ESTADO DE LAS AUTONOMIAS vs ESTADO FEDERAL (2)
DEL CENTRALISMO DE LOS BORBONES A LA DICTADURA DE FRANCO
Felipe V |
Comienza
el reinado de los
Borbones:
Al
fallecimiento de Carlos II sin descendencia, nombra heredero a Felipe
de Borbón, que reinará como Felipe V. Su nombramiento provoca en
Europa la guerra de Sucesión entre los partidarios de Carlos de
Austria y los de Felipe de Borbón. Los territorios de la Corona de
Aragón toman partido por Carlos de Austria, originando una guerra
entre Castilla y Aragón. El vencedor de la contienda, Felipe V, como
castigo por la rebelión de la Corona de Aragón y utilizando como
pretexto el derecho de conquista, dicta los llamados Decretos
de Nueva Planta
por los que suprime las instituciones políticas de los reinos de
Aragón, Valencia, Mallorca y el
Principado de Cataluña, imponiéndoles las leyes de Castilla. El
Reino de Navarra y los Señoríos Vascongados no sufrieron ningún
cambio. Comienza a utilizarse el título de Rey de España y, con las
salvedades de Navarra y las provincias vascas, se produce una
efectiva unidad nacional.
El
siglo XIX: entre la centralización y la República
Federal:
Alegoría de la I República |
Al
comenzar el siglo XIX el territorio español se encuentra dividido en
39 provincias. Navarra y el País Vasco conservan sus peculiaridades.
Las Cortes de Cádiz de 1812 establecieron las Diputaciones en las
provincias entonces existentes. Durante el Trienio Constitucional se
divide el territorio en 52 provincias, agrupadas en 15 regiones
históricas. Esto no llegó a entrar en vigor porque el decreto que
las creaba fue derogado por Fernando VII en 1823, con la vuelta al
absolutismo. La división definitiva la estableció el ministro
Javier de Burgos en 1833 con 49 provincias. Esta división ha
permanecido hasta nuestros días, salvo la división de Canarias en
dos provincias realizada en 1927. Tras
la primera guerra carlista, el antiguo reino de Navarra se convierte
en provincia (1841). Al finalizar la tercera guerra carlista, se
suprime el régimen foral de las provincias vascas, pero se
estableció el régimen de los conciertos
económicos
a partir de 1878.
Pero
el siglo XIX no es sólo el del proceso de unificación del Estado,
también es el de la aparición de los nacionalismos. El sentimiento
nacionalista avanza conforme lo hace el proceso centralizador,
especialmente en Cataluña, País Vasco y Galicia. El
fracaso de la monarquía y con el impulso de republicanos,
nacionalistas y clase obrera se proclama la
Primera República. El
art. Uno del proyecto de constitución de 1873, que no llegó a ser
aprobado, recogía un Estado federal, integrado por 17 Estados
regionales: Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias,
Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña,
Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Valencia y Vascongadas, además
de Cuba y Puerto Rico. Y en el art. 92 se establecía que “Los
Estados tienen completa autonomía económico-administrativa y toda
la autonomía compatible con la existencia de la Nación”.
La
Restauración:
El fracaso de la República no frenó el auge de los nacionalismos
periféricos y ya durante la Restauración empiezan a perfilarse dos
corrientes nacionalistas. Una separatista y otra que busca la
autonomía dentro de la unidad constitucional de España. Con vistas
a dar salida a los deseos autonomistas de algunas regiones españolas,
especialmente Cataluña, el Decreto de 18/12/1913 autoriza la
creación de mancomunidades entre provincias limítrofes con
características históricas y culturales comunes. Bajo su amparo se
constituyó la Mancomunidad de Cataluña. En 1919 se constituyó una
comisión extraparlamentaria con vistas a elaborar un Estatuto de
autonomía para Cataluña. La Dictadura de Primo de Rivera corta este
incipiente proceso descentralizador.
Dictadura
de Primo de Rivera:
Para
Primo de Rivera el separatismo era uno de los “males patrios”. A
los pocos días del golpe se aprobó el Decreto
de represión del separatismo,
sometiendo a la jurisdicción militar cualquier ataque a la unidad de
la patria o sus símbolos. Se prohibía “izar y ostentar otra
bandera que no sea la nacional” y el empleo de otra lengua distinta
del castellano en la administración. En 1925 suprimió la
Mancomunidad de Cataluña. Se controlaron los libros de texto y se
amenazaba con fuertes penas a los profesores que enseñaran en lengua
distinta del castellano o ideas que pudieran ser consideradas un
ataque a la unida nacional.
La
Segunda República:
La
Constitución de la Segunda República definía a España en su
artículo Uno como “Estado integral, compatible con la autonomía
de los municipios y de las regiones”. En virtud de la misma en 1932
se aprueba el Estatuto de Autonomía de Cataluña y en 1936, durante
la Guerra Civil, el del País Vasco. Galicia, Andalucía, Aragón,
Valencia, Navarra, Baleares y Canarias estaban preparando su propia
autonomía. La victoria del general Franco en la Guerra Civil acaba
con la Segunda República y pone fin al proceso.
El
franquismo:
El ideario del “Nuevo Estado” franquista, además de antiliberal,
antidemócrata y antisocialista, se construía para hacer frente al
“separatismo” catalán y vasco. Para el españolismo nacionalista
radical, las propuestas autonomistas suponían la quiebra de la
unidad nacional española y contra estas supuestas rupturas se
produjo el "Alzamiento Nacional" de la autocalificada
España "auténtica" contra la "AntiEspaña",
encarnada por "rojos y separatistas" (YSÀS. P. , 2000,
108). En consecuencia, una vez consumada la derrota de la República,
los sublevados suprimieron todas las instituciones autonómica.
Además castigó a las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa por
traidoras, con la eliminación de los conciertos económicos,
que se mantuvieron para Álava y Navarra. Durante la dictadura fueron
constantes las actuaciones para borrar cualquier signo de identidad
vasca o catalana, especialmente la lengua y la cultura. En la lucha
antifranquista además de la reivindicación de la recuperación de
los derechos sociales y políticos, se incluía la de las
instituciones autonómicas, especialmente en Cataluña, pero también
en otras regiones como Galicia o Andalucía. En el País Vasco
destaca la ausencia de un movimiento unitario de recuperación de las
instituciones autonómicas así como la aparición de ETA, formada
desde sectores juveniles nacionalistas, y su opción a favor de la
lucha armada, materializada desde finales de la década de los
sesenta. En sus propuestas políticas, tanto el PCE como el PSOE
reclamaban la instauración de una República Federal para garantizar
el “reconocimiento de las peculiaridades de cada nacionalidad”.
Durante
la transición, la denominada Platajunta
defendía en marzo de 1976 "el pleno, inmediato y efectivo
ejercicio de los derechos y de las libertades políticas de las
distintas nacionalidades y regiones del Estado Español". En
octubre de ese mismo año se reponían los conciertos económicos
para Vizcaya y Guipúzcoa. Después de las elecciones de junio de
1977, se restableció provisionalmente la Generalitat de Catalunya y
el Consejo General Vasco. La recuperación de esas instituciones
supusieron un estímulo para las reivindicaciones autonomistas de
otras regiones y se crearon instituciones preautonómicas. Especial
fuerza cobró el sentimiento autonomista en Andalucía, con la
celebración de manifestaciones multitudinarias el 4 de diciembre de
1977 y el llamado Pacto de Antequera un año más tarde, por el que
los partidos políticos andaluces se comprometían en la defensa de
una autonomía plena para Andalucía.
Estos
fueron algunos de los precedentes del llamado Estado de la
Autonomías, al que me referiré en la próxima entrada.
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