de Isabel II de Inglaterra, tuvo que anunciar su retiro de la vida pública  cuando se conoció su amistad con Jeffrey Epstein, condenado por haber explotado sexualmente a menores. Una de estas menores denunció que había tenido relaciones sexuales con el príncipe. 
Según otra investigación periodística, la reina Isabel II invirtió 7,5 millones de dólares en un fondo de las Islas Caiman, aunque posteriormente lo negó. Otra investigación reveló que el Príncipe Carlos, el hijo mayor de la reina y futuro heredero del trono, invirtió a través del Ducado de Cornualles 3,9 millones de dólares en cuatro fonodos registrados en las Islas Caimán en 2007.
El protagonista de los escándalos en la familia real belga es el príncipe Laurent, hermano del actual rey. El más llamativo ocurrió en 2006, cuando se conoció que el príncipe había estado desviando fondos de la armada belga para renovar su casa vacacional. También intentó que figurasen como gastos estatales los 16.000 euros gastados en una de sus vacaciones y también las matrículas escolares de sus hijos. Otro caso de corrupción tuvo lugar en la familia real noruega. El escándalo se publicó al conocerse que el príncipe Haakon puso en alquiler once pisos sin autorización, a pesar de que cinco de ellos no cumplían las normas de seguridad noruegas. Los pisos tenían vistas a un fiordo por lo que se alquilaron por una gran suma de dinero. Se calculó que el príncipe había obtenido en tan solo un año 155.700 euros por alquilar las propiedades.
Por su parte el diario digital El Plural denunciaba en abril de 2013 otros casos de corrupción que afectaban a monarquías europeas. Entre otros informaba que en Suecia se supo que un empresario pagó los gastos de la lujosa luna de miel de la heredera al trono. En Holanda el rey consorte Bernardo, fue acusado en 1970 por la compañía aeronáutica Lockheed de soborno, por cobrar un millón de dólares de la época por sus gestiones para que el ejército holandés comprara aviones caza.

De Fernando VII a Juan Carlos I
Como vemos no tiene nada de excepcional que los miembros de una familia real se lucren ilegalmente, aprovechando su situación de privilegio. Pero el objetivo principal de esta entrada es repasar los casos de corrupción que han afectado a la monarquía española durante la edad Contemporánea.
Sobre Fernando VII es sobradamente conocida la mala opinión que sobre este rey tuvieron sus contemporáneos, que entre otros muchos apelativos lo llamaron el rey felón. Para muchos historiadores quizás haya sido el peor rey de España. De él se ha dicho que era mezquino, mentiroso y vengativo; que odiaba a muerte a los liberales, a los que persiguió con saña durante todo su reinado. Con estas características no tiene nada de extraño que no hiciera ascos a ninguna oportunidad de lucrarse, sin importarle lo más mínimo la ley. Durante su reinado eran frecuentes los sermones y publicaciones que denunciaban la corrupción generalizada, pero de la que se hacía responsables a los servidores reales y generalmente el rey no era acusado directamente.
Uno de los temas que le permitieron obtener pingües beneficios fue el comercio de esclavos. Pero además de los numerosos negocios en los que intervino, uno de los escándalos que le salpicaron fue el de la compra de barcos a Rusia. La otrora poderosa armada española había quedado diezmada tras la batalla de Trafalgar contra los ingleses. Se hacía imprescindible contar con barcos que trasladaran las tropas para sofocar la rebelión en la América española. A tal efecto se compraron a Rusia ocho naves por la escandalosa suma de casi setenta millones de reales. Nunca se habló de las condiciones que debían tener aquellos barcos, sino del dinero que cada uno de las personas involucradas en el negocio se iba a llevar. Como los rusos ya habían cobrado, tardaron casi un año en enviarlos. Cuando en febrero de 1818 llegaron a las costas españolas, se comprobó que eran una auténtica ruina, totalmente inservibles y tuvieron que ser demolidos. No obstante, el dinero no fue devuelto y Fernando VII se quedó con sus comisiones. Se rumoreaba que Fernando VII tenía depositadas grandes sumas de dinero en el Banco de Londres, fruto de sus negocios, y que en su testamento había dejado 500 millones de reales a su esposa María Cristina.
A la muerte de Fernando VII en 1833 le sucedió su hija Isabel II, que contaba con solo tres años de edad. La regencia, hasta 1840, la ejerció la viuda, María Cristina de Borbón. Esta continuó el lucrativo negocio del comercio de esclavos. Los barcos viajaban al golfo de Guinea y cargaban a los esclavos en puertos clandestinos que estaban dirigidos por traficantes franceses, holandeses y portugueses. Posteriormente, cruzaban el Atlántico hasta Cuba donde la permisividad de las autoridades permitía la descarga y el traslado de los esclavos africanos a las haciendas y, en algunos casos, su transporte a los estados del sur de los Estados Unidos. Además de la familia real, participaban armadores catalanes y vascos y las oligarquías coloniales de Cuba. La regente estableció una cuota, que percibía directamente, por cada esclavo que llegaba a Cuba, un sistema que su hija mantuvo.
Pero el mayor caso de corrupción que tuvo como protagonista a María Cristina es lo que se conoce como el “bolsillo secreto”. Esta era una partida económica, que se asignaba al rey al menos desde el siglo XVII y de cuyo uso el monarca no tenía que rendir cuentas, de ahí lo de secreto. Se sabe el uso que le dieron Felipe IV o Carlos II. Pero el mayor escándalo lo protagonizó la viuda de Fernando VII. Al finalizar la Primera Guerra Carlista (1833-1840) el general Espartero exigió disponer del bolsillo secreto. El tesorero real se lo negó, pero el hombre que puso el general para intentar localizar el bolsillo secreto, estimó que contenía unos 78 millones de reales, fruto de negocios ilícitos en los que participaba la familia real.
En lo político, la hostilidad de la regente hacia los liberales progresistas y su preferencia por los moderados dio lugar a un creciente malestar social que alimentó el pronunciamiento de 1840. Con el fin de la guerra y la firma del Convenio de Vergara en agosto de 1839, unido a la mala fama de corruptelas que ya arrastraba, María Cristina se vio forzada a renunciar a la regencia y se exilió en Francia. Espartero, héroe de la guerra carlista y jefe del Partido Progresista, asumió entonces la regencia. Desde el exilio, María Cristina apoyó un golpe palaciego para reponer a los liberales moderados, que fracasó y fueron ejecutados algunos de los cabecillas. Finalmente, también Espartero tuvo que renunciar a la regencia en 1843 e Isabel II fue nombrada reina con tan sólo trece años de edad.
La reina madre volvió a España en 1844, donde siguió ampliando sus posesiones y su riqueza, pero tras el triunfo de los progresistas en la “Vicalvarada”, en 1854, se la expulsó de España, objeto de las iras populares, porque además de su influencia sobre Isabel, se sabía que María Cristina y su segundo marido, Agustín Muñoz, habían estado implicados en muchos de los negocios fraudulentos y corruptelas económicas de esos años. Meses después, se constituía en las Cortes una Comisión parlamentaria que debía investigar qué había ocurrido con las joyas de la Corona que se suponía se había llevado consigo.
El reinado de Isabel II también estuvo marcado por su apoyo a los liberales moderados, marginando a los progresistas de la vida española. La caída de la Unión Liberal en 1863 inicia un imparable proceso de deslegitimación de la corona. La vida amorosa de la reina y los casos de corrupción, aireados o utilizados por su propio esposo, Francisco de Asís, y miembros de la camarilla y del Gobierno, contribuyeron notablemente a desprestigiar la imagen de la monarquía. El 18 de septiembre de 1868, la Armada se pronunció al grito de “¡Abajo los Borbones! ¡Viva España con honra!”. Tras el triunfo de la revolución, Isabel II, que se encontraba de vacaciones en Guipúzcoa, fue destronada y se marchó al exilio en Francia. Se iniciaba así el conocido como Sexenio Revolucionario.
El general Prim mandó disponer del bolsillo secreto ante la calamitosa situación económica española. A raíz de esa disposición la prensa se hizo eco de la opaca red de corrupción que había desviado grandes cantidades de dinero público para dedicarlos a oscuros negocios y que había enriquecido a María Cristina y a su hija Isabel II, pero también al segundo marido de María Cristina, al general Narváez, presidente de gobierno en varias ocasiones y al Marqués de Salamanca. María Cristina, Isabel II y su camarilla de palacio se autoadjudicaron, a través de empresas interpuestas, la mayor parte de las grandes inversiones que se realizaron en España entre 1833 y 1868. Entre otras se señala las obras del puerto de Barcelona, la canalización del río Ebro, las obras del puerto de Valencia, el contrato de abastecimiento de carbón para Filipinas o la subasta del ferrocarril de Almansa. A tales cotas llegó la corrupción, que el embajador francés afirmaba “No existe en España un solo negocio industrial en el que Ella (M.ª Cristina) o el duque de Riánsares (su marido) no tomen parte”.
El Sexenio Revolucionario (Gobierno Provisional, regencia de Serrano, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República) terminó con el pronunciamiento del general Martínez Campos y la restauración monárquica con Alfonso XII, hijo de Isabel II.
El nacimiento de Alfonso XII estuvo rodeado de polémica sobre su paternidad, ya que se difundió la idea de que el verdadero padre de ese niño no era el rey consorte, Francisco de Asís de Borbón, sino el oficial del cuerpo de ingenieros Enrique Puigmoltó. Su reinado comenzó en enero de 1875, cuando contaba con tan solo 17 años de edad, pero fue breve, ya que murió antes de cumplir 28 años. No se le atribuyen casos de corrupción, aunque sí algunos devaneos amorosos, de los que destaca el que mantuvo con la cantante Elena Sanz, con la que tuvo dos hijos. A su muerte, su segunda esposa, María Cristina de Habsburgo-Lorena, se encontraba embarazada del que sería el futuro rey Alfonso XIII. María Cristina de Habsburgo ejerció la regencia hasta que Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad en 1902.
Las acusaciones sobre su vida disipada, su afición por las mujeres y el juego y sus corruptelas económicas fueron constantes durante todo su reinado. Uno de los que con más vehemencia denunció estas actuaciones fue el rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno. Sus denuncias públicas le costaron su cese como rector de la Universidad y su destierro a la isla de Fuerteventura. Posteriormente se exilió en París. Alfonso XIII pasó en 1922 una temporada en una zona de vacaciones internacional en la costa francesa de Normandía, Deauville, célebre por su casino y sus hoteles. Los medios nacionales publicaron su participación en los partidos de polo y su convivencia con miembros de otras casa reales, pero también sus declaraciones sobre las bellas proporciones de las mujeres francesas e italianas. Incluso parece que fue un pionero del cine pornográfico, del que llegó a tener una gran colección de películas. Algunos medios le acusaron de firmar un contrato con el dueño de las atracciones de Deauville, Eugène Cournuché, para promoverlas y visitarlas a cambio de 50.000 francos por temporada y un uno por ciento de las ganancias en las apuestas.
Pero quien más interés puso en denunciar la corrupción del monarca fue el republicano y novelista Vicente Blasco Ibáñez, que se encontraba exiliado en París. En 1924 publicó el panfleto Una nación secuestrada (el terror militarista en España). En él denunciaba sus intereses en las minas del Rif, la percepción de acciones de bolsa a cambio de favores reales, sus inversiones en el metro de Madrid o su asociación con negociantes dudosos como el francés Cornuché, antes citado, o el belga George Marquet (construcción del hotel Palace en Madrid, gestión del Ritz, casino de San Sebastn y Palacio del Hielo de Madrid). El panfleto tuvo una enorme repercusión. En España se produjo un cierre de filas de los medios oficiales, identificando Corona y nación. Defendían al monarca describiéndolo como popular, humanitario, patriota y valiente. También se organizó una campaña contra Blasco Ibáñez, con fondo antisemita, del que se llegó a decir “Levadura de israelitas, sórdidos y ambiciosos, se mezcla en sus venas...”. También se le acusó de conspirar con los revolucionarios bolcheviques, "que querían destruir España". En 1925 se organizó una gran manifestación monárquica para desagraviar al rey, quien fue nombrado alcalde honorario de muchos ayuntamientos. Durante la Dictadura de Primo de Rivera aumentaron los rumores sobre los casos de corrupción en que se vio envuelto Alfonso XIII, como las concesiones de ferrocarriles o la irregular adjudicación del monopolio de teléfonos a la Compañía Telefónica Nacional de España, consorcio del que formaba parte la ITT norteamericana. Fue socio de los grandes empresarios que se beneficiaban de la explotación de las minas del Rif. Su empeñó en que el Ejército interviniera en la construcción de una línea de ferrocarril, para facilitar el transporte de fosfatos y hierro, se consideró que fue una de las causas que provocaron una guerra que terminó con la derrota de Annual y que dejó más de 20.000 soldados de reemplazo muertos.
Con la proclamación de la República el 14 de abril de 1931 tuvo que salir de España. El gobierno republicano inmovilizó y nacionalizó sus propiedades y las de su familia, aunque la familia real ya había puesto a salvo gran parte de su capital.
Después de una guerra civil y la dictadura del general Franco, a la muerte de este se volvió a instaurar la monarquía con la familia Borbón en la persona de Juan Carlos I. Franco lo nombró como sucesor en la Jefatura del Estado en 1969 y tras la muerte del dictador se convirtió en Jefe del Estado a título de rey. Si bien en sus primeros años de reinado gozó de gran popularidad, en 2012, en plena crisis económica, se supo a raíz de un accidente por el que se fracturó la cadera, que se hallaba cazando elefantes en Botsuana, con la aristócrata alemana Corinna Larsen. Después de ese y otros escándalos, sumado a su deteriorado estado de salud, el 2 de junio de 2014 comunicó que transfería la corona a su hijo Felipe VI, conservando el título de rey.
A raíz de su renuncia no han parado de aparecer en la prensa los casos de corrupción en los que se vio implicado el ahora rey emérito. Según denunció Roberto Centeno, exconsejero delegado de CAMPSA, el rey se estuvo embolsando, presuntamente, un sobreprecio que oscilaba entre 1 y 2 dólares por barril de petróleo importado de Arabia Saudí. Como herencia de su padre, Juan de Borbón, recibió 320 millones de euros. En 2012 un informe del periódico The New York Times estimaba que la fortuna del Rey había aumentado hasta 1.950 millones de euros.
El verano de 2018 el periódico El Español desveló una conversación entre Corinna Larsen y el polémico comisario -entonces en activo- José Manuel Villarejo. Entre otras cosas, ella desvelaba que el rey emérito tenía dinero en Suiza y para ocultarlo usaba a su primo, Álvaro de Orleans, como testaferro y titular ficticio de las cuentas. Varios medios han desvelado que Juan Carlos I aparece vinculado a dos fundaciones con cuentas en paraísos fiscales. Una de ella es la Fundación Lucum sobre la que se investiga un ingreso de 100 millones de dólares en 2008, procedentes de Arabia Saudí, que se afirma fueron regalo a Juan Carlos como comisión por las obras del AVE que une las ciudades de Medina y La Meca. Juan Carlos de Borbón transfirió 65 millones de euros a Corinna Larsen y otro millón más a otra antigua amante que residía en Ginebra, según ha publicado la prensa suiza. La fiscalía suiza llamó a declarar a Corinna. El interrogatorio fue el 19 de diciembre de 2019 y allí Corinna explicó que esos 65 millones de euros fueron "un regalo no solicitado del rey emérito", una "forma de donación para ella y su hijo".
La Fiscalía del Tribunal Supremo ha asumido la investigación del presunto pago de comisiones por la construcción del AVE. El ministerio público deberá "delimitar o descartar" la relevancia penal de los hechos ocurridos después de junio del 2014, cuando el rey abdicó y dejó de ser jefe de Estado, con lo que perdió la inviolabilidad. También está esperando las pruebas de un supuesto delito de blanqueo de capitales agravado que un fiscal suizo, Yves Bertossa, se comprometió a enviar.

Conclusiones
En todos los casos, sean monarquías o repúblicas, se pueden dar casos de corrupción en la Jefatura del Estado. Pero en las monarquías la Jefatura del Estado recae en el miembro de la familia reinante a quien corresponda la sucesión. Si algún monarca se ve envuelto en un caso de corrupción que no sale a la luz pública, su heredero no lo denuncia públicamente, ya que eso dañaría el honor de la dinastía. En cambio en las repúblicas los sucesivos Jefes de Estado no suelen pertenecer a la misma familia, ni tienen que ser del mismo partido político. Por tanto nada les impide que denuncien públicamente si ha habido algún caso de corrupción de su antecesor en el cargo. Por otra parte, si bien en todos los estados existen leyes que conceden cierta inviolabilidad a la persona que ejerce el Jefatura del Estado, esta suele ser mucho mayor en el caso de las monarquías, que además suelen afectar a la familia real, y el control de las actividades económicas que desarrollan los reyes o reinas es mucho más complicado que el que se ejerce sobre los presidentes o presidentas de una República. Y lo que es más importante, la Jefatura del Estado en una república es votada por los ciudadanos, que tienen la oportunidad de hacerle pagar una gestión corrupta votando a otro candidato. En cambio en una monarquía el Jefe de Estado lo es de por vida y cuando fallece, el cargo pasa a otro miembro de la familia reinante, sin que cuente para nada la opinión de los ciudadanos.
Los casos de corrupción en los que se ha visto envuelta la dinastía borbónica, así como los de otras familias reales europeas, demuestran lo fácil que resulta identificar monarquía y corrupción.

Fuentes consultadas
VV.AA. La corrupción política en la España contemporánea, E. Marcial Pons Historia, Madrid, 2018.

Gómez, José Antonio. “Los Borbones en España: una historia de negocios y corrupción”. Diario 16. URL <https://diario16.com/los-borbones-en-espana-una-historia-de-negocios-y-corrupcion-2/>

"Toda la realeza europea salpicada por corrupción, pero solo en España ha acabado en los tribunales”. El Plural. URL <https://www.elplural.com/Sociedad/toda-la-realeza-europea-salpicada-por-corrupcion-pero-solo-en-espana-ha-acabado-en-los-tribunales_58466102>  

Salgado, Miriam. “El rey emérito Juan Carlos I: el único monarca europeo salpicado directamente por casos de corrupción”. Público. URL <https://www.publico.es/politica/monarquia-rey-emerito-juan-carlos-i-unico-monarca-europeo-salpicado-directamente-casos-corrupcion.html>

Web Reyes y Reinas de la España Contemporánea URL <http://www. cervantesvirtual.com/portales/reyes_y_reinas_espana_contemporanea/>

Comentarios

  1. Interesante y bien documentada exposición, que, sinceramente, nos escandaliza.

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